Se trata de un lugar desconocido por muchos zamoranos, pero que esconde parte de la historia de la ciudad y un encanto que los estudiantes del grado de Diseño de Interiores de la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Zamora han sabido descubrir y potenciar. La cruz del rey don Sancho es el monumento más antiguo de la capital y está situada al inicio de la carretera de La Hiniesta, a mano derecha, junto a la calzada.

Este espacio ha sido el elegido este curso por el profesor de la asignatura de Paisaje y Jardín, Javier Ortega, para que sus alumnos realicen, como todos los años, un proyecto de remodelación del entorno de una zona real. Lara Perero González, Raquel Sanz Romo, Alba María Moreno García, Óscar Fraile Palacio y Sara Carbonero Martínez han sido los artífices de este trabajo, al que han dedicado todo un semestre, mientras estudiaban la materia.

La idea de remodelar este lugar partió del director de la escuela, Ricardo Flecha, quien también es presidente de la Cofradía de Nuestra Señora de San Antolín, La Concha, hermandad que el próximo año celebra su 950 aniversario. “Cada Lunes de Pentecostés los hermanos nos acercamos a honrar la memoria de este rey con un responso por su alma, como comenzara a hacer la reina Urraca de León, después de que falleciera el monarca un 7 de octubre de 1072. Precisamente, esa tradición tan antigua es el origen de nuestra cofradía”, resume Flecha.

Además, el proyecto también interesa a la Asociación de Amigos del Camino de Santiago, ya que por ese mismo lugar transitan los peregrinos a su paso por Zamora.

El profesor, con cuatro de las alumnas del proyecto, en la zona. | J. L. F.

A ambos colectivos han tenido en cuenta los alumnos del grado de Diseño de Interiores a la hora de poner en marcha el proyecto, visitando en numerosas ocasiones la zona para inspirarse y analizar cada uno de los pasos que daban. “Cuando nos acercamos al entorno por primera vez, nos encantó, aunque estaba bastante degradado”, confiesa el profesor. “Se trata de un monumento de casi mil años de antigüedad y pasa absolutamente desapercibido. A pesar del abandono, la zona tiene mucho encanto, seguramente por la energía que desprende la piedra. En seguida vimos que tenía mucho potencial”, añade.

Los cinco estudiantes comenzaron sacando fotografías del lugar y elaborar sus propuestas, para luego ponerlas en común y seleccionar lo más interesante de cada una de ellas de cara al proyecto definitivo. “Cada uno tenía su propia visión, así que fue muy interesante compartir ideas y trabajar en equipo”, reconoce el docente.

Como indica el nombre de la asignatura —Paisaje y Jardín— la vegetación es la base del proyecto. “Una gran parte del trabajo consiste en estudiar las especies vegetales que se pueden implantar”, apunta Ortega. “Se ha optado por especies autóctonas y que no necesiten mucho mantenimiento”, destaca.

Inspirados en los jardines medievales —haciendo honor a la época del monumento de piedra— la mayoría de las plantas que componen el proyecto son especies aromáticas, que no necesitan ni riego ni mantenimiento. “La gente que visite la zona puede incluso aprovecharlas”, sugiere. La razón de esta mezcla ha sido jugar con los colores e incluso con la época del año en la que florecen.

Carteles informativos sobre el Camino de Santiago y el rey Sancho. | Cedida

Aunque el dictado del proyecto se apoya en el medievo, no se sigue la geometría tan pura que imponía aquella época. “Se ha dispuesto todo a pinceladas, como el paisajismo actual, más natural”, compara.

Con respecto a especies de mayor tamaño, al paisaje se le han añadido cipreses. “Ahí hemos querido jugar con el simbolismo, ya que este árbol representa la nobleza y la unión del cielo y la tierra”, detalla el profesor de la Escuela de Arte. Es cierto que, en la actualidad, la zona ya cuenta con esta especie, pero están plantados de una manera aleatoria, muy próximos entre sí, lo que les impide crecer. “La idea sería poderlos trasplantar para colocarlos de otra forma, organizarlos con una distribución más uniforme”, revela.

El laurel sería otra de las especies protagonistas, también con el simbolismo de planta que representa la inmortalidad y la victoria. Su misión es convertirse en barrera natural con la calzada.

En las visitas a la carretera de La Hiniesta, los estudiantes también advirtieron que otra especie de la zona, los plátanos, llegaban incluso a tapar a la vista general la cruz del rey. “Lo que han sugerido en el trabajo es plantarlos en otra zona del entorno, sobre todo aquellos que no dejan ver el monumento, y darle más protagonismo a los cipreses”, asegura.

Con el aumento de la vegetación, además, “se dará un nuevo refugio a aves e insectos de la zona en un paraje próximo a la ciudad”, añade el profesor de Paisaje y Jardín de la escuela.

A pesar de la proliferación de todas estas especies vegetales, el proyecto no se desvincula del objetivo principal de dar protagonismo a la piedra, por eso la elección de plantas aromáticas y de pequeño tamaño —a excepción de los cipreses— para resaltar el monumento entre el verde.

Por si eso fuera poco, el grupo de estudiantes también ha pensado en la iluminación para resaltar determinadas zonas. La mayor parte arranca desde el suelo, “y con una mayor potencia en la que enfoca la cruz, que es la que tiene que dominar el espacio”, recuerda Ortega.

Visión general del proyecto ideado desde la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Zamora, donde se combina la piedra y la vegetación para transformar esta zona a las afueras de la ciudad en un lugar ideal para el ocio. | Cedida

El trabajo del grupo tiene vegetación, iluminación, piedra —en el suelo, haciendo camino y simulando un antiguo asentamiento, con piezas sin pulir— y, por supuesto, también le han hecho un guiño al agua, con un pequeño cajón de acero negro, “como símbolo del elemento fuente presente en todos los jardines medievales” y una fuente que emerge de un banco parterre junto a esa lámina. “Al ser una zona de caminantes, con incluso peregrinos y lugar de paso de romería, se convierte en una agradable zona de descanso para recuperar fuerzas antes de continuar. Uno se puede sentar entre la vegetación, beber y descansar un rato”, invita el profesor.

En definitiva, los estudiantes han logrado un trabajo redondo, que se podría coronar con el traslado del papel al entorno, logrando que este paraje zamorano se transforme con la idea de la Escuela de Arte. Una manera de lo más original de celebrar el 950 aniversario de la Cofradía de Nuestra Señora de San Antolín y dar una nueva vida a esa zona de la ciudad.