Ya ha superado las cinco mil visitas y todavía le queda más de una semana para seguir sumando adeptos. Se trata de una exposición para disfrutar varias veces, porque lo que atesora “Belenes del mundo” son verdaderas joyas, puestas a disposición del público gracias a la generosidad del matrimonio Basanta Martín, que presenta una pequeña recopilación de su extensa colección de belenes en la sala del Teatro Ramos Carrión.

Los ejemplos de Perú, los más coloridos de la exposición en la sala del Teatro Ramos Carrión.

Hasta la ciudad han viajado por primera vez —y los promotores esperan que no sea la última— una selección de 120 grupos, representando a sesenta países de los cinco continentes. Junto a Zamora, Granada y Sevilla son las otras dos afortunadas en disponer de una exposición durante estas navidades de la colección Basanta-Martín, que aglutina más de 4.000 conjuntos en su colección personal. “Ha sido complicado elegir las que se exhibirían en Zamora, porque queríamos que fueran piezas que representaran la potencia artística de la colección, así que había que ceñirse a elementos de mucha categoría”, reconoce Antonio Basanta.

Desde Filipinas, con figuras realizadas con papel de periódico enrollado por socias de una asociación de mujeres maltratadas.

Preguntar al coleccionista por sus obras preferidas es como interrogar a un padre sobre a qué hijo quiere más. Basanta solo se “atreve” a destacar una pieza por cada continente, por su aspecto singular, como el belén africano tallado directamente en un tronco de ébano, “que descubre la riqueza de esa madera”; el conjunto “Descansando en el regreso a Nazaret”, de Asia, con un Niño Jesús despierto y en conexión directa con su madre; el belén de los esquimales de América, “por su simpatía y los nombres de cada pieza tiene grabados debajo de la base”; el belén étnico de Oceanía por ser “algo elemental, sencillo, hecho en madera local, pero muy tierno” y la ciudad tallada en madera como representación de Europa, pieza de la República Checa, “con todos los elementos de vida alrededor del nacimiento, en el centro”.

Un colmillo de animal sirve de materia prima para elaborar una representación de la adoración al Niño Jesús en África.

Para Basanta, la magia de los belenes radica en tener el respaldo de ser una manifestación artística que tiene más de 1.500 años de antigüedad. “Aparte de su función religiosa y catequética, tiene un enorme valor antropológico, porque arrastra muchas de las tradiciones que de una manera sincrética la Iglesia católica asume como propias y plasma en el belén. Además, arrastra cuestiones de carácter etnográfico, como la vestimenta, los oficios o distintos utensilios. Forma parte de la mayoría de culturas rurales que, lamentablemente, estamos perdiendo, por ser eminentemente oral”, argumenta.

Los conjuntos de África se caracterizan por el uso de la madera de ébano, algunos tallados directamente sobre el tronco.

Por otra parte, achaca a España y su expansión durante su época de esplendor la razón por la que esta tradición está repartida por todo el mundo. “El belén es una forma de identidad cultural española y está en todos aquellos países con los que, de alguna u otra manera, tuvimos relación. Somos una de las culturas fundacionales de la civilización y nos tenemos que sentir orgullosos de ello”, subraya el coleccionista, quien se remonta hasta el año 1976 para poner el punto de partida del inicio de su afición. “Cuando comencé la colección, no pensé en lograr estas dimensiones y variedad, pero me alegro, porque algunos autores ya no están y habría sido imposible conseguir ahora algunas piezas”, confiesa.

Tres piezas elaboradas en piedra arenisca blanca para “Descansando en el regreso a Nazaret”, procedente de Asia.

En 2000, con su mujer María Ángeles decidió compartir su pasión sacando a la luz esta colección, que sigue creciendo cada año con treinta o cuarenta conjuntos nuevos. Desde entonces, han organizado más de 40 exposiciones que son pura esencia de Navidad.