Miguel Ángel González San Román es un firme convencido del valor de la digitalización en los procesos que pueden marcar el devenir de muchos de los lugares de la provincia. Procedente de una familia sanabresa, este ingeniero de Minsait, con más de veinte años de experiencia, está embarcado ahora en el proyecto del consorcio creado para que Zamora reciba el centro de innovación digital europeo vinculado a la “silver economy”, otra esperanza para que los pueblos inicien la remontada.

–¿Qué supondría para Zamora la llegada del centro de innovación de “silver economy”?

–Zamora tiene alguna debilidad intrínseca, vinculada a la estructura demográfica y económica. La provincia cuenta con una población envejecida, como ocurre en otros lugares de Europa y de fuera de ella, pero de esta debilidad se puede hacer virtud;_se puede construir una economía orientada hacia una población senior y hacia unas empresas que atienden a este tipo de población. Yo creo que es una ocasión de poner en valor las capacidades de construir una industria que puede ser representativa, no solo para atender a la población de Zamora, sino para explorar un mercado más allá de la provincia, y más allá de Europa incluso. Zamora puede desarrollar una estructura de un negocio moderno, basado en tecnologías avanzadas y que puede fijar empresas de ese contenido. Esto daría lugar a servicios especializados para atacar el problema del envejecimiento.

–¿Qué es exactamente un centro de innovación?

–En la nueva legislatura europea, que ha empezado hace unos meses, lo que se ha intentado es promover la especialización en las regiones. Es decir, tener menos cosas, pero más potentes. Hasta ahora ha habido bastante dispersión en muchos proyectos, y la tendencia ha cambiado para consolidar centros muy especializados y dotados con más presupuesto. La forma elegida es esta figura del centro de innovación, que va a facilitar la captación posterior de fondos procedentes de distintos programas europeos de innovación. Zamora se presenta a través de un consorcio multidisciplinar. En Europa, cuanto más variado, más gusta. Aquí, hay una administración pública, participación de empresas públicas y representantes empresariales de distintos ámbitos. Nosotros, como Minsait, estamos especializados en la digitalización. La suma de estas compañías y de los recursos de las administraciones y de Europa da forma a un proyecto para seis años que debe promover un objeto social, que en este caso es la “silver economy”.

Aquí hay una población muy envejecida, pero se puede hacer de la necesidad, virtud

–Explicado así parece que se ha ajustado el consorcio a lo que pide Europa en este mandato. ¿Qué posibilidades reales tiene Zamora de obtener este centro de innovación?

–Va a haber menos centros de innovación que en ediciones anteriores. Es decir, va a haber menos cromos que repartir, por lo que uno se la juega más. Para España, no está cerrado el número, pero parece que estará en torno a veinte. Esto es, uno por comunidad y poco más. Aquí hay una debilidad, que es que otras provincias tienen más potencia económica o más trayectoria de tener centros en ediciones anteriores, pero eso puede ser una ventaja en el sentido de que también se está premiando la especialización, y una provincia como Zamora, con un proyecto tan social y con un carácter tan innovador, puede contar con una sensibilidad política positiva, con la idea de premiar una iniciativa que tendría mucho impacto en la provincia. Por un lado, es una candidatura menos potente que otras, aunque es muy robusta desde el punto de vista de la propuesta de valor y de los socios, pero por otra parte es más importante para Zamora, lo cual puede tener un peso positivo a la hora de seleccionarla.

–¿La despoblación y el envejecimiento pueden jugar esta vez a favor de Zamora?

–Sí, porque una cosa fundamental en este programa es que haya un área clara de especialización y que eso enganche con las características socioeconómicas y demográficas de la región. Entonces, aquí es muy nítido que Zamora, desafortunadamente, es líder en despoblación y en envejecimiento, por lo que es un magnífico candidato. Cumple el perfil para experimentar y probar.

–En su caso, siempre ha defendido la importancia de la especialización. ¿Le parece adecuada la postura de la Diputación de apostar tan decididamente por el aspecto concreto de la "silver economy"?

Hay sistemas para que la atención se preste de una manera más sotenible

–Estoy bastante de acuerdo. Es algo que hemos tenido la ocasión de comentar varias veces y que va en línea con la etapa actual de Europa, que apuesta por la especialización. Se ha visto que quien mucho abarca, poco aprieta, y hasta ahora los resultados no han sido adecuados en programas en los que se han distribuido en exceso los esfuerzos. En este caso, Zamora hace muy bien en apostar por esta baza.

–La digitalización es clave en cualquier proceso, también en el de la "silver economy". ¿El primer paso no debería ser la implantación de Internet en los pueblos?

–Eso es así. Es absolutamente cierto. Para tener una economía digital y una sociedad digital, hacen falta autopistas digitales. Es decir, infraestrucuras que permitan construir industrias basadas en la conectividad. Por un lado, hay que promover el despliegue de fibra óptica, que tiene en marcha algunos programas, pero que van más lentos de lo que se preveía; y, por el otro está la parte móvil, tal vez más relevante, asociada probablemente al 5G. Mi familia es oriunda de Sanabria y lo veo cuando voy de vacaciones. Allí no hay ni conexión 4G. Eso te impide estar teletrabajando. Hay necesidades muy básicas que no están cubiertas y eso es un gran limitador.

–¿Este retraso en la llegada de Internet ha limitado las posibilidades de teletrabajo en este contexto de pandemia?

–Primero son necesarias las infraestructuras, y luego los negocios. Son cosas complementarias. Por ejemplo, la "silver economy" es negocio y servicio, pero requiere de esas infraestructuras. Si no, no será útil. Es verdad que con el plan de resiliencia hay una parte importante de gasto en esas tecnologías. Es algo que, sin duda, tiene que pasar.

–El presidente de la Diputación ha hablado, en el contexto de la "silver economy", de la robotización de un pueblo en la que estará implicada Minsait. ¿En qué va a consistir eso exactamente?

–El término robotización es muy espectacular. También se podría explicar con el concepto de ciudad inteligente o "smart city", pero aplicado a una escala inferior. En este caso, un pueblo o una comarca. La tecnología de ciudades inteligentes es útil para las grandes urbes, pero también es un habilitador de los servicios públicos de calidad que requieren de infraestructuras. Aquí, una Diputación puede jugar un rol muy importante para construir recursos comunes que se puedan compartir entre municipios. En este caso, hay algunos programas en marcha de lo que podríamos llamar pueblo inteligente, como habilitador de ese nuevo modelo de gestión. Esa es la robotización, que consiste en digitalizar y automatizar los servicios públicos: la recogida de residuos, el agua, la atención sanitaria, lo social, la educación...

–¿El objetivo son las zonas del oeste de Zamora?

–Creo que tiene más sentido aplicarlo en el oeste de la provincia, donde la estructura es más similar a la de Galicia, con muchas aldeas, y se extrema la necesidad de digitalizar para dar unos servicios públicos de calidad a un coste competitivo. En el sur son pueblos más castellanos, con servicios más fáciles de prestar. Cuando tienes núcleos muy dispersos, la digitalización cobra un valor añadido. Por ejemplo en el tema de transporte. Cuando pasas a un modelo bajo demanda, eso permite que no haya rutas fijas con un coste más elevado. Todas las tecnologías cobran más sentido en sitios con menos población, porque hacen posibles servicios que no lo serían de otra manera.

La gente mayor tiene que poder vivir en casa y bien conectada

–¿Cree que el modelo residencial también tiene que cambiar en esta dirección para que los usuarios puedan vivir en sus propias casas?

-Sí, absolutamente. Eso es algo que estamos haciendo con varios clientes. Lo que llamamos el concepto de hogar digital asistencial, cuya propuesta de valor es que la gente mayor pueda vivir en su casa, de forma independiente, confortable, segura y bien conectada con su familia, con sus cuidadores y con su entorno social. Esto significa poder hablar con su banco, y que este le pueda decir, a través de un altavoz inteligente en su casa, cuándo le ha llegado la pensión, pero también relacionarse con las tiendas de toda la vida para, con un comando de voz, pedir un kilo de filetes, que eso llegue a la carnicería y que el carnicero, como ya le conoce personalmente, le pueda servir ese producto en casa. También vivir en tu casa conectada deja más tranquila a tu familia. De forma automática se pueden chequear muchas cosas para ver que todo va bien y avisar si se detecta alguna anomalía.

–Para que todo esto sea factible y se extienda, se antoja necesaria una implicación de las administraciones a la hora de cambiar el modelo.

–Con estos sistemas, la administración va a poder atender a la población, en lugares donde el coste del servicio es muy elevado, de una manera más sostenible. El método tradicional de desplazar personas de un lado a otro es económicamente complejo. La sostenibilidad pasa por digitalizar todos estos procesos. Creo que es posible democratizar la atención social y sanitaria gracias a los procesos de digitalización.