En la Unidad de Cuidados Intensivos de Zamora hay letreros que asocian cada box a un número, pero dentro de estos habitáculos no hay cifras, sino personas que pelean por su vida. Siempre al lado de esos pacientes, los sanitarios llevan casi once meses de lucha contra el COVID sin que la fatiga pandémica pueda acceder con ellos a esta sala situada en la cuarta planta del Virgen de la Concha. Aquí resulta inevitable pensar que vienen tiempos duros y que, donde debería haber un punto final, todavía aparece un interrogante.

Una de las personas que se enfrenta cara a cara con la cruda realidad en la UCI de Zamora es Nuria Rodrigo. Esta médico vitoriana, residente de cuarto año, vivió el inicio de la pandemia en el hospital de Sevilla donde realizaba una rotación, pero ya en marzo tuvo que volver: “Al principio hicimos muchísimas guardias. Era todo muy seguido, acumulábamos cansancio y apenas dormíamos. Yo no tenía tiempo para salir a ver los aplausos, la verdad”, recuerda.

VÍDEO | La UCI de Zamora, desde dentro

VÍDEO | La UCI de Zamora, desde dentro Emilio Fraile

Ahora, el personal ha ganado confianza, pero la intensidad del trabajo sigue siendo muy alta. Los pacientes se acumulan, y más tras la explosión de una tercera ola que es herencia de las reuniones de Navidad: “Nadie pensó que iba a estar en la UCI, pero algunos, desgraciadamente, han acabado aquí”, apunta Rodrigo, que rechaza la opción de culpabilizar al paciente y que indica que “muy poca gente” ha cumplido con todas las normas sanitarias a rajatabla.

De hecho, médicos de la UCI como Laura Beltrán sienten ya “un agotamiento físico, y sobre todo psicológico”, al constatar “la irresponsabilidad que se sigue percibiendo en la calle”. En su día a día, el equipo sanitario debe pasar trances como informar a las familias de la pérdida de seres queridos a causa del COVID y, mientras tanto, “apenas se ha avanzado en lo que a la concienciación social se refiere”.

Beltrán habla claro en ese sentido: “Los propios pacientes nos cuentan que han formado parte de una reunión en diciembre, fin de año o Reyes y, aunque en muchas ocasiones se limitan a decir que eran solo seis personas, está claro que no ha habido un control de los contactos y que esa es la causa de lo que ocurre ahora”, sostiene.

Al lado de la médico, junto a la mesa alargada que sirve como centro de operaciones de la zona de críticos del Virgen de la Concha, Elena Sutil y Victoria Larruscain hacen su propio análisis de la situación. Estas dos enfermeras también acumulan meses de duro trabajo en medio de la pandemia y empiezan a sentir una cierta “desilusión” al comprobar que el coronavirus sigue aprovechándose de ciertos descuidos.

Una sanitaria atiende a uno de los pacientes de la UCI en Zamora. Emilio Fraile

“A veces, lo hablas con gente de fuera y te das cuenta de que lo ven desde otro punto de vista. En Navidad, te decían que era una pena dejar a sus padres solos y que las normas permitían las reuniones de seis. Pero no estamos hablando de normas. Por una cena o por una noche se puede liar, y lo estamos viendo”, narra Sutil, que advierte que “vivir algo así es horroroso para las familias”. “Puedes llegar a estar dos o tres meses sin ver a tus seres queridos, con la única noticia de una llamada telefónica”.

Por su parte, Larruscain afirma que “da mucha rabia” ver según qué actitudes fuera del ámbito hospitalario: “Cierta gente todavía no entiende que la mascarilla no sirve para evitar una multa, sino para protegerse”, explica la enfermera, que considera que se podría haber hecho un esfuerzo mayor en habituar y educar a la gente.

Las opiniones de las sanitarias ganan peso si se tiene en cuenta que las muertes y los ingresos interminables por COVID son comunes en esta sala y, por ende, en su día a día. “A partir de la segunda ola, estamos viendo mucha gente de 50 y 60 años”, insiste Conchi Tarancón, la jefa de la UCI.

Una trabajadora de la UCI extrae los guantes del dispensador. Emilio Fraile

Esa convivencia con el virus y sus efectos no es gratuita a nivel personal. “Psicológicamente me afecta, sobre todo cuando es gente joven o conocida”, apunta Elena Sutil que, fuera de la UCI, lleva una vida “en casa” y aislada de las noticias: “No quiero saber nada de Whatsapp, ni de memes. Me resulta agobiante y me satura, así que intento evadirme y estudio, cocino o hago algo distinto”, explica.

La desconexión es muchas veces "imposible" ante lo que ocurre en esta planta

Además, esta enfermera procura mantenerse en la burbuja familiar con su marido y sus hijas: “Mis padres y mis suegros son gente más mayor e intento protegerlos. Los veo de vez en cuando de lejos, desde la escalera”, asegura. Larruscain añade que, fuera del hospital, está “prácticamente autoconfinada”. “Creo que tiene que ser así y que debemos ser responsables”.

Conchi Tarancón resalta también las dificultades para evadirse en las circunstancias actuales: “No me lo quito de encima. Estoy en casa como un zombi. Me pongo a ver una película y no la capto, no me centro. Solo tengo ganas de tumbarme en el sofá y que me lo den todo hecho”, comenta la jefa de servicio de la UCI.

Profesionales de la UCI en Zamora, ante las pantallas. Emilio Fraile

Tarancón es consciente de que “la mente necesitaría desconectar”, pero la pandemia aprieta en la dirección contraria: “En semanas como estas, ya estoy pensando en lo que me voy a encontrar cuando vuelva a la sala”, reconoce la sanitaria, que también lanza un mensaje que comparte la mayor parte de los trabajadores que hablan con este medio: “Estamos agotados”. Estas palabras reflejan el estado de ánimo del martes en el seno de la UCI. Cinco días después, la ocupación en esta zona y en la parte extendida ha seguido creciendo.

A las puertas de la unidad, y listas para cruzar el umbral de la sala de críticos, Nuria y Conchi se detienen apenas un minuto. Ellas son dos de las trabajadoras de la limpieza que acceden cada día a la zona COVID: “Nosotras no somos personal sanitario, pero entramos aquí y a planta a limpiar las habitaciones”, explican. Para ellas, esta etapa está conllevando “muchísimo más trabajo” y la necesidad de extremar la precaución dentro y fuera: “Salimos muy cansadas y con el traje pingando”, aseveran. Su sudor también es imprescindible para vencer al virus.

Protagonistas en primera línea

Laura Beltrán | Médica 

“Hay agotamiento físico, pero sobre todo mental”

Una de las médicas que trabaja en la Unidad de Cuidados Intensivos del Virgen de la Concha, Laura Beltrán, reconoce que “hay agotamiento físico, pero sobre todo mental”. Las dos olas consecutivas que ha tenido que afrontar el personal pesan sobre los hombros.

Laura Beltrán Emilio Fraile

Victoria Larruscain | Enfermera

“Ves algunas conductas irresponsables y da rabia”

Las enfermeras constituyen un pilar básico del trabajo en la UCI. Dentro, el paciente copa toda la atención; fuera, la realidad a veces genera impotencia: “Ves algunas conductas irresponsables y da rabia”, reconoce Victoria Larruscain, una de las trabajadoras del área, que practica el “autoconfinamiento” en su vida fuera.

Victoria Larruscain Emilio Fraile

Conchi Tarancón | Jefa de servicio 

“La gente se ha olvidado totalmente de nosotros”

La jefa del servicio, Conchi Tarancón, acumula horas de trabajo y de inquietud. Especialmente, en semanas como esta, en las que la saturación acecha. Además, hace tiempo que percibe menos respaldo social: “La gente se ha olvidado totalmente de nosotros”.

Conchi Tarancón Emilio Fraile

La vida de los sanitarios fuera del hospital también se ve condicionada por un trabajo que “afecta psicológicamente”

Elena Sutil | Enfermera

“Para las familias, vivir algo así es horroroso

 Las trabajadoras de la UCI afrontan cada día en la primera línea contra la pandemia. Desde ahí perciben el sufrimiento que padecen aquellas personas que ven peligrar la vida de sus seres queridos: “Para las familias, vivir algo así es horroroso”, señala Elena Sutil.

Elena Sutil Emilio Fraile

Nuria y Conchi | Trabajadoras de la limpieza

“Estamos en zona COVID desde marzo y tenemos muchísimo trabajo

“Trabajamos en zona COVID desde marzo, pero somos como las últimas”. Nuria y Conchi, que omiten sus apellidos, son dos de las mujeres que acceden a la Unidad de Cuidados Intensivos para limpiar y desinfectar la zona. También lo hacen en planta. Siempre en zonas afectadas por el virus: “Supuestamente, no tenemos contacto directo, pero entramos en las habitaciones y hacemos lo que se nos pide”, subrayan.

Nuria y Conchi. Emilio Fraile

Pincha aquí para ver la recopilación de las tres entregas del serial.

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