La oficina de turismo conjunta del Ayuntamiento de Zamora y de la Diputación Provincial entrará en funcionamiento de cara al verano. Al menos, ese es el plan de los responsables políticos, que quieren terminar de dar forma al proyecto tras la demora causada por la aparición del coronavirus. Los técnicos de ambas instituciones ya trabajan con la vista puesta en ese objetivo, y con la idea primordial de adaptar próximamente el antiguo palacio provincial a las necesidades del servicio.

Cabe destacar que ya hace más de un año que el Ayuntamiento y la Diputación tomaron la decisión de abrir esta oficina conjunta en el centro de la ciudad, y más de once meses desde que se dio a conocer la ubicación concreta en el citado edificio de la calle Ramos Carrión. El planteamiento de los responsables de turismo de ambas instituciones, Christoph Strieder y Jesús María Prada, es optimizar los recursos y ofrecer información a los visitantes sobre los atractivos de la ciudad y de la provincia.

Eso, para cuando el volumen de turistas vuelva a crecer. Lo cierto es que este año tan atípico ha minimizado la urgencia de contar con la oficina abierta, y las restricciones actuales están convirtiendo en anecdótica la cifra de visitantes, por lo que la intención de las instituciones de poner el servicio en marcha en verano coincide con el planteamiento de que será entonces cuando el territorio vuelva a recibir viajeros dentro de una relativa normalidad.

Mientras, el cierre perimetral, el toque de queda y restricciones como la clausura de los negocios de hostelería impiden en la práctica la presencia de visitantes en la ciudad y anulan, por tanto, la función que debería tener la oficina de turismo.

Así las cosas, el trabajo de los técnicos municipales está centrado ahora en la redacción de los requisitos de la obra, mientras que será la Diputación la que saque adelante el proyecto. Hay que recordar que el edificio depende de la institución provincial, de ahí que sea el equipo de La Encarnación quien vaya a impulsar este trabajo previo.

A partir de ahí, una vez se lleve a cabo todo el proyecto de licitación y adjudicación de las obras, la idea de los responsables políticos es que los trabajos no se demoren en exceso. El plan es llevar a cabo pequeñas adaptaciones del edificio, por ejemplo en lo referente a la accesibilidad, para que sea un espacio cómodo para el uso de los visitantes. Esa intervención no debería demorarse más allá de dos o tres meses, por lo que hay margen para cumplir los plazos.