Un zamorano solo ante una sepultura . | Emilio Fraile

El miedo a un segundo confinamiento está detrás de las visitas escalonadas al camposanto de San Atilano para dejar flores en las sepulturas y nichos. El goteo constante de zamoranos que cruzaban la puerta principal del cementerio se anticipó al día de Todos los Santos y comenzó hace un par de semanas. Ayer sorprendía el escaso aforo desde primera hora de la mañana, pero también a partir de mediodía y hasta pasadas las dos de la tarde, a pesar del sol primaveral. Era comentario generalizado de los zamoranos que entraban ordenadamente, de tres en tres como mucho, “qué poca gente se ve este año”. Alrededor de las tumbas, apenas dos personas, como mucho tres o cuatro, están prohibidas las reuniones familiares.

Antes del COVID, “muchos venían por la mañana, se iban a comer y volvían por la tarde”. Alguno hasta se llevaba el tentempié y echaba el día entero recordando a sus seres queridos. Ayer esa falta de ajetreo ensombrecía aún más este espacio tan poco acogedor. “Si es que no hay nadie, ¡vaya año!”, comentaba otra mujer que acababa de depositar un ramo de flores en la tumba donde descansa su marido. “Da un poco de pena ver el cementerio hoy sin gente”, “otros años era imposible andar por los pasillos”. A la una de la tarde, la capilla está ya cerrada, “no habrá misa”, comenta un hombre sentado en el banco situado a la puerta del templo. Y parece que nadie tiene intención de cruzar ese umbral.

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Las imágenes del Día de todos los Santos en el año del coronavirus

Los aparcamientos próximos dibujan esa misma estampa. La Policía Municipal tiene este año poca faena, la circulación es prácticamente inexistente. Este peculiar día de Todos los Santos, marcado por la pandemia, como el resto de vida cotidiana, “ha venido una cuarta parte” de la gente que lo hacía cada año, comentan empleados del camposanto mientras preparan una sepultura para un entierro próximo. Sin embargo, el encargado de las instalaciones, Eduardo Rodríguez, puntualiza que esto “no implica que haya venido menos gente”. El funcionario municipal explica que los zamoranos “han obedecido las recomendaciones de venir días antes de Todos los Santos”. Y que se estuviera solo una hora, “han tenido un comportamiento ejemplar”. Las medidas de seguridad anti COVID dejaban una estampa desolada de San Atilano. Atrás quedan las aglomeraciones de otros años, con cientos de ciudadanos recorriendo las calles principales al mismo tiempo, en las horas centrales de una jornada dedicada al recuerdo a los familiares fallecidos.

Afuera, junto a la tapia, un poco más allá de la puerta con verja que el COVID ha divido en dos para entrar y salir, las caras de los dueños de los seis puestos ambulantes de flores llegados de pueblos cercanos y de Zamora, los centros y ramos que se acumulan bajo sus carpas, lo dicen todo. “Hemos vendido muy poco, ha sido malísimo”. La estimación es mucho más cruda cuando se pide que se concrete a los floristeros de los puestos más alejados, “hemos vendido un 80% menos que otros años”. Este 2020 “no ha habido movimiento, se ve que la gente no quiere salir, hay miedo”. Desde el miércoles, cuando se instalaron, “las ventas han sido mínimas”.

El nefasto balance contrasta con el de floristerías de la capital. Los Santos comenzaron “desde el día 28” de una forma más intensa. Muchos clientes optaron por el encargo vía telefónica para evitar hacer fila a las puertas de las tiendas; otros, “nos han pedido que llevemos nosotros los centros o los ramos”. Se ha notado el cierre perimetral, se ha echado en falta a los zamoranos de la diáspora, pero “las ventas han sido buenas, mejor de lo esperado”. La inmensa mayoría de las tumbas lucían flores nuevas. ¿Ves?, indica un empleado de San Atilano, “eso quiere decir que sí ha venido gente, pero un poco cada día”.