La Audiencia Provincial ha decretado la libertad del guardia civil procesado por cuatro agresiones sexuales a una niña de 9 años en la vivienda que ocupaba en el cuartel de la Benemérita en Puebla de Sanabria hasta conocer el sentido de la sentencia tras el juicio celebrado el mes pasado, en el que la Fiscalía Provincial y la acusación particular exigían una condena para el agente, de iniciales R.A.M., de 48 años de prisión y de 20 de inhabilitación para ejercer su profesión.

El auto de la Audiencia sujeta su decisión en la consideración de que “la prueba practicada” durante el juicio conforma “un relato de los hechos diferente” al que el juez de Primera Instancia e Instrucción de Puebla de Sanabria recoge “en la instrucción” llevada a cabo. Es decir, las declaraciones del imputado, la menor, los testigos y los peritos judiciales plantearían dudas sobre cómo se desarrollaron las agresiones sexuales denunciadas (cuatro felaciones).

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La conclusión sería que las causas que llevaron al juez de Puebla a decretar el ingreso en prisión preventiva del acusado no están suficientemente justificadas. El agente recibió el viernes pasado el auto que le permite abandonar el centro penitenciario al que entró el 1 de agosto de 2019, tras la denuncia de los abuelos de la menor de edad.

La dura calificación de la Fiscalía se apoya en los informes de los forenses y del equipo multidisciplinar del Instituto de Medicina Legal (psicóloga y trabajadora social), profesionales que evaluaron a la niña tras producirse la denuncia por las supuestas agresiones ocurridas entre el 18 y el 28 de junio de 2019. Tanto unos como otras fueron contundentes al afirmar que la menor de edad había contado una experiencia vivida, que en ningún momento había inventado nada de lo que asegura ocurrió en el piso del guardia, quien está acusado de conseguir que la pequeña subiera a su casa tras ofrecerle “chuches”, gominolas, en el patio del acuartelamiento donde ella jugaba y él realizaba el servicio de puertas. Los hechos habrían ocurrido cuando la niña se encontraba bajo la tutela de los abuelos maternos, en días en los que el abuelo se encontraba fuera del acuartelamiento por cuestiones de servicio y la abuela recuperándose de un cáncer, lo que explicaría que la menor pasara más horas en el patio. Respecto al relato que la presunta víctima efectuó a su abuela paterna, en primer lugar; y, después, durante el proceso judicial cuando se le grabó la declaración para tener un testimonio lo más detallado posible, el director del Instituto de Medicina Legal, Antonio González González, fue contundente en el juicio celebrado en la Audiencia al describir que la niña les había hecho una declaración “espontánea, no inducida”. La pequeña contó directamente a los forenses que el guardia, una vez los dos en el piso, le había dijo “que se la chupara” porque, si no, iba a matar a sus padres. La menor, cuyo testimonio tildó de mentira el abogado de la defensa del agente, explicó a los médicos forenses que “no quise pero tuve que hacerlo” por temor a que cumpliera sus amenazas. El forense indicó que desde su experiencia “vi a una niña que tomaba cierta conciencia, en ese momento, de lo grave de lo que vivió” y que tenía “cierta vergüenza” al contarlo, “con tendencia a no querer recordar”. La psicóloga y la trabajadora social abundaron en que el relato de la niña sobre las cuatro agresiones sexuales no fue una mentira, “no se nos plantea que hubiera una fabulación, nunca dudamos de que fuera real”, y que la pequeña les contó “lo vivido”. Ambas otorgaron “credibilidad” al relato de la presunta víctima, con el que “transmitía dolor y sufrimiento a la hora de contar”. Por su parte, la defensa del guardia, que anunció que pediría la libertad hasta que haya sentencia, tachó a la niña de “compulsiva y mentirosa”.