“Estaba muerta de rabia, después de la discusión que tuvimos porque, aunque habíamos vuelto juntos, descubrí que estaba con otra mujer”. Así justifica la víctima del supuesto apuñalamiento en una vivienda de Toro en 2016 por parte de su exmarido la primera declaración que realizó en el juzgado tras los hechos, donde reconocía que este le había asestado dos puñaladas en el cuello, tras agredirla e intentarla ahogar con una camiseta.

Fue tres meses después cuando, en una nueva declaración, relató hechos totalmente distintos, donde había sido ella la que había cogido el arma en la cocina amenazando con matarse y cuando su exmarido se la quiso quitar —“para protegerme”, subrayó—, se produjeron heridas mutuas en el forcejeo.

Esta versión es la que mantuvo ayer en su declaración durante el juicio en la Audiencia Provincial de Zamora, donde se juzgaba a su exmarido por un delito de homicidio en grado de tentativa, por lo que la Fiscalía solicitaba cuatro años y medio de prisión, y dos delitos de violencia física en el ámbito familiar, con una petición de un año por cada uno de ellos, además de una orden de alejamiento de cuatros años de la víctima.

Ante esta confesión, el Ministerio Fiscal solicitó que la mujer no pudiera salir del territorio nacional y la retirada del pasaporte, ya que se tendrá que enfrentar a una solicitud de pena por un delito de falso testimonio. Además, mantuvo la petición de pena para el acusado, argumentando que es “absolutamente imposible que alguien se invente en tan poco tiempo y con todo lujo de detalles lo sucedido en la mañana de los hechos. En su declaración detalla pormenorizadamente todo lo que pasó, desde las horas en las que ocurrieron los hechos hasta las frases y las mismas acciones”, precisó el fiscal. Por eso sostuvo que en esa primera declaración, “la víctima dijo la verdad”, subrayó. “Esa capacidad de inventiva nunca la he visto en todos los años que llevo de profesión”, reconoció.

En ese sentido, y con respecto a la segunda declaración de la mujer, donde quiso exculpar a su expareja, el Ministerio Público confesó sentir “pena” por que la víctima “haya querido perdonar así a quien la intentó matar” y añadió que la libre absolución del acusado sería algo grave, “porque si una vez lo ha hecho y le ha salido bien, es posible que lo vuelva a hacer”, advirtió.

Por su parte, el acusado, en su declaración ante el juez, explicó que en esa mañana no hubo discusión de pareja y que fue cuando regresó de llevar al hijo que tienen en común al trabajo cuando se encontró con la casa revuelta y a su ex “muy ardida, por haber encontrado unas cartas y unos mensajes de móvil a otro mujer”, explicó. Reiteró en varias ocasiones que en ningún momento hubo amenazas ni insultos por su parte. “Se puso un cuchillo en el cuello y yo, en vez de salir a pedir ayuda, forcejeé con ella para intentar quitárselo”, detalló. Como resultado, se produjo varias heridas en el cuello e incluso le pinchó a él en el estómago. “Fue entonces cuando ella salió a la calle para pedir auxilio”, finalizó el acusado.

Ante las preguntas del abogado, la mujer se ratificó en su última declaración, “porque es la verdad”, afirmó rotunda. “Él no me pegó ni me agredió. Fue yo quien le hirió en el forcejeo con el cuchillo, por lo que le pido perdón”, añadió.

Ante esto, en su alegato final, el abogado de la defensa reiteró su petición de libre absolución para su cliente y no apoyó el argumento de la Fiscalía. “Las acusaciones contra mi defendido se tienen que probar, insiste que es imposible, habla de declaraciones contradictorias, pero lo único que vale son las pruebas ante un tribunal”, finalizó.

Los testigos corroboran la primera versión de la mujer agredida

La vista en la sala de la Audiencia Provincial de Zamora recogió la comparecencia de la mujer que atendió a la víctima en la calle, una joven que repartía el pan por la zona y que se encontró con una persona pidiendo auxilio. “Decía que le habían cortado el cuello, tenía la zona tapada con unas camisetas y estaban llenas de sangre”, recordó la testigo, quien no vio en ningún momento al presunto agresor ni cómo habían sido los hechos, según manifestó a las preguntas de la defensa. Un agente de la Guardia Civil fue el otro testigo del juicio, quien se acercó hasta el hospital Virgen de la Concha, donde estaban los dos protagonistas de los hechos ocurridos en Toro. “Los médicos nos dijeron que no podíamos hablar en ese momento con la mujer, pues tenía lesiones graves y debía entrar a quirófano”, apuntó. Acto seguido, acudió con compañeros a la vivienda de la pareja para realizar la pertinente inspección ocular, de la que recordó restos de sangre en la escalera y en la casa. Además, el análisis de ADN del cuchillo arrojó que había restos tanto del agresor como de la víctima.