En un año nefasto a todos los niveles, la administración dirigida por Francisco Guarido ha tenido que dejar al margen su calculada hoja de ruta para centrarse en lo esencial, que no ha sido otra cosa que tratar de amortiguar el impacto de la crisis sobre los ciudadanos. Han sido nueve meses perdidos, reconoce, a nivel de proyectos. Y el coronavirus ha provocado un auténtico desajuste en el apartado económico. Por eso, ahora que se empieza a vislumbrar una tenue luz al final del túnel, el alcalde pide al resto de administraciones que salgan al rescate de los ayuntamientos; los que, a su juicio y siempre en el caso de Zamora, han puesto el dinero “contante y sonante” durante este ejercicio.

–¿Cómo se hace un resumen de un año como este 2020?

–Ha tenido sus cosas positivas y sus cosas negativas, aunque estas últimas hayan tenido más profundidad. Por la parte administrativa, la pandemia nos ha llevado a una paralización de la contratación durante seis meses. Por la parte social, hemos tenido que reconsiderar la situación económica y ayudar a la gente que lo ha necesitado. El resumen, es evidente, es que lo negativo ha podido a lo positivo. Espero que 2021 sea distinto.

–¿Ha sido considerable ese incremento de las ayudas al ciudadano afectado por la crisis?

–Sí, sí. En ayudas de urgente necesidad metimos 200.000 euros más de los que son habituales y se ha consumido la partida entera, lo que hace un montante de casi 400.000 euros repartidos entre las familias. También introdujimos las ayudas a quienes se vieron obligados a cerrar sus negocios en marzo que, por cierto, creo que fuimos el primer ayuntamiento que dimos dinero directo al bolsillo. Eso fueron 2.750 ayudas por valor de 1,3 millones netos dirigidas fundamentalmente a autónomos de hostelería y comercio. A ello hay que sumar la iniciativa de los bonos solidarios, que ayudan a los desempleados y al comercio de manera conjunta, por valor de 120.000 euros y con efecto multiplicador. Creo que hemos ayudado mucho a la gente y todo eso pensamos repetirlo en 2021. Es algo que anuncio con firmeza.

–¿Un nuevo plan de rescate a las familias?

–La entrada en el nuevo año va a ser muy complicada. La hostelería cerró a principios de noviembre y es justo que reciban las mismas ayudas que se otorgaron con el cierre de marzo. Vamos a repetir el plan Relanza, de manera que cada local que ha cerrado termine recibiendo mil euros. Y es una ayuda de una administración que, al final, no tiene las competencias.

–¿Echa de menos más apoyo del resto de instituciones?

–La realidad es que las competencias sobre estas cuestiones son del Estado y de la Junta. Nosotros lo único que hacemos es complementar. Pero, al final, ese complemento del Ayuntamiento de Zamora es el que se ve, porque los demás no han metido dinero contante y sonante. Si todas las administraciones hubieran dado lo que en proporción ha dado este ayuntamiento, a lo mejor los sectores de hostelería y comercio estarían mejor. Hablamos de que la Junta tiene doscientas veces nuestro presupuesto y, el Estado, diez mil. Me hubiera gustado que se hiciera aquí lo que se ha hecho en Alemania. Lamentablemente, muchos van a sucumbir, porque las ayudas son escasas.

–Las diferentes patronales han pedido al Ayuntamiento de Zamora un esfuerzo mayor del realizado. ¿Han hecho todo lo que han podido?

–Absolutamente, sí. Los cálculos que tenemos a día de hoy es que en 2020 vamos a dejar de recaudar 800.000 euros por las bonificaciones sobre tasas a negocios. Por otro lado, vamos a tener gastos no previstos derivados del COVID por valor de casi tres millones. Un ayuntamiento no puede ir más allá, porque entraríamos en bancarrota.

–Sin embargo, el ciudadano, que es quien manda, le sigue diciendo casi a diario en sus redes sociales: “Apoye a las empresas y traiga otras nuevas”.

–A mí la reacción de la gente ante estas cuestiones me parece normal, correcta e incluso diría que es de lo que se trata. Lo que pasa es que los ayuntamientos tenemos unas competencias y un dinero. Los responsables de traer empresas no somos nosotros; al menos, no los únicos. Entiendo que mucha gente piense que todo es del Ayuntamiento: sanidad, educación, traer empresas… No es así. Traer empresas tiene que ser tarea de todos, pero ejecutar una política industrial y económica que potencie eso, no es responsabilidad de ninguna ciudad.

–Sí está en su mano potenciar la obra pública para crear puestos de trabajo. ¿Habrá un impulso en 2021?

–Lo estamos agilizando todo lo que podemos. A mí, lo que me extraña, es que la oposición de Partido Popular y Ciudadanos nos diga que por qué invertimos, que hay otras necesidades. Miren, hay que mantener los puestos de trabajo de la gente y para eso hay que invertir. La realidad es que teníamos un plan inversor a cuatro años y hemos perdido nueve meses, el tiempo que la Plataforma de Contratación ha estado cerrada. Pero mantenemos todo lo previsto. Ahora mismo, cualquiera que entre en la Plataforma verá que hemos sacado durante noviembre y diciembre una gran cantidad de obras. El próximo año 2021 invertiremos muchos millones.

–Lo harán, en gran medida, con cargo a los remanentes de Tesorería, dado que el capítulo de inversiones en sus presupuestos ha caído de forma notable desde 2015. ¿Es verdad, como dice el PP, que el día que se gasten todo ese remanente habrán destruido la capacidad inversora del Ayuntamiento?

–Tienen parte de razón, pero ese planteamiento no es que lo haga el Partido Popular, sino que lo hemos hecho nosotros. La diferencia entre los presupuestos del PP hasta 2015 y los de Izquierda Unida desde entonces es que nosotros hemos aumentado gastos de personal recuperando todos los derechos perdidos, hemos aumentado el gasto social, hemos aumentado todos los planes de empleo y además hemos reducido el gasto corriente en tres millones. Por eso, en el balance, la inversión tiene que disminuir.

–¿Y es por eso que no bajan impuestos?

–Si bajamos los tributos, entraremos en bancarrota. De hecho, la situación ya es muy delicada porque hemos gastado mucho más dinero con la pandemia, hemos recaudado menos y tenemos una crisis potente. La disminución de la recaudación tiene que verse compensada con las transferencias del Estado, pero llevan años congeladas. Si viene dinero de Europa, espero que repercuta a través de las transferencias. Y si eso no ocurre, nos vamos a arruinar. Si no se transfiere más dinero, nosotros vamos a seguir bajando el gasto corriente en los próximos años para compensar todo lo que gastamos de más.

–Pero, para eso tienen el remanente.

–Tenemos un remanente importante que nos puede servir para los próximos dos o tres años a modo de suplencia de la escasa inversión del Presupuesto. A más de tres años vista, o hay más transferencias del Estado, o deberemos reconsiderar la tributación fiscal y plantearla al alza.

–El horizonte que dibuja es más que negro.

–A la gente hay que hablarle claro. En las condiciones económicas actuales, aguantaremos este mandato. Pero el futuro presupuestario no está garantizado después de tres años.

–¿Volverá el endeudamiento?

–Confío en que las transferencias del Estado y de la Junta cambien. Ahora mismo hacemos frente a muchas cosas que no son nuestra competencia. Educación, sanidad, servicios sociales… Son muchos millones al año en competencias impropias. O cambian las cosas, o todo el sistema de la administración local reventará económicamente en los próximos años.

–¿Qué planes tiene para el turismo en el nuevo año?

–Tenemos que entrar en una única oficina con la Diputación de Zamora. Hay que trabajar de manera conjunta, porque la capital se refuerza con la provincia, y viceversa. Además, queremos potenciar la muralla, pero nos sentimos abandonados por el Estado. Ese millón que nos prometieron, nos lo fían largo. Y, aún así, la rehabilitación integral son cinco millones.

–En los primeros compases de 2021 se quitará de encima dos grandes losas como son los contratos de basuras y parques. ¿Aliviado?

–Es un alivio. Son los principales contratos en cuantía, pero también los que más repercusión tienen sobre el ciudadano. Si todo va bien, podrían estar en servicio a finales de abril.

–No obstante, existen proyectos que continúan su peregrinaje por el desierto. ¿Qué pasa con el Banco de España?

–Es una obra que se ha atravesado, no ha habido buena suerte. La empresa no está cumpliendo los plazos y por eso le daremos unas semanas más. Cuando los técnicos nos digan que es imposible que cumplan, probablemente rescindiremos de nuevo el contrato y volveremos a licitación.

–Tras dos adjudicaciones fallidas y una desierta, ¿no puede ser que el proyecto no es adecuado tal y como está planteado?

–Sinceramente, yo creo que es una cuestión de mala suerte. En la segunda licitación pusimos 200.000 euros más que en la primera y con un tercio de la obra hecha. La empresa licitó con todo conocimiento de causa y el dinero es más que suficiente.

–La cuestión es que esta obra lastra la del ayuntamiento viejo y el Museo de Baltasar Lobo.

–Todo va encadenado, pero las cosas son como son. No podemos dormirnos. Si vemos que no va a cumplir, rescindiremos el contrato y licitaremos en pocos meses. Mientras tanto, seguimos avanzando en el proyecto de obra, museográfico y museológico de Baltasar Lobo.

–El Gobierno ha dado un nuevo varapalo a Zamora con el 1,5% cultural. ¿Qué se ha hecho mal esta vez?

–Yo jamás he dicho que se haya hecho mal. Es un sistema de concurrencia competitiva con unas bases y unos puntos que se valoran. A mí lo que me sorprende es que el año pasado fuimos el primer proyecto que no entró en el corte y este año, que, objetivamente, lo hemos hecho mucho mejor, tampoco entramos. A lo mejor los demás han sido más listos que nosotros, no sé. Tampoco creo que haya circunstancias políticas, aunque sí he visto muchos proyectos de ciudades del PSOE en la resolución. Como sea, la realidad es que estoy cansado de esperar. Tenemos un proyecto redactado para el Puente de Piedra que llevaremos a cabo, aunque menos ambicioso. Y también estoy cansado con el Mercado, así que lo haremos con fondos propios.

–El Gobierno ha aprobado, y parece que avanza, la Estrategia Común de Desarrollo Transfronterizo. ¿Está siendo Zamora poco protagonista en esta cuestión?

–Yo creo que sí está siendo protagonista. De hecho, aquí celebramos una de las primeras reuniones. Por fin se ha planteado que existe un problema de despoblación importantísimo y que afecta especialmente a Zamora y la Raya. Pero el planteamiento es del Estado y confío en que eso se traduzca en actuaciones sobre Zamora. Lo espero de verdad, y ahí estoy muy de acuerdo con la Diputación, porque tenemos una falta de conexiones en banda ancha que es fundamental para instalar empresas. Igual que falta protección sobre el sistema agrícola y ganadero, que no pasa por las macrogranjas ni la agricultura industrial, sino por la pequeña agricultura. Necesitamos buenas comunicaciones y dinero para regenerar la industria.

–¿Mantiene su postura agnóstica sobre Monte la Reina visto el impacto del proyecto en presupuestos regionales y estatales?

–Evidentemente. Se ha presupuestado una cantidad muy ridícula para querer acometer el proyecto en dos años. A Zamora no le pueden pedir dinero, a Toro tampoco y a la Diputación tampoco. Creo que a la Junta sí, aunque esto no deja de ser un compromiso electoral del PSOE y del presidente del Gobierno. Hasta el momento, seguimos escépticos.