El deshielo, las lluvias y los aportes de los afluentes han hecho crecer el río Duero a su paso por Zamora hasta el punto de anegar zonas de los paseos ribereños que los ciudadanos utilizan de manera habitual como espacios para el esparcimiento. La Policía Municipal de Zamora se ha afanado en cortar estas zonas conflictivas para evitar cualquier peligro a los centenares de viandantes que diariamente los utilizan. Y es que el cauce baja, ahora mismo, con un volumen próximo a los 500 metros cúbicos por segundo en el tramo que discurre por la capital. Pese a que los niveles de alerta se encuentran todavía muy lejos, tanto las autoridades como la Confederación prefieren prevenir antes que tener que curar.

La estación de aforo del río Duero a su paso por la capital registraba ayer una media de 434 metros cúbicos por segundo con tendencia ascendente. Solo en la última semana, entre los días 24 y 31 de enero, tanto el nivel del agua como el caudal se han duplicado debido a las condiciones de las semanas previas. Según ha apuntado el Ministerio para la Transición Ecológica, la borrasca Filomena de principios de mes dejó en los embalses de la cuenca del Duero un incremento del volumen de agua en forma de nieve 341 hectómetros cúbicos por segundo, una de las estadísticas más altas de todo el país. A ello, habrá que añadir en los días venideros las previsiones de lluvia que la Agencia Estatal de Meteorología ha lanzado de cara a la semana que comienza.

Un ciudadano fotografía uno de los caminos cortados por la crecida. | Emilio Fraile

Con toda esta situación, entra dentro de la normalidad que la ciudad de Zamora haya visto un incremento del caudal que ha anegado viejos conocidos cuando se producen estos episodios, como buena parte de la playa de los Pelambres o el camino ribereño que discurre por la margen derecha en el entorno del Puente de Piedra. La precaución debe ser la norma para los ciudadanos que decidan utilizar estas vías peatonales a lo largo de los próximos días, aunque la situación todavía está bajo control y muy lejos de esos 1.300 metros cúbicos por segundo que la Confederación Hidrográfica del Duero marca como comienzo del nivel de alerta, aunque en la capital se estima en unos mil.

Los próximos días, por lo tanto, serán claves para analizar la evolución del río Duero a su paso por la capital zamorana. Sin embargo, la realidad y las cifras indican que, pese al corte de paseos por precaución y por puntos concretos anegados, la situación tiene un margen muy amplio todavía para considerarse como de peligro.

El paseo bajo el Puente de Piedra en la margen derecha, anegado. | Emilio Fraile

FILOMENA DEJA EN LA CUENCA MÁS DE 300 HECTÓMETROS CÚBICOS

El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), a partir de la información disponible en las estaciones de pluviometría de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) y las imágenes de satélite disponibles, a través del Programa de evaluación de los recursos hídricos procedentes de la innovación (ERHIN) ha estimado en unos 341 hectómetros cúbicos la cantidad de aportaciones de agua que ha dejado el paso de la borrasca Filomena en la cuenca del Duero. Para contextualizar este dato, se calcula que el volumen total de recursos hídricos en España ronda los 100.000 hectómetros cúbicos al año, la capacidad total de los embalses españoles es de unos 55.000 y en estos momentos almacenan unos 28.000. El volumen estimado de agua que se reutiliza es del orden de 380 hectómetros cúbicos al año y la desalación ronda los 540 hectómetros cúbicos en el mismo período. La demanda anual de agua es del orden de 32.000 y el abastecimiento a poblaciones es del orden de 5.000 hectómetros cúbicos por año.