Defensora de sacar a la luz el papel de la mujer a lo largo de la historia, la zamorana María Jesús Fuente Pérez, catedrática de Historia Medieval en la Universidad Carlos III de Madrid, aboga por una reforma en la Universidad para acabar con algunos problemas endémicos de la institución y asegura que el nivel educativo en las facultades ha bajado en los últimos años, en los que han accedido a la universidad unas generaciones “demasiado mimadas” por sus progenitores. –¿Cómo se ha podido comenzar el inicio de curso en la universidad, con el COVID-19 como protagonista?

–Cada universidad lo ha organizado como le ha parecido mejor o lo mejor que ha podido. En el caso de la Carlos III, donde imparto clases, tengo que señalar el gran esfuerzo realizado para resolver el problema lo mejor posible; han hecho un gran trabajo los vicerrectores que más próximos han estado a la organización de las clases, en particular la vicerrectora de Estudios y el vicerrector de Estrategia y Educación Digital. Además, se ha tratado de fomentar la presencialidad, porque la enseñanza sin presencialidad no es lo mismo. Los estudiantes de grado acuden a sus clases compaginando días y se han organizado lo mejor posible. Ha habido esfuerzo, buena voluntad y apoyo en todo lo posible. Buen ejemplo es la compra efectuada de material digital para poder trabajar desde casa o para mejorar instalaciones, lo que es muy de valorar.

–¿Cómo recuerda el cierre repentino de las facultades el pasado marzo?

–Personalmente, no lo viví como nada complicado. A mis alumnos les suelo explicar lo que fue la pandemia del siglo XIV, la denominada peste negra, un tema que me apasiona y sobre el que hice una asignatura completa en Harvard. La peste negra afectó a todo, desde la sociedad hasta la economía, como está ocurriendo ahora. Siempre que ha habido una gran pandemia, ha afectado de una manera tremenda a todo. Cuando empecé las clases online utilicé Zoom para intentar mantener las clases igual que cuando las daba presenciales y seguí con la misma rutina. Algunos alumnos a final de curso me agradecieron el esfuerzo diciendo que, prácticamente, no habían notado que la clase fuera online. Así que estoy contenta, aunque, claramente no es lo mismo cuando puedes ver las caras a todos tus estudiantes.

–La pandemia está obligando a algunos cambios en la educación. ¿Qué opinión le merece la propuesta del Gobierno de poder conseguir el título de la ESO o Bachillerato aun teniendo asignaturas suspensas?

–En principio es una decisión inquietante, pero se trata de un problema que llevamos arrastrando mucho tiempo. Conociendo el tema desde mis años de enseñanza en el instituto, puedo poner el siguiente ejemplo: he dado clase de Historia a jóvenes en 3º de BUP con un nivel muchísimo más alto que el que he dado los últimos años en 1º de carrera en la universidad. Y lo siento mucho. He sido una persona muy exigente en el pasado, más que ahora, sin dejar pasar una falta de ortografía a ningún alumno. Ahora no aprobaría a nadie si me pusiera así de estricta. Por entonces, los alumnos estaban convencidos de que tenía que ser así.

–¿El nivel ha bajado notablemente?

–Si te ponen el nivel muy bajo, lo saltas con facilidad y no aprendes nada. Los niveles hay que ponerlos altos y yo a mis alumnos suelo decirles, o solía decirles, que pongo el nivel alto porque creo en su inteligencia, confío en que son seres inteligentes y tienen capacidad para llegar a alcanzar el nivel más alto. De lo contrario, pensaría que eran tontos. Y todos terminaban llegando a alcanzar el nivel marcado, aunque algunos se tuvieran que esforzar más. Para mí, poner el nivel bajo sería como insultarlos. También hay que tener en cuenta otra cosa, el esfuerzo personal de cada uno. Y podían aprobar si comprobaba que habían trabajado todo lo que habían podido. Eso hay que tenerlo en cuenta porque las inteligencias son múltiples, como ya hace años señaló Howard Gardner.

–¿Ese esfuerzo no se percibe ahora tanto en los estudiantes?

–Hay de todo, no se puede generalizar, pero se trata de una generación que, sintiéndolo mucho, está muy mimada por sus padres desde pequeños. Si un niño suspende, se presenta el padre corriendo a protestar porque el profesor está tratando mal a su hijo o echándole en cara que no está aplicando los métodos docentes adecuados. Y llega un momento en el que, ante tanta protesta y presión, el profesor se cansa y termina aprobándolo, aunque sea un mal favor para el niño. Mi infancia la pasé en un pueblo de Zamora, Valdescorriel, donde mis padres eran maestros y donde eran respetados, tanto ellos como su trabajo. Estos niños de ahora saben tanto de sus derechos que, inmediatamente, si les suspendes hay un recurso, una protesta, una queja o un tribunal de revisión. Yo he llegado a recibir en un tribunal de revisión de Selectividad la petición de revisión de un examen de alguien que ni siquiera había contestado a las preguntas. Piden la revisión de todo.

–Pasando a la educación superior, ¿cuál es la situación del personal docente de las universidades españolas?

–En los cuerpos universitarios están el catedrático, el profesor titular, los ayudantes o los contratados doctores. En muchas universidades también existe la figura del asociado, que entra a dar unas clases por contrato para una asignatura concreta. La figura del asociado surgió pensando en profesionales de prestigio a quienes se contrataba para dar alguna clase, pero suelen estar muy mal pagados por ese trabajo docente. El problema está en que no son siempre profesionales que tienen un trabajo los que acceden a estos puestos. Y ahí surge el conflicto, pues al no hacerse cargo las universidades de la Seguridad Social de estos docentes, se tienen que dar de alta como autónomos. Pero algunos se convierten en falsos autónomos, haciendo un fraude de ley, algo bochornoso y grave, pues un profesor universitario debería ser un ejemplo de integridad.

–¿Qué problema se da con la figura del ayudante?

–Una vez que tiene su tesis doctoral realizada, una persona joven trata de iniciar su carrera docente como ayudante; supuestamente no se puede o no se debe quedar de ayudante en la misma facultad donde presentó la tesis, porque se consideraría endogamia, "enfermedad" de la Universidad española que siempre se diagnostica, pero que difícilmente recibe remedios de cura. En otros países donde he estado, sobre todo en Estados Unidos, la persona que hace la tesis doctoral entra en el mercado de trabajo y solicita las plazas que las universidades anuncian; no pueden contratar sin anunciar, una obligación que afecta a todas las universidades, ya sean públicas o privadas. Así que no pueden contratar a quienes ellos quieran, sino que tienen que hacer un anuncio durante un tiempo largo, de tal manera que sea algo totalmente público para conocimiento de quienes puedan estar interesados en el país y fuera de él, En España también, teóricamente, todas las plazas se tienen que anunciar, pero el anuncio suele hacerse unos pocos días en el Boletín Oficial de la Universidad, de tal manera que no se entere mucha gente. Por otra parte, el concurso acostumbra estar tan preparado que la gente ni se molesta en presentarse a ese puesto porque sabe que ya está dado. En definitiva, es un fraude que la gente de fuera de la universidad no puede suponer que sucede. Quiero dejar claro que esto no es generalizable, que no en todas las universidades se funciona de esta manera.

–¿El nuevo Estatuto de Personal Docente e Investigador que se propone desde el Gobierno daría esa deseada estabilidad?

–La daría si se añadieran muchas matizaciones y si se fueran a cumplir. Ocurre que ha habido modificaciones en la ley, que cada vez han ido consiguiendo lo peor, no hay que olvidar que el que hace la ley, hace la trampa. Se podrían poner muchos ejemplos de cómo cumpliendo la ley, se puede seguir con las "viejas costumbres". La propuesta del ministro, Manuel Castells, pasaba por poner en marcha dos líneas de ingreso en la universidad: la del funcionariado actual y otra de catedrático o profesor titular contratado, más en la línea americana que él conoce bien, porque ha sido muchos años profesor de Berkeley. Es un hombre muy valioso, pero que no sabe muy bien lo que ocurre realmente en las universidades de España y su propuesta no funcionaría.

–¿Y la propuesta de ceder a las comunidades autónoma la acreditación de docentes universitarios?

–Esa propuesta es horrible, sería la peor decisión. Un grupo de catedráticos estamos pensando en hacer un manifiesto en contra de eso, no tiene ni pies ni cabeza. Se trata de una fórmula que ya existe en Cataluña, que tiene su propia agencia de acreditación. Nos echamos las manos a la cabeza cuando oímos la propuesta, porque con eso la endogamia está servida y cada uno contrataría a los suyos. Yo lo siento, porque, como he dicho, sé que el ministro es un hombre muy valioso, pero no se entera de cómo funciona la universidad española. No quiere enfrentarse a los sindicatos ni a las comunidades autónomas, que tienen unos intereses muy concretos, y así no se puede ir a ningún sitio. Hay una mayoría silenciosa que está en contra de todo esto.

–¿Los sindicatos no alzan la voz contra estas situaciones?

–En las universidades, los afiliados a los dos sindicatos mayoritarios, CC OO y UGT, tienen como función defender que la contratación del profesorado se haga correctamente y que no haya despidos de ningún tipo, no luchan por mejorar la universidad en su conjunto, no cuidan suficientemente que la enseñanza sea buena, mala o regular, sino que su defensa se encamina a defender los contratos de los profesores, o a mejorarlos, lo que está muy bien, pero deberían ir más allá, deberían preocuparse mucho más de que se hicieran los contratos atendiendo al mérito, formación y capacidad, para evitar que se colaran algunos caraduras. Los sindicatos son muy valiosos, fundamentales, pero, como profesora de Medieval, me gustaría verles actuar como los gremios medievales. Estos, con mucha fuerza, defendían a los suyos, es decir, a los miembros del gremio, pero también, y especialmente, les exigían que cumplieran con las normas de calidad que el gremio fijaba, no apoyaban a los miembros del gremio porque sí. Desde mi punto de vista, un sindicato debería defender, por encima de todo, que la calidad del producto, es decir, la enseñanza fuera buena, pero parece que eso no forma parte de sus funciones, al contrario que los gremios medievales. Cuando hay algún problema con algún profesor caradura le defienden igualmente y eso, desde mi modo de ver, disminuye su prestigio y hace que mucha gente despotrique de ellos, algo que es una pena.

–¿La investigación sigue siendo esencial para el docente universitario?

–Por supuesto, pero esto, en ocasiones, conduce a otro problema. De toda la vida, los profesores escribían sus libros y sus artículos y la docencia era fundamental. Poco a poco, han ido cambiando las tornas y cada vez se dedican más a la investigación y menos a la docencia, hasta el punto de que esta última, para algunos, es totalmente secundaria. Como profesor, tu obligación primera es dar clase. Si luego tienes que aportar algo a la ciencia, perfecto. Existe otro problema que no paro de denunciar, aunque parece imposible pararlo: la manera de acceder a los puestos de catedrático o de profesor titular universitario, que ya no es por una oposición, sino por acreditación, que se consigue presentando los méritos de investigación y docencia.

–¿Dónde radica el problema?

–En realidad, no hay un solo problema. En lo referente a investigación parece que cuenta al peso, no tanto la calidad. Y como también se exige gestión y dirección de tesis doctorales, todo el mundo está como loco por publicar y dirigir tesis. Mientras que, si te vas a Francia, Inglaterra, Alemania o Estados Unidos, la gente investiga y saca uno o dos artículos al año, en España hay profesores que sacan ocho o diez, pero tanta cantidad, en muchas ocasiones, no aporta nada relevante a la investigación.

–¿También es diferente la forma de acceder a una cátedra?

–En comparación, si tú te presentas a una plaza en Estados Unidos, la comisión que te evalúa se lee lo que hayas escrito, desde un libro hasta varios artículos, y valora según su calidad. Aquí en España, para acreditarte bien para profesor titular o para catedrático, tienes que fotocopiar y enviar simplemente la portada y la última página de los artículos, no el artículo entero. Por otro lado, sobre las tesis doctorales, yo que soy miembro de un proyecto de investigación en La Sorbona, sé que ninguna de mis amigas catedráticas de esa universidad, una de las más prestigiosas de Europa, ha dirigido una tesis doctoral. Y en muchos lugares solo pueden dirigirlas los catedráticos. Las tesis son fundamentalmente para que te abran camino en el mundo académico, no para pasar el rato. Yo he estado formando parte de la comisión de doctorado en mi universidad y he estado en desacuerdo con la práctica de aceptar casi todas las propuestas que se presentaban y en contra de que un solo profesor dirigiera doce o catorce tesis, pues no hay tiempo material para ello. Y si no se hace debidamente, flaco favor estamos haciendo a un título tan importante como el de doctor.

–En su caso concreto, ¿en qué investigación está ahora inmersa?

–Yo llevo ya bastante tiempo trabajando sobre reinas medievales y mi último libro fue una biografía de Violante de Aragón, la mujer de Alfonso X el Sabio. De este rey hay varias biografías, pero de su señora no había ninguna y esta es la primera. Ahora estoy terminando otra biografía de Leonor de Guzmán, que fue la amante de Alfonso XI y la madre de los Trastámara. Había hecho anteriormente sobre su figura algún artículo preliminar como parte de la investigación, que es la que saldrá próximamente en forma de biografía.

–¿Qué interés tiene la figura de Leonor de Guzmán?

–Muchísimo, ya que esta señora era la amante del rey, que estaba casado con María de Portugal, la madre de Pedro I el Cruel. Pero el rey no vivía con su esposa, sino con Leonor de Guzmán, con la que llegó a tener diez hijos. Es una mujer muy interesante y creo que va a quedar una biografía decente.

–Con este trabajo, saca a la luz, una vez más, la fuerza de las mujeres a lo largo de la Historia. ¿Es una deuda pendiente?

–Sí, se están recuperando figuras femeninas muy interesantes y creo que Leonor de Guzmán tiene mucho interés. Además, hay que reivindicar el valor de la mujer a lo largo de la historia.