Los grupos de mañana comienzan su jornada a las 7.45 horas. El relevo no llegará hasta catorce horas y media después, cuando entre el turno de noche a las 22.15 horas. El COVID manda. La excepcionalidad generada por el virus en la vida cotidiana de los ciudadanos se extiende a la labor de la Policía Municipal, que añade a sus competencias una estrecha vigilancia del cumplimiento de las normas sanitarias para contener los contagios entre la población en Zamora capital.

El cuartel se ha convertido, prácticamente, en el “hogar” del centenar de policías municipales, donde se han habilitado dos salas para comer en turnos de tres personas para evitar contagios. Los policías municipales no han dudado en echarle horas de más a su trabajo sin esperar compensaciones, “han renunciado a cobrar el exceso de jornada desde que terminó el estado de alarma el 23 de junio y hasta el 31 de diciembre”. Los funcionarios han decidido que el Ayuntamiento de Zamora use ese dinero para sufragar otras actuaciones.

“Con esta actitud están dando muestras de una generosidad digna de elogio”. El reconocimiento llega del jefe de la Policía Local, Tomás Antón, quien se refiere a “mi gente” con absoluto agradecimiento y admiración por el plus de entrega desde que se impuso el estado de alarma y el confinamiento, una dedicación plena que siete meses después no ha decaído, “están dando el do de pecho, estoy encantado con ellos”.

Prácticamente, la plantilla ha dejado a un lado los derechos recogidos en el convenio colectivo, “han hecho muchas concesiones”, volcados en “preservar el cumplimiento de las normas de sanitarias y garantizar el servicio”, están haciendo “un gran esfuerzo” en favor de la ciudadanía, agrega el jefe. Y desciende a lo concreto: los que tenían derecho a la reducción de jornada han renunciado a ella; o a no hacer noches, aquellos que tienen esa dispensa por la edad alcanzada; y ha accedido a trabajar más fines de semana. “Son muchas las horas de más que están haciendo”, reconoce el responsable de La Policía Municipal.

Los permisos pendientes han esperado cuatro o cinco meses, al igual que las vacaciones, hasta que el estado de alarma no decayera. Y cuando fue posible disfrutar de esos descansos, “no han podido elegir fechas, se han concentrado entre julio, agosto, septiembre y octubre”, a las puertas de esa ola de contagios más virulenta que se espera en invierno. Y, siempre, en función de las necesidades de servicio.

La reorganización del trabajo ha llevado a crear cinco grupos de entre 15 y 18 policías bajo las órdenes de un mando que, a su vez, se dividen en subgrupos. Con este sistema se procura que siempre trabajen juntos los mismos agentes para minimizar los riesgos que pueda haber de contagio, de modo que si hay un positivo en el grupo, baste con aislar a sus dos compañeros. Este nuevo sistema de trabajo explicaría que apenas haya habido positivos, algún caso al principio de la pandemia, “estamos muy vigilantes para que no se extienda”, recalca Tomás Antón. Se preserva así al máximo la protección de la plantilla frente al COVID, que cuenta también con gente de apoyo, policías que realizan otro tipo de funciones diferentes a las de patrullar las calles, por lo general administrativas.

El trabajo es constante e intenso, también en el fin de semana, “no paramos, se informa sobre las medidas sanitarias”. A diario, están los controles de alcoholemia y drogas, la asistencia a incidentes de tráfico, la regulación del tráfico a la salida y entrada de los colegios. Tampoco se ha bajado la guardia para mantener la seguridad ciudadana, “hemos tenido agentes de paisano para evitar los robos en comercios”, si bien no han detectado un incremento de la delincuencia. Las complicaciones llegan con el COVID, “cuanto más restricciones se imponen a la población” para mantener a raya al virus, “más trabajo tenemos porque si confinan a la población o se decreta un cierre perimetral hay que establecer controles, lo que implica un trabajo más intenso para los policías”.

Los agentes han entendido que “hay que estar unidos, renunciar a cosas porque estamos en una situación muy grave”. Una filosofía que justifica los sacrificios de estos empleados públicos. Antón vuelve la vista a la campaña de felicitación de cumpleaños a los niños en pleno confinamiento, un gesto muy agradecido por los más de 200 pequeños que recibieron la visita del coche patrulla. “Para algunos fue el día más feliz de su vida porque todos los vecinos salían a las ventanas, fue un homenaje a los niños”.