Todo lo que ha acontecido en los últimos meses de 2020 en cuanto al proceso electoral de la Real Cofradía del Santo Entierro no ha ocurrido. O lo que es lo mismo, la hermandad ha optado de esperar a que la situación sanitaria permita celebrar la elección de su nuevo presidente y, entonces, se abrirá un nuevo proceso de candidaturas para que los hermanos puedan elegir al futuro responsable. La decisión de la directiva, encabezada por su responsable en funciones Graciliano Hernández, viene a dar la razón a los expresidentes del Santo Entierro que recurrieron el proceso –por entonces, se había paralizado al ser incompatible la emergencia del COVID– y que reclamaron, precisamente, la anulación completa del procedimiento porque, además, se habría incumplido el “quorum mínimo” para apoyar a un futuro presidente.

Tras reclamar la anulación, los firmantes del documento recibieron una carta de Gracialiano Hernández en la que la hermandad reconoce, punto por punto, los argumentos esgrimidos por los expresidentes Luis Boizas y Macario Delgado, anuncia una nueva convocatoria “cuando el nivel de alerta lo permita”, “incluso con un nuevo periodo de presentación de candidaturas”. Es decir, que los actuales contendientes –Ricardo Alonso Galán, Israel Velasco y Alfonso Martín– deberán presentar de nuevo su candidatura si así lo estiman y otros hermanos que cumplan con los requisitos podrán también acudir al nuevo proceso.

En dicha comunicación, Hernández llega a “pedir perdón” por los errores que “haya podido cometer”, pero responsabiliza de la celebración de las elecciones (hasta que fueron aplazadas) a la petición expresa del administrador diocesano, José Francisco Matías Sampedro. El presidente en funciones reconoce que la segunda ola del COVID hacía “imposible” el procedimiento en “las mínimas condiciones de seguridad”. “Pese a ello, se nos solicitó, tras diversas entrevistas con el administrador diocesano, la celebración del proceso electoral”, reza en el documento que firma Graciliano Hernández.

Con la urgencia de un mandato, el de Hernández, prorrogado hasta final del año pasado, se convocan las elecciones con el capellán, Florencio Gago, como secretario. En el plazo previsto se presentan las citadas tres candidaturas, pero finalmente, el 3 de diciembre se toma la decisión de posponer la celebración al no tener capacidad el Santo Entierro de realizar la elección de forma telemática, la única posible dada la alerta sanitaria. Tras la misiva de Boizas y Delgado de Castro, no solo se ha aplazado la elección, sino que se anula el proceso a la espera de empezar de nuevo.

LA POSTURA DA LA RAZÓN A LOS EXPRESIDENTES QUE RECLAMARON LA NULIDAD

Aunque las elecciones a nuevo presidente en la Real Cofradía del Santo Entierro se suspendieron en la víspera de la convocatoria –la celebración estaba prevista para el sábado cinco de diciembre– dos antiguos responsables de la hermandad, Luis Boizas y Macario Delgado de Castro, tomaron la decisión de enviar una carta a la junta directiva para reclamar la “nulidad” completa del proceso, al entender que no se daban las condiciones sanitarias ni de quorum para la elección de un nuevo responsable. Ahora que conocen, a través de Graciliano Hernández, que lo vivido hasta la fecha ha quedado anulado, Boizas y Delgado de Castro se dan por “satisfechos”.

Tal y como reza en la carta enviada por Hernández, “cuando el nivel de alerta sanitaria lo permita se celebrará la asamblea general ordinaria y a la mayor brevedad posible, la asamblea general extraordinaria”. Así “se abrirá, incluso un nuevo periodo de presentación de candidaturas, anulándose las anteriores, a fin de que todos los hermanos, o los que así lo deseen, puedan concurrir sin limitaciones de ningún tipo y que permitan unas elecciones con el mayor grado posible de participación”.

Atrás queda el intento de la real cofradía de buscar, sin éxito, un lugar adecuado para la celebración de la asamblea en plena pandemia. Un esfuerzo que llegó a barajar unas eleciones en la iglesia María Auxiliadora, el pabellón de deportes Ángel Nieto de la ciudad o incluso el frontón San Atilano de La Horta.