“Los empresarios sitúan a Zamora entre las provincias menos atractivas para invertir”. El titular se refiere a la provincia de Zamora y el hecho de que, a priori, sea imposible decir si se trata de una información anterior o posterior a la pandemia habla de la situación en la que se encuentra la provincia. Zamora no era en el mes de febrero precisamente la tierra de las oportunidades y el impacto del coronavirus no ha hecho más que acrecentar la situación.

Varias personas toman café en una terraza, única opción con el interior de los bares cerrado. | Nico Rodríguez

Con todo, el revés que ha sufrido la provincia en los últimos meses ha sido más que severo. La presentación del estudio de Unicaja sobre las previsiones para Zamora publicado a principios de año indicaba que la economía zamorana crecería un 1,5% durante el año 2020, a un ritmo bastante más lento que el conjunto de la comunidad. Pero crecimiento, al fin y al cabo. Los buenos datos se apoyaban en dos sectores: el agroalimentario, puntal económico de la provincia, y el turismo, al alza en los últimos años. Ya se apreciaban signos de desaceleración, pero nada comparable a lo que finalmente ha sucedido. Es precisamente el turismo el sector que más ha sufrido en un 2020 para olvidar. Zamora comenzó el año sacando pecho en Fitur y lo termina con los hoteles cerrados. 2019 fue el mejor ejercicio turístico de la historia. La provincia pulverizó su récord absoluto de visitantes y celebró rozar, por primera vez en la historia, la cifra de los 280.000 turistas. Los datos de comienzo de año eran halagüeños. En enero, la cifra de visitantes fue muy similar a la del mismo mes de 2019, tónica que se repitió en el mes de febrero. En marzo, cerrojazo. El confinamiento obligó a cerrar hoteles, hostales, albergues... todo negocio relacionado con la llegada de viajeros bajaba la persiana, algunos para no volverla a subir en lo que restaba de año. El sector cogió un poco de aire en julio y agosto, cuando registró aproximadamente la mitad de la actividad que en los mismos meses de 2019. Malos datos, sí, pero los mejores del año. En noviembre llegaron a Zamora menos de 4.000 turistas según el INE. Todos ellos, es de prever, llegan desde otros puntos de la región, pues la comunidad está confinada perimetralmente desde antes del puente de Todos los Santos.

Apertura de las peluquerías, en mayo. | Emilio Fraile

Es imposible, si se habla de turismo, pasar por alto que Zamora no pudo celebrar en 2020 el evento que pone a la ciudad en el mapa nacional durante un puñado de días al año: la Semana Santa. La Pasión, escaparate de la capital ante el mundo, fue el primer gran evento que el coronavirus obligó a suspender, y lo hizo ya con los preparativos avanzados. La Junta de Castilla y León daba la voz de alarma el sábado 29 de febrero. Lo hacía Estrella Torrecilla, directora general de Turismo, que pedía ser “muy prudentes” a la hora de tomar decisiones de eventos que conllevan aglomeraciones de personal, como es el caso de la Semana Santa. El viernes 13 de marzo, después de jornadas de rumores, la Pasión quedaba oficialmente suspendida dejando en la ciudad unas pérdidas económicas millonarias. Los cálculos que entonces hacían los empresarios de la ciudad hablaban de un varapalo de diez millones de euros para una economía a la que no le sobra nada. Cientos de puestos de trabajo en la hostelería y en los establecimientos de hospedaje de viajeros, millares de reservas hoteleras y todo el consumo ligado a la Pasión desapareció de un plumazo. Muchas tiendas dedicadas a la venta de productos de la Semana Santa acumulan desde el pasado mes de marzo túnicas sin vender que, si se cumplen las previsiones, tampoco despacharán este año. La suspensión de las procesiones en 2021, que todavía no es oficial, se da por hecha en el seno de todas las cofradías de la ciudad.

El discurrir de la primavera familiarizó a los zamoranos con unas siglas que hasta entonces no eran conocidas para el gran público. En pocos días nadie desconocía lo que era un ERTE. La avalancha de expedientes de regulación temporal de empleo envío al paro a dos de cada diez trabajadores por cuenta ajena en solo quince días. Los datos de la Junta son tajantes. Más de ocho mil zamoranos han estado en ERTE desde que en el mes de marzo el Gobierno flexibilizara esta medida para evitar los despidos y propiciar una mejor recuperación del empleo en la recuperación. Más de dos mil empresas han recurrido a esta figura, la mayoría dedicadas al sector servicios, el más golpeado por la situación.

Varias jóvenes en una terraza de la Plaza Mayor en noviembre | Emilio Fraile

La primera ola del COVID sirvió además para poner de manifiesto la importancia del campo. Los negocios agroalimentarios, considerados esenciales, jugaron un papel primordial a la hora de garantizar el abastecimiento en los hogares. Sin embargo, el sector no es ajeno a las dificultades que desde un punto de vista económico ha generado la pandemia, dificultades a las que hay que hacer frente, al caer de forma drástica y repentina uno de principales mercados del sector, como es el de la hostelería. Esta situación lleva a la activación de numerosas medidas por parte de las administraciones para intentar dar salida a las producciones, con las ayudas al almacenamiento para carne y lácteos, o iniciativas como “De la granja a la mesa”.

También se intenta impulsar el consumo particular en los hogares en un momento en el que el comercio “online” se convierte en una alternativa cada vez más en auge y supone un cierto alivio para muchos productores, aunque lejos de la comercialización habitual.

En mayo, con el levantamiento parcial de las duras restricciones del mes de abril, la economía zamorana por fin quitaba el freno de mano. Lo hacía después de seis semanas con la hostelería y el comercio no esencial cerrado a cal y canto, lo que dejó en los pequeños empresarios unas pérdidas que todavía pesan. Los cálculos indican que las seis semanas de confinamiento primaveral supusieron a la economía zamorana unas pérdidas directas de cien millones de euros, un mordisco más que considerable al Producto Interior Bruto provincial.

Los expertos prevén que la economía tarde al menos tres años en alcanzar los niveles del pasado mes de febrero

Zamora, y el resto de España, comienzan la desescalada y eliminan restricciones a un ritmo que ahora, a la vista de la evolución de los contagios, se ha considerado demasiado rápido. Los comercios, que el 4 de mayo comenzaron a atender solo con cita previa, aumentan su aforo. Los bares y restaurantes, que retomaron la actividad solo con servicio de terraza, abrían sus interiores de una manera cada vez más generosa. La actividad repuntó durante los días más largos del año. De hecho, algunos locales de hostelería de la capital apuntaban que el hecho de que muchos zamoranos no pasaran sus vacaciones fuera les dejó ciertos beneficios. En un contexto en el que llevar mascarilla no era obligatorio y las restricciones eras muy leves, el virus encontró el caldo de cultivo perfecto para volver con fuerza a partir de la segunda mitad de agosto.

Septiembre y octubre pasan mientras los contagios aumentan a buen ritmo. De nuevo el turismo es el primer sector perjudicado. Los hoteles que habían decidido retomar la actividad reducen plantilla y muchos cierran ante la ausencia de viajeros. Antes del puente de noviembre, ya con el segundo estado de alarma en vigor, Castilla y León se cierra a los visitantes de otras regiones y se impone un toque de queda a partir de las diez de la noche. Los bares pierden el servicio de cena y muchos trabajadores vuelven al ERTE. El viernes seis de noviembre la hostelería, gimnasios y las tiendas no esenciales de los centros comerciales echan el cierre durante más de un mes. Un nuevo parón que echa sal en la herida abierta del primer confinamiento.

Las previsiones para los siguientes meses no son buenas. Unicaja, la misma entidad que a principios de año hablaba de un crecimiento del 1,5%, aseguró hace unas semanas que el parón primaveral supuso a la provincia una caída de casi el 20% del PIB. Aunque se espera que la situación mejore, la economía de la provincia habrá perdido entre el diez y el doce por ciento de su valor cuando finalice el año. Y 2021 no será, por lo que indican las previsiones, el año de la recuperación. Si las vacunas funcionan y no hay nuevos confinamientos, la recuperación en la provincia de Zamora queda pospuesta hasta finales de 2023 o principios de 2024, según el Colegio de Economistas de Valladolid, Palencia y Zamora. “El coronavirus lo ha trastocado toco, nos ha machado”, apuntan.