Son poco más de las once y media de la mañana y Martín Martiáñez ocupa el segundo lugar en la fila de taxistas que esperan viajeros en la puerta principal de la estación de autobuses de Zamora. “Ahora estoy segundo, ni tan mal, pero la situación no es buena”, resume. Los taxistas son uno de los gremios afectados por las restricciones a los viajes aprobadas por la Junta de Castilla y León (y por otras comunidades), que impiden la llegada a la región de personas de fuera, salvo causa justificada. “Este rato es malo. Por la mañana, a primera hora, hay algo más de movimiento. Pero vamos, poca cosa. Una carrera desde la estación al Hospital Provincial.

A medio día vuelve a haber algo más de jaleo y por la tarde otra vez nada. La gente de los pueblos no viene y el turismo está prohibido. Esto es lo que hay”. Como los taxistas, muchos son los pequeños empresarios con negocios ubicados en la estación de autobuses que sufren de forma directa las restricciones a la movilidad.

Dentro de la estación el silencio es llamativo. Muchas líneas han reducido sus frecuencias y eso se nota en el hall del recinto, donde no hay viajeros. Las conexiones con Madrid, por ejemplo, se han reducido a una por sentido entre diario, una cifra nunca vista.

Estación de autobuses de Zamora capital. Emilio Fraile

Un matrimonio de jubilados come un bollo traído de casa y bebe café de un termo, única opción para hacer hora hasta la salida del coche de vuelta al pueblo porque los bares llevan ya semanas cerrados. Los autobuses que salen van prácticamente vacíos, pero son la única opción que queda para las empresas del sector.

Desde la oficina de la empresa “Zamora-Salamanca”, David Hernández augura un año complicado para el sector. Su empresa, dice, tiene autobuses en venta. “Hace menos de un año hicimos una gran inversión, de un millón de euros, que tenemos ahí parada, con los coches guardados en el garaje, devaluándose”, apunta. Con todo, insiste en que las líneas regulares, aunque muy deficitarias, son la única vía de negocio abierta en la actualidad. El alquiler de autobuses para eventos y las excursiones están paradas desde marzo. “No trabajamos nada desde entonces, nos sujetan las rutas escolares y poco más”, resume Hernández, que pese a todo apunta que “no podremos seguir así mucho más”. La empresa tiene a buena parte de sus conductores en ERTE y da por perdido el 2021. “Confiamos en recuperar la actividad en 2022, si llegamos…

Estación de autobuses de Zamora capital. Emilio Fraile

El hall de la estación está salpicado de un puñado de pequeños negocios con una característica en común: todos tienen dos puertas. Una da a la calle, para los clientes del barrio, y otra al interior de la estación, para los clientes de fuera de Zamora. Por la segunda no entra nadie desde hace mucho tiempo, asegura Berta Revuelta, gerente de la carnicería ubicada en la estación. “Gran parte de nuestra venta era a gente que venía de los pueblos y se llevaba la carne, ahora no vienen y lo notamos”, asegura la tendera, que indica que alrededor de la mitad de su caja diaria de antes de marzo dependía de las localidades cercanas a Zamora. Las perspectivas no son buenas. “El invierno va a ser largo, a ver si en primavera, con la vacuna…”.

Estación de autobuses de Zamora capital. Emilio Fraile

Las mismas personas que compraban carne en el comercio de Berta son las que aprovechaban su viaje a Zamora para peinarse o cortarse el pelo en la peluquería de Andrea Hernández. Esta pequeña empresaria abrió en la estación en enero después de 16 años en la calle de Cervantes. “Abro a las nueve y en enero y febrero tenía a gente esperando en la puerta, era una pasada”. Desde marzo se nota el bajón, hasta el punto de que el negocio ha reducido el horario y ahora trabaja solo por las mañanas. “Por la tarde la estación está muerta”. Hernández asegura que los clientes de Zamora “vienen, aunque mucho menos” y que los de los pueblos ya no acuden a la peluquería. “Si acaso, la gente que viene al hospital a consulta. Y son pocos, porque a consulta tampoco se puede venir...”, asegura Hernández, que ha recuerda que en los últimos meses ha tenido que prescindir de una joven que tenía contratada. “Como esto siga así mucho tiempo no sé qué va a ser de nosotros”, asegura.

Estación de autobuses de Zamora capital. Emilio Fraile

María Jesús Hernández y Juan Carlos Chabaú, responsables del kiosko de prensa y del local destinado a la copia de llaves y a afilar cuchillos de la estación, hablan de un panorama complicado para los próximos meses. “Este negocio casi está destinado a la gente de los pueblos y ahora no vienen, ya me dirás. La facturación ha caído un sesenta por ciento por lo menos”, apunta Chabaú. “El vecindario responde, pero la gente de fuera intenta venir lo menos posible. Mejoró algo en verano. Septiembre incluso lo salvamos. Pero en octubre empezó a caer y noviembre ha seguido igual”, indican por su parte desde el kiosko.

Pasada la una de la tarde, tras más de una hora en la estación, ningún autobús ha llegado a Zamora. Solo ha salido desde la capital un coche, con destino Salamanca. Un puñado de viajeros encuentra acomodo en los bancos junto a las dársenas mientras espera la hora de salida. Martín Martiáñez sigue en la puerta, con su taxi. “Aquí te puedes tirar dos horas fácilmente”. Al menos, ya es el primero de la fila.

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Zamora, vidas al límite | La estación de autobuses languidece sin viajeros Emilio Fraile