Hace tiempo que los datos turísticos dejaron de servir para hablar de récords. La afluencia de visitantes a Zamora se interrumpió, de forma abrupta y lógica, a partir de la segunda quincena del pasado mes de marzo. Con los ciudadanos confinados, pocos viajes había que registrar. Desde que culminó la desescalada, en junio del año pasado, los números han servido fundamentalmente para estimar la sangría económica que supone la ausencia de turistas para los negocios zamoranos. Pero enero da una nueva vuelta de tuerca. Con la comunidad cerrada perimetralmente desde el día 3 de enero —las dos jornadas de antes estuvo abierta para familiares con motivo de las fiestas navideñas— y con los desplazamientos entre provincias prohibidos, llama la atención que el INE indique que Zamora recibió a 2.611 visitantes en el primer mes del año.

¿Pero todavía viene alguien, con este panorama? Pues parece que sí. Pocos, pero alguno viene. Evidentemente, resulta descorazonador comparar los datos con los del primer mes del año pasado, cuando la pandemia era todavía una amenaza lejana. Entonces llegaron a Zamora 11.911 personas, un 78% más que ahora.

El INE da más datos y permite comprobar de dónde vienen los viajeros. Uno de cada cuatro llegan desde otras provincias de Castilla y León. Pocos teniendo en cuenta que la entrada a la comunidad está restringida. El 18% llegan desde Galicia y otros tantos desde la Comunidad de Madrid. Aquí se abre un conflicto, porque los viajes turísticos están prohibidos y, si son entre comunidades, más aún. Las opciones son solo dos: que las personas que hayan llegado a Zamora se hayan saltado las normas o, la más probable, que el INE contabilice como visitantes a personas que pernoctan en la provincia de Zamora pero que se desplazan dentro de alguno de los supuestos permitidos por las restricciones de la Junta. Viajeros, al fin y al cabo. Así que sí, parece que todavía viene alguien, pero cabe preguntarse si son o no turistas.

El canje turistas por viajeros no es menor. Ha dejado sobredimensionada la oferta hotelera de la provincia de Zamora. Muchos hoteles, hostales y albergues permanecen cerrados a la espera de que las restricciones por el COVID amainen y, los que siguen abiertos, registran unos datos mínimos de ocupación. Según el propio INE, la oferta de habitaciones en la provincia de Zamora se ha reducido de forma drástica en los últimos doce meses. Si los establecimientos del ramo contaban con 1.590 estancias en el enero de antes de la pandemia, la cifra se ha reducido a 807 en el enero post COVID. La cifra de plazas ha caído prácticamente hasta la mitad, desde las 2.897 a las 1.514, según las estimaciones que realiza Estadística con los datos que ofrecen los propios empresarios.

Los grados de ocupación son la mitad de lo que eran, y eso que las cifras originales ya eran discretas. En enero del año pasado estuvieron ocupadas el 20% de las plazas. Este año el dato no ha llegado al diez. Si antes de la pandemia la cifra de ocupación aumentaba los fines de semana ahora disminuye, lo que refuerza la idea de que las personas que duermen en Zamora lo hacen por motivos laborales y no por ocio. Entre las peores noticias está la situación laboral en el sector, que ha pasado de dar empleo a 379 personas a ocupar a 199 en enero de este año. Doscientas personas que, pese a todo, todavía permanecen en activo para dar servicio a los viajeros porque sí, a la vista de los datos y pese a la pandemia, todavía viene alguien. Unas visitas que, de no estar justificadas, resultarían injustificables.

ESTAS SON LAS RESTRICCIONES QUE ESTÁN EN VIGOR EN ZAMORA