Natural de Villanueva del Campo, María Escarda estudió económicas. No era su camino. Su espíritu inquieto la mantenía en constante búsqueda, pero “nada me llenaba”, confiesa. “Después de probar muchas cosas”, de trabajar y ser independiente, a los 26 años, optó por “la entrega a los demás como forma de vida”, aunque “ser monja nunca entró en mis planes y tuve muchas discusiones con Dios”. Su comunidad, Servidores del Evangelio de la Misericordia, la condujo a Argentina y a Perú y, hace unos años, a África, a Togo, desde donde vino a Zamora en marzo para ver a su padre de 83 años. El COVID le atrapó, pero no la paralizó: organiza mercadillos con las parroquias para vender objetos artesanales de las mujeres de su pueblo en Togo, “ya hemos escolarizado a niños con el dinero que he conseguido en Zamora”.

–Apenas se habla de los efectos del COVID en África, ¿cómo está repercutiendo en un continente con tan escasos recursos?

–Es una sorpresa, se decía que sería un desastre, pero no ha llegado tanto, aunque el continente es muy grande y no es lo mismo Marruecos que Togo, Sudáfrica o Kenia. Ha afectado más en el norte o el sur, donde hay más movimiento de población. Pero a Togo no va nadie, no sé si ese es el motivo o la media de edad, la mayoría de la población es de 0 a 17 años, no hay de 65, la franja de edad mas afectada. Además, allí hay infecciones mucho más graves, mueren miles de niños al año por malaria, todo el mundo la padece. Si miras cifras, el COVID no es nada para ellos.

–¿Su organismo está mucho más preparado para defenderse de este virus?

–No tengo conocimientos, pero los cuerpos se preparan a nivel de inmunización, si vives en una “vitrina” enfermas de cualquier cosa, pero cuando convives con muchos virus, el cuerpo también se prepara para luchar. Ha afectado y hay gente que ha muerto.

–¿Cómo viven las restricciones sanitarias?

–Son las mismas que aquí, pero allí no se puede controlar porque la gente tiene que salir al mercado a vender, si las cumplen mueren de hambre. Es imposible, la gente vive socializando todo el día, hay millones de habitantes, no puedes meter a la gente en su casa, entre otras cosas, porque viven fuera, vivimos en chocitas, y estamos todo el día fuera de ellas, no existe un tejado en lo pueblos, ¿ eh?.

–¿Cómo ven esta pandemia?

–No se habla tanto de esto, preguntan cómo estáis, pero no le dan más importancia. La inmigración sigue viniendo, las pateras, es tal el sueño europeo, la imagen que tienen de nosotros tan maravillosa que en sus cabezas no tienen presente el virus y los contagios. De todas formas, no llegan tantas noticias de Europa, no saben tanto sobre cómo vivimos.

–Esa ensoñación sobre Europa, ¿por qué está tan arraigada si muchos han visto la realidad?

–Mucha gente que ha venido ha hecho dinero, ha encontrado un trabajo y papeles. ¿Sabes lo que son 100 euros para ellos? Allí eres multimillonario con 1.400 euros de sueldo. La Sanidad es una miseria, una misionera que vino para Navidad me decía asombrada: “He ido al hospital y me han hecho dos pruebas gratis”. Allí si tienes una infección la sufres, no puedes ir al médico ni hay pruebas. Imagina a un africano cuando llega aquí y le llevan a un hospital. Cosas mínimas para nosotros, un grifo, agua caliente, para ellos es un milagro.

–¿Vuelven muchos o, al final, se quedan en España?

–Los que he conocido se quedan aquí y, al final, se traen a su familia, cuando ya tienen papeles y una situación legal y bastante estable. Siempre vuelven, pero solo una temporada.

–¿Se llegan a desarraigar?

–No te creas que es tan fácil, la cultura africana es muy potente. Donde yo vivo la mayoría son musulmanes, vienen a España y no hay mezquitas, igual en el sur hay más, y necesitan vivir su religión, sus costumbres.

–¿La Iglesia debe modernizarse o morirá?, ¿no cree que se está muriendo por no hacerlo?

–Sí, sí. La Iglesia tiene que modernizarse, tenemos una Iglesia todavía muy de vela y de abuela, y creo que la Iglesia es la que camina por la calle, la que hace mercadillos, una Iglesia mucho más aperturista.

–¿Por qué no son capaces de hacérselo ver a los de arriba?

–Es difícil comprender qué está pasando, no sé decirte. El papa Francisco habla de una Iglesia de los pobres y ha dado varias vueltas a muchas cosas, pero también la Iglesia la forman hombres frágiles y mujeres frágiles. Veo que vienen generaciones más postmodernas en todo.

–La sociedad reclama cambios, ¿la Iglesia sigue con los oídos tapados?

-Hay un rechazo muy grande de los jóvenes a la Iglesia en España y eso también lo hace más difícil. La sorpresa de este tiempo para mí es toparme con mucha gente muy abierta, muy solidaria, gente me dice “yo creo en tu Iglesia” y yo les digo que la mía es la misma que la del resto de católicos. Dios hará su camino, igual tiene que morir del todo para vivir. Yo voy a misa a mi pueblo y es todo gente de 80 años, yo soy la más joven con 50, por eso pienso, esto morirá.

–¿No cree que se percibe a la Iglesia como un estamento más apegado al poder y alejado de los problemas de la gente?

–Pero no es así, tenemos clichés al respecto, muchísima gente católica trabaja pie de calle. A veces, la gente no se preocupa de entrar y ver, conocer. La Iglesia es Cáritas, el Banco de Alimentos, Proyecto Hombre, muchas organizaciones, hace una labor muy buena.

–¿No continúa en manos de quienes tienen una idea muy alejada de esta sociedad abierta? Algunos prelados realizan manifestaciones que sobrecogen.

–Son pocos, a veces ponemos el foco en lo negativo. La Iglesia no es solo eso, hay que mirar las cosas con más objetividad, los medios de comunicación tampoco ayudan.

–¿Cómo se podría eliminar el rechazo a la inmigración?

–Se podría hacer de una forma organizada, no se puede prohibir. África es un continente rico, coltán, oro, diamantes, petróleo..., no seamos hipócritas. Dejémosles en paz, que vivan su vida y nosotros la nuestra, pero, mientras nosotros les estemos robando y el sistema les está quitando lo que tienen para vivir, no les impidamos venir. Seamos justos.

–¿Qué opinión tienen de que Europa les cierre el paso, se sienten maltratados y explotados?

–Hay una rabia interna, sienten que se les explota y no se les deja salir de África. La gente con más cultura, con estudios, se siente un poco la basura del mundo. Notas que existe desconfianza, porque se la ha utilizado, han ido de mano en mano.

–¿Sienten que solo valen por la riqueza de su país?

-Sí, trabajamos mucho la formación de valores para que se crean la dignidad humana que tienen, esa es mucha nuestra labor, para mí es la fe, que tú como persona creas en tu dignidad y, más, como mujer. El valor que tienen por ser quiénes son, que negros y blancos son iguales.

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–¿Le queda mucho a la mujer para tener algún valor?

–La cultura, la sociedad africana sigue siendo muy machista, la mujer vale muy poquito, es el ama de casa que tiene a los hijos, trabaja, mucho en el campo. La poligamia existe, la mayoría de hombres tienen tres y cuatro mujeres, pueda mantener o no a los hijos. Es un problema.