Pilar y Amable, “siempre estuvieron los dos”. Así lo recordó ayer Marisol Gómez, una de las compañeras de fatigas del comunista que deja tras de sí un legado de constancia en la defensa de sus ideas. Su mujer “no participaba diariamente” en las cuestiones políticas, pero nunca abandonó unos ideales que aún viven con ella.

La pareja se conoció en un momento de zozobra, cuando las represalias franquistas les llevaron a la cárcel. En su día, ambos contaron que se dieron el primer beso en un Consejo de Guerra, delante de la policía franquista, y desde entonces fueron capaces de superar las adversidades propias de la marca que las autoridades imponían entonces a los “rojos” que habían intentado boicotear la consolidación de la dictadura.

Así, primero fue la cárcel, y más tarde el interminable franquismo: “Pilar también es una persona que fue represaliada. Se conocieron cuando les iban a sentenciar y esperaron después para iniciar una vida en común y formar una familia”, explicó este jueves el coordinador provincial de Izquierda Unida, Miguel Ángel Viñas, que aclaró que, ya en democracia, la compañera de vida de Amable “siempre ha sido afiliada”, pero ha mantenido una cierta distancia con las actividades de la formación: “No todo el mundo tiene que estar en primer plano”, indicó el también representante comunista.

Por su parte, Francisco Guarido, señaló que “a Amable le gustaba contar siempre cómo se conocieron” para forjar después su relación “en una situación adversa” y prolongar esa unión “durante toda la vida”. Ya han pasado más de 70 años de aquel beso.

No obstante, para entender mejor el vínculo entre Pilar Merino y Amable García hay que irse aún más atrás, a 1936. Concretamente, a la noche del 17 de septiembre. Aquel día, según contó el propio Amable hace unos años, miembros de la Guardia Civil y guardias falangistas sacaron a 40 presos políticos de la cárcel de Zamora en dirección a Toro. Allí los asesinaron sin mayor discusión.

Entre las víctimas estaba el padre de Amable, Francisco García, pero también un comerciante zamorano llamado Higinio Merino. Era el padre de Pilar. Ambos fueron ajusticiados por sus vinculaciones políticas, a pesar de los intentos de las familias por evitar el trágico final. “La guerra fue horrorosa. Tenemos recuerdos malos, pero sobre todo tenemos amigos. Amigos de verdad. Todavía no puedo hablar sin soltar unas cuentas lágrimas”, explicó Pilar hace apenas cinco años.

Aquella dramática conexión fue la primera para una pareja que se hizo fuerte ante el recuerdo y el dolor. Ahora, Pilar recorrerá sin Amable el resto del camino.