Manuel Sevillano (Madrid, 1965) ejerce como director de Reputación y RSE de Atrevia, una de las empresas implicadas en el consorcio público-privado que aspira a traer el centro de innovación digital europeo sobre economía del envejecimiento a Zamora. Este licenciado en Derecho, con formación complementaria en materia económica, analiza los hábitos del consumidor sénior y pone el foco en una provincia que no le es ajena. Su familia procede de Pinilla de Toro, otro de esos lugares que ha ido perdiendo población a lo largo de las últimas décadas.

-¿Por qué se está poniendo tan de moda la economía del envejecimiento?

-Es una moda obligada. En España somos quince millones y medio los que tenemos más de 55 años. Eso supone en torno a un tercio de la población, por lo que no podemos volver la cara ante esa realidad. Además, hay que empezar a cambiar estereotipos. Precisamente, el jueves presentamos en la Fundación Mapfre el barómetro sobre el consumidor sénior con la presencia de la vicepresidenta cuarta, Teresa Rivera. Ahí explicamos que el consumidor sénior es alguien que tiene una importante capacidad de ingresos, que están llegando a la jubilación las mujeres que afortunadamente se incorporaron al mercado laboral y que un 55% de los hogares sénior reciben dos fuentes de ingresos. Es importante la cantidad que perciben, pero además el 90% son propietarios de su casa, y de ellos el 75% tiene la hipoteca pagada. Con lo cual, su capacidad de gasto es importante. 

-¿Zamora necesita mirar hacia ese grupo de personas, que empiezan a ser mayoría, especialmente en esta zona, y que tienen mayor poder adquisitivo?

-Claro. Es una franja de la población muy atractiva, porque tiene una buena situación económica. Es una buena oportunidad para todo el que la quiera ver.

-¿Qué debe hacer un territorio, una institución o una empresa para impulsar esa economía orientada a los mayores?

-Como decía antes, hay varios estereotipos en torno a esto. Uno, que a mí me llama bastante la atención, y creo que no destapo nada, es que las personas que entran en esta franja de edad no se plantean, en un futuro, ir a una residencia, pero el 60% vive en una casa que no está adaptada. Eso abre un montón de posibilidades, tanto para el tema del urbanismo, como de la reforma en los hogares, como para los servicios centralizados en poblaciones… Eso por un lado, que me parece un dato incontrovertible: cuando uno no quiere mudarse, pero su casa no está adaptada, se abren opciones. Otro tema que llama la atención es que ya está llegando a esa edad gente que es tecnológica. La brecha digital empieza a ser un mito, porque es gente acostumbrada a utilizar la banca online, a comprar por Internet, a ser activa en redes sociales… Todo el tema de comercio online es un reto para las empresas logísticas que quieran atender a esta franja de población. 

-En esta provincia, más allá de la brecha digital, ahora mismo representa un grave problema la propia digitalización del territorio. ¿Es lo primero que se debe solucionar?

-Eso es un problema o una oportunidad para quien la quiera ver. Es cierto que es un elefante que tenemos en la habitación, en el contexto de la España Vaciada, y es que tenemos esa tendencia a vivir en las ciudades. Ahora, probablemente, la pandemia nos haga replantearnos esta situación y eso es una oportunidad para territorios como Zamora. Si las personas ya son tecnológicas, y el mundo online ha llegado para quedarse, yo creo que después de la pandemia ni vamos a trabajar como trabajábamos, ni vamos a consumir como consumíamos, ni vamos a relacionarnos igual. Creo que no descubro la pólvora y me parece un cambio que ofrece oportunidades. En el tema de la digitalización, la falta de acceso a la tecnología es una ocasión para los operadores, y yo creo que ellos ya la han visto. Las empresas ya han caído en la cuenta de que tienen que armonizar el rol social con el rol económico. Ya, de hecho, ninguna se atrevería a afirmar que solo les mueve el dinero. Probablemente, este proceso será más lento de lo que querríamos, pero de forma irreversible todos los territorios tendrán acceso a buena conexión a Internet. Es una obligación social.

Manuel Sevillano, director de Reputación y RSE de Atrevia.

-De nuevo en relación con la pandemia, y al hilo de lo que comentaba sobre las residencias, ¿considera que el COVID va a acelerar el final de estos centros como los conocemos ahora para dar prioridad a una atención diferente y en los propios domicilios?

-Sí y eso es algo que ya se ve muy claro. Como todos los grandes movimientos, y si ponemos un poco de distancia sobre lo coyuntural, la pandemia lo ha cambiado todo. No serán unas noticias que abran los telediarios, pero hay movimientos de fondo. Lógicamente, el teletrabajo ha venido para quedarse, la teleasistencia también... Luego, nadie quiere trasladarse a priori a una residencia, sino quedarse en su casa con una buena calidad de vida. Eso ofrece un abanico de posibilidades en el caso de un grupo de gente que, además, tiene sus casas en propiedad y, por tanto, tiene más posibilidades económicas.

-¿La generación que entra ahora en esta edad es un grupo de gente que, dicho de forma coloquial, ha hecho dinero?

-Estamos hablando de una generación que ahorra más que las otras. También es lógico. Si tienes más ingresos, son estables y ya has pagado la hipoteca, tienes capacidad de ahorro. Te doy un dato: un 56% de las personas de esta generación en España ahorran todos los meses y, de ese porcentaje, un 43% ahora entre un 11 y un 30% de sus ingresos. No serán millonarios pero, en general, tienen capacidad de ahorro y una vida desahogada.

-¿Va a ser muy diferente la tercera edad que vayan a tener los niños del baby boom en relación con la de los niños de la posguerra?

-Todas las generaciones tienen unas pautas un poco distintas. En este caso, ha habido dos grandes fuerzas que son la tecnología y la globalización, que lo han cambiado todo y eso va a acabar modificando las pautas o los comportamientos de todas las generaciones. De cara al futuro se presentan muchos retos. Por ejemplo, cómo va a afrontar España el tema demográfico o el sistema de pensiones. Habrá que ir solucionándolo como sociedad. Los baby boomer están llegando ahora a la generación “silver”, y desde los 55 hasta la edad media de esperanza de vida les quedan 30 años en los que tienen mucho por hacer. 

-¿Qué papel deben jugar en todo esto las administraciones públicas?

-Evidentemente, deben crear las condiciones para que todo esto se dé. La administración pública es un facilitador y un creador de condiciones para que las iniciativas privadas surjan. Además, esto de la colaboración público-privada cada vez se hace de forma más natural. Y claro que tienen que jugar un rol fundamental las administraciones. Son las que crean las condiciones y pueden influir en los comportamientos de la sociedad, por vía legislativa o comunicativa. Pueden usar sus cauces para dar respuesta al hecho de que un tercio de la población está en la "silver economy" y tiene una importancia económica y política, porque no hay que olvidar que también vota. Un dato curioso es que, en el Parlamento español, solo un tercio de los diputados tiene menos de 55 años.

-¿Falta una estrategia de acción a nivel político?

Podríamos caer en lo fácil y criticar al político, aunque hay que decir que a veces es recomendable también para que no se confíen, pero estamos en un momento en el que se están reconfigurando los roles. La empresa tendrá que definir su rol y los poderes públicos, en cualquier nivel de la administración, también. Eso sí, teniendo claros los límites. Ni las empresas pueden jugar a Estado, ni viceversa, porque hay una cosa muy clara: nosotros no podemos dejar de ser de Zamora, pero sí podemos dejar de trabajar con el Santander, porque hay alternativa. Aparte de esto, la globalización y la tecnología han acelerado movimientos y habrá que ir encajándolos como sociedad con tranquilidad y con luces largas. Yo no soy muy partidario de decir que los políticos lo hacen todo mal. Hacen lo que pueden. Algunos tienen más habilidad y éxito, y otros con menos. 

-Volviendo al tema local, en Zamora se está intentando lanzar el proyecto para contar con un centro de innovación europeo vinculado a la "silver economy". Atrevia pertenece al consorcio público-privado que se ha creado para impulsar esta posibilidad. ¿Qué posibilidades de éxito le ve? ¿Cree que este es el mejor camino para impulsar la economía de la longevidad desde la provincia?

Si no pensáramos que es el camino, no estaríamos ahí. Además, creo que es un buen ejemplo de cómo la colaboración público-privada puede generar estas cosas. ¿Cómo están las posibilidades de que nos lo den? Pues, francamente, no tengo ni idea. Creo que entramos en un territorio desconocido, porque nunca se ha gestionado tanto volumen de recursos en tan poco tiempo, y yo creo que casi nadie sabe cómo se va a resolver esto. Yo confío en que se imponga el sentido común, y creo que es un proyecto razonable, por lo que debemos ser razonablemente optimistas. Ahora bien, nadie sabe qué criterios se van a seguir y estamos expectantes.

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-¿Si no sale esta vez, considera que Zamora debe seguir insistiendo con la "silver economy"?

-No es que lo considere. Creo que es una obligación. Fuera del día a día, y de lo coyuntural, hay decisiones estructurales que afectan a la sociedad. Yo creo que estamos en una época en la que hay demasiado ruido coyuntural, y eso nos lleva a apartarnos de lo estructural. Pienso que la apuesta de Zamora por la "silver economy" es algo que es estructural y debe estar al margen de este proyecto o de otro que venga. Como todas las cosas estratégicas responde a una necesidad que está ahí. No quiero decir que no tengamos otro remedio, pero es una oportunidad.