Aterrizó en el puesto hace ya tres años, encontrándose y asumiendo la celebración del VIII Centenario de la universidad más antigua de España. En ese momento, la conmemoración de la efeméride parecía el mayor de los desafíos que tendría que afrontar en su mandato, pero la pandemia del coronavirus ha empequeñecido y, en parte, enmudecido aquel reto. Ahora, Ricardo Rivero Ortega (Palencia, 1969) inicia el último año de su primera legislatura al frente de la Universidad de Salamanca.

–¿Cree que se ha diluido demasiado rápido el efecto del VIII Centenario, principalmente ahora como consecuencia de la pandemia?

–No, volverá. Durante todo este tiempo, incluso en la pandemia, nuestra comunicación con las universidades más importantes de Iberoamérica ha seguido siendo muy activa. Nuestros convenios internacionales se multiplican, la presencia de estudiantes de máster y doctorado en nuestras aulas no se ha visto negativamente afectada por la crisis COVID gracias a un gran esfuerzo de promoción, y el prestigio internacional de la Universidad de Salamanca se pone de manifiesto cuando comprobamos que hoy hay más de diez ministros en gobiernos iberoamericanos formados en nuestras aulas.

–¿Hay temor a que no se recupere la movilidad internacional en los niveles anteriores?

–No se va a ver drásticamente afectada después de la pandemia, o al menos no tanto como algunos apocalípticos y agoreros vaticinan. En la interpretación del futuro de la movilidad internacional se observa un sesgo de lo que se llama presentismo, que es la interpretación del futuro a partir de las circunstancias presentes. Pero una vez se desplieguen los planes de vacunación en los países desarrollados, y en otros países también, el temor a los viajes decrecerá y las medidas de limitación de cruce de fronteras serán menos contundentes y drásticas. Ha habido gravísimas pandemias, guerras y todo tipo de calamidades que ha superado la humanidad, y ninguna de ellas ha frenado el afán humano de aprender en otros países donde se encuentra el saber. Yo creo que volverán muchos miles de estudiantes internacionales a Salamanca. Claro que esto dependerá de la capacidad de cada institución y de su atractivo, porque no todas las instituciones universitarias han podido mantener el número de estudiantes extranjeros en condiciones tan adversas.

–¿Es este uno de los motivos de apostar tan claramente por la presencialidad en las aulas?

–No hay ninguna correlación, y mucho menos una causalidad, entre la tercera ola y la educación presencial. La tercera ola ha sido propiciada por comportamientos sociales fuera de las aulas justo en el momento de interrupción de la actividad académica. La actividad educativa no es ni la causa ni está correlacionada con el incremento de contagios: los datos lo demuestran. Además, si hubiéramos optado por un modelo telemático, hubiéramos ocasionado un daño irreparable a la universidad, y esto se verá claramente con el tiempo.

–Quiere decir que, sin la presencialidad en la Universidad de Salamanca, ¿están en peligro la ciudad y su economía?

–La primera razón de apostar por el modelo de presencialidad segura es la calidad en la educación superior. La experiencia universitaria es una experiencia completa que requiere el encuentro, en condiciones sanitarias adecuadas en este momento, entre los estudiantes, los profesores y la comunidad académica, por el efecto de facilitación social, que es lo que se produce cuando muchas personas coparticipan en una actividad conjunta. Pero además, la Universidad de Salamanca tiene un compromiso decidido con su entorno en Salamanca, Ávila, Zamora y Béjar. Si la Universidad de Salamanca hubiera apostado por una postura fácil, de evitarse problemas, esfuerzo y tensiones, sacrificando la calidad, hubiéramos optado por el modo telemático, que es una tentación constante porque es lo más sencillo. Pero hubiéramos ocasionado un gran perjuicio a nuestro entorno, además de haber afectado negativamente a la calidad de nuestra educación superior. Un curso plenamente telemático de la Universidad de Salamanca hubiera puesto las cosas mucho peor.

–Sobre el apoyo de la Junta a la presencialidad segura. ¿Qué le diría a aquellos que entienden incoherente que el gobierno regional, por un lado, les diga que es seguro ir a clase o a un examen pero también les estén instando a confinarse en casa?

–Creo que la determinación de la Junta de Castilla y León en la protección de la salud es inequívoca. Pero el autoconfinamiento se refiere a la vida social. Los contagios no se producen en las aulas, ni se producen en espacios donde se respetan los protocolos de seguridad. Se producen, según dicen los expertos, en reuniones sociales entre no convivientes, en las que se descuidan las garantías de salud. Cuando se nos pide que nos autoconfinemos, lo que se nos está diciendo es que evitemos una interacción social que presenta esos riesgos. Y, en ese sentido, me sumo a los llamamientos a extremar las precauciones y a la responsabilidad individual, porque tampoco se puede parar todo el sistema productivo y el sistema educativo cuando se están cumpliendo las medidas de seguridad.

–¿Considera posible llevar a cabo algún proyecto de los que la pandemia interrumpió?

–No hemos interrumpido nada. Todos los programas de renovación generacional de la plantilla se han seguido desplegando y así seguirán. La captación de estudiantes internacionales y de otras provincias españolas se ha mantenido, incluso en un año tan difícil como este, hasta el punto de no perder estudiantes. Y los programas propios de investigación se han incrementado. Por supuesto, la pandemia ha obligado a trabajar el doble o el triple, porque ha habido que hacer todo lo normal y las tareas COVID, que han supuesto como un trabajo en sí mismo. La comunidad universitaria ha demostrado su capacidad de reacción con el trabajo de todos. Ahora, la tarea para 2021 es salir primero de la crisis COVID y, después, espero que para la segunda mitad del año, poner todos los recursos de la universidad al servicio de la reactivación y, en particular, de la gestión de los fondos europeos. Porque cuando pase la pandemia, todavía vamos a tener muchísimo trabajo y muchísimos problemas y exigencias, y ante ello necesitamos perseverancia.