Adolfo García-Sastre (Burgos, 1964) es uno de los virólogos más reputados del mundo. Desde esa posición, sus aportaciones sobre la evolución de la pandemia han servido para que la ciudadanía entienda mejor a qué enemigo se está enfrentando desde hace ya casi un año. Con la vacuna como una luz al final del túnel, este experto interviene hoy, de forma telemática, en el congreso sobre “silver economy” que se celebra en el Teatro Ramos Carrión de Zamora.

–¿Hacia dónde mira el futuro de la economía del envejecimiento o “silver economy”?

–El mundo se está haciendo cada vez más mayor, y los avances que se han hecho en nutrición y medicamentos hacen que las personas que antes habrían llegado mucho más deterioradas a una cierta edad ahora estén en perfectas condiciones y puedan seguir aportando. Es importante tener eso en cuenta. La edad media que tenemos los humanos va cambiando en función de los avances científicos.

–¿Cree que los avances médicos y tecnológicos van a permitir que las personas puedan residir, durante la vejez, en sus propias casas sin necesidad de ir a residencias como las actuales?

–Mejorar la calidad de vida es algo que nos interesa a todos. Todos queremos llegar a una edad avanzada con buena capacidad. No se trata de hacer lo mismo que cuando eres joven o adulto, pero sí tener ganas de vivir. La calidad de vida es importantísima y para ello hay que estar rodeado de seres queridos. La depresión es devastadora para los mayores si no se sienten protegidos, y para eso es importante que estén en su entorno.

–¿Piensa que con la pandemia puede haber personas mayores que vean agravados ciertos problemas de salud más allá del COVID?

–Todavía no tenemos muy claro qué secuelas nos va a traer el COVID. Por un lado, están las consecuencias directas en las personas que han sufrido la enfermedad de forma severa y no han tenido la recuperación perfecta de los sistemas afectados; pero también son importantes las secuelas psicológicas. No estábamos preparados para esto; ni para pararlo, ni mentalmente. La mayor parte del mundo no había conocido nada igual, y eso puede dar lugar a problemas más tarde. Han sido y siguen siendo momentos de mucho estrés y eso puede generar problemas a la larga. Esperemos que haya suficiente atención para que las personas puedan acceder a ayuda médica y salir de estas situaciones. Ha sido un tiempo largo; casi llevamos un año de pandemia.

–¿Cree que también habrá quien sufra la ausencia de diagnóstico o el diagnóstico tardío de ciertas enfermedades por evitar acudir al médico o por la propia saturación de los sanitarios?

–Claro, eso también es un problema. Se ha parado un poco o se ha aplazado la atención sanitaria más de lo debido. Tampoco sabemos cuál va a ser el impacto de esto, al igual que desconocemos la influencia final en la economía y en el desempleo.

–A nivel local, Zamora presenta (el lunes) 900 casos por cada 100.000 habitantes en 14 días. Teniendo en cuenta estas cifras, ¿cree que son suficientes las medidas que se están aplicando?

–Hay que bajar todavía más la incidencia, y es cierto que está disminuyendo según van pasando las semanas. Aquí lo importante es que se mantenga la tendencia a la baja. Cuanta más gente infectada hay, más fácil es contagiarse. Es una curva exponencial. Primero empiezan a subir de 100 en 100, luego pasamos a 200, después a 400… Mientras suba se tienen que hacer más esfuerzos para bajar.

–¿Se tendría que haber limitado antes el contacto social?

–Claro, porque cuanto más arriba llegues, más difícil es volver a bajar. Es muy distinto el distanciamiento social que se tiene que hacer cuando hay pocos contagios que el que se precisa cuando hay muchos. Cuando hay pocos, con un pequeño esfuerzo puede funcionar; cuando hay más contagios, tienes que hacer más distanciamiento social. Es una pescadilla que se muerde la cola. Una vez empieza a subir hay que limitar más el contacto social.

–Visto desde su posición, ¿considera que la Junta ha obrado bien? ¿Cree que ha habido algún error flagrante en la gestión de la pandemia?

–Para mí ha habido dos grandes errores. El primero es un error de base, y es que no se estaba preparado para algo así, a pesar de que sabíamos que podía ocurrir. No existía la infraestructura necesaria para implementar rápidamente medidas de contención basadas en diagnóstico, traceos y distanciamiento social. Se ha tardado tiempo en tener medidas para esto. No puedes tener diagnósticos antes de que llegue el virus, pero sí contar con la capacidad para realizarlos una vez llegue. El segundo es que se ha esperado mucho antes de poner medidas más estrictas. Estaba claro que el traceo no estaba funcionando, porque los contagios estaban aumentando.

–¿Y qué viene ahora?

–Ahora nos quedan dos desafíos. Yo creo que esto va a bajar, así que el primer reto será mantener bajos los contagios sin confinamientos u otras medidas antes de que llegue la vacuna. Opino que esto va a ser difícil. El otro desafío está relacionado con cómo se va a organizar la vacunación. Es decir, si es una cosa rápida y eficiente, o si va a ser muy difícil y no se vacuna el suficiente número de gente. La distribución de la vacuna es un desafío. Cuando la gente esté vacunada, el virus va a dejar de causar tantos casos y eso va a dar lugar a que se abra la economía. Mientras haya casos, eso va a ser muy difícil.

–¿Cree que tenemos muy complicado evitar una tercera ola antes de que la vacuna llegue a un número suficiente de gente?

–Es difícil, pero es posible. Es un desafío intentar que, durante esta Navidad, cuando todavía no haya vacuna, no se disparen los contagios. Aquí, en Estados Unidos, el reto está en el día de Acción de Gracias, que es ahora. Hay que ver cuánta gente va a reunirse y qué va a suponer eso para los contagios.

–¿Qué se puede hacer para evitar esas reuniones familiares masivas?

–Lo importante es seguir haciendo un esfuerzo durante un tiempo. Es cierto que las Navidades no van a ser lo que han sido otros años, pero la vacuna está a la vuelta de la esquina y hacer un poco más de sacrificio para evitar contactos sociales es algo en lo que vamos a salir ganando.

–¿Considera que, durante el primer semestre de 2021, va a haber capacidad para vacunar al grueso de la población y regresar a la normalidad?

–Yo creo que las vacunas ya las tenemos. Lo único es que ahora deben ser aprobadas por las agencias reguladoras, que tendrán que mirarlas con detenimiento. Pero no parece que vaya a haber ningún impedimento para que vayan a ser aceptadas. El reto es el distribuirlas de un modo eficiente y rápido. Es una cuestión más de logística y social, de cómo se va a lograr la distribución de un modo eficiente para frenar los contagios.

–¿La vacuna debería ser obligatoria?

–Espero que no tenga que ser obligatoria, y espero que la gente de un modo voluntario piense que va a ser mejor vacunarse que no vacunarse. Ya sea porque no quieres infectar a tu padre, porque mientras haya contagios no van a poder abrirse los establecimientos, por impulsar la economía... Si en España no se usa la vacuna lo suficiente, pero en Alemania sí, el Gobierno alemán va a decir que la gente no vaya a España de vacaciones hasta que la población de aquí esté vacunada. Eso da lugar a problemas económicos. Es un esfuerzo que tenemos que hacer todos, y espero que sea aceptado.

–Es decir, vacunación masiva o ruina.

–Siempre hay puntos intermedios. No tiene por qué ser ruina masiva pero, cuanta más gente se vacune, más fácil va a ser superar el bache.

–¿Cuándo y cómo va a ser esa vuelta a la normalidad sin mascarilla y sin distanciamiento social? ¿Va a ser progresivo o inmediato una vez se haya vacunado a la población?

–Todo depende del número de vacunados y de la rapidez con la que se ponga la vacuna. Si se tarda dos años, el final de las medidas será progresivo; ahora, si ese proceso dura tres o cuatro meses, a partir de ahí se podrán quitar las restricciones. Todo depende de la velocidad y de la cantidad de gente que se vacune.

–¿La sociedad debe esperar que esta generación vaya a sufrir otra pandemia como esta?

–Sabemos que va a haber otras pandemias, pero es una cuestión casi de lotería. Yo lo comparo con el Gordo, que puede tocar en dos localidades en años consecutivos. Es raro, pero puede ocurrir. Va a haber otras pandemias. Lo más fácil es que no lleguen hasta dentro de 40 o 50 años, pero puede ser el año que viene.