Delibes, el novelista que “pateó” Zamora

El 15 de enero de 1989, en una entrevista concedida a El Correo de Zamora, Miguel Delibes reconoció su vinculación “vital” a Zamora: “Yo he andado mucho estas tierras, y tengo un gran cariño por la capital, que me parece muy bella y muy tranquila, y por la provincia”. El novelista vallisoletano citó, en concreto, la zona de Belver de los Montes, Villarrín o Riego del Camino, y la parte “truchera” de Sanabria. “Esto lo tengo muy pateado. He cazado la avutarda, he cazado la perdiz; he cazado todo en Zamora”, zanjó.

Delibes conoció la provincia, y también la retrató en sus novelas. De hecho, las referencias a Zamora y a sus localidades resultaron comunes en su obra. Así lo indica el profesor Julio Eguaras, autor de una investigación reciente sobre el autor junto a su compañera Laura Pablos. En concreto, en “El libro de la caza menor”, el escritor vallisoletano sitúa al lector en varios escenarios de Cerecinos, Cañizo o Riego del Camino.

Además, en la obra “Un año de mi vida”, Miguel Delibes hace referencia a la Semana Santa de Bercianos y a su “original procesión”, donde “los cofrades amortajados y en hileras disciplinadas acompañan a la imagen hierática del Cristo hasta la ermita, entonando escalofriantes salmos”. “La recomendación del médico”, evitó la visita del autor al pueblo en el año en el que se desarrolla aquella historia.

Eguaras alude también a las referencias a Zamora en “El hereje”, y destaca el valor de un autor que “tenía amigos en la ciudad” y que frecuentaba bastante la provincia: “Era un enamorado de la flora, de la fauna y de la gente sencilla. Le encantaba dialogar con todo el mundo”, señala el profesor zamorano, que fue el impulsor del monolito instalado en honor al novelista en Riego del Camino, y que incide en la “trascendencia nacional y universal” de Miguel Delibes.

Por su parte, el escritor Luciano López, autor de una obra dedicada al ganador del Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1982 y del Premio Nacional de Narrativa en 1999, resalta el valor de una herencia literaria con enseñanzas “que no se encuentran en los libros de Historia”.

Para López, Miguel Delibes plasma en sus libros “una vida que ha ido desapareciendo”, a través de referencias a pueblos concretos cuyas vivencias pueden extrapolarse a muchas de las zonas rurales de Castilla y León: “Nos muestra estampas que nos permiten saber cómo era todo aquello”, apunta el escritor.

Además, Luciano López ubica a Delibes como un precursor de la defensa del medioambiente, junto a otro ilustre de un campo distinto, como Félix Rodríguez de la Fuente. Ahora bien, aun con eso, el estudioso del autor vallisoletano pone el foco principalmente “en la excelencia de su literatura” y en su capacidad para percibir el destino que aguardaba a los pueblos de su entorno.

En este punto, Luciano López recuerda un pasaje de “El disputado voto del señor Cayo”, en el que el protagonista recuerda que “para llamar a toda la gente del pueblo se tendría que ir a Bilbao”. Esta escena que muestra Delibes “se ha ido agudizando con el tiempo”.

Otro escritor zamorano, Tomás Sánchez Santiago, define a Delibes como “un visionario en el sentido más amplio; un convencido de que el mundo no podía ir hacia donde iba, y que plantea luces de alarma en su escritura narrativa”. El ganador del Premio de la Crítica de Castilla y León en 2019 dice del vallisoletano que “no se conformaba con ser deslumbrante como nadie desde el punto de vista del lenguaje”, sino que era capaz de “presentar un mundo en retirada, en el que los hombres se han entregado al progreso”.

Tomás Sánchez Santiago entiende que Zamora “está incluida de una manera medular y profunda” en la obra de Miguel Delibes, como parte de “esa España desatendida” y que “agoniza”. “Es una voz que clama en el desierto”, insiste el autor zamorano, que lamenta que aquellos “avisos” cayeran “en saco roto”.

“Él se da cuenta de que todos venimos del campo y de que, desde el momento en el que dejamos de ver la vaca o la espiga, tenemos una versión falsificada del mundo”, analiza Tomás Sánchez Santiago, que defiende que Delibes siempre supo que “los verdaderos sabios estaban en ese mundo escondido”. “Su obra tiene una coherencia extraordinaria, pero no es monotemática e intenta poner el foco en las distintas formas de ver la vida”, concluye el escritor zamorano.

El propio novelista vallisoletano, en una serie publicada en 1968 en El Correo de Zamora, y titulada “Cazando y charlando con Miguel Delibes”, lamentaba que “brazos útiles cada vez quedan menos”, y aludía a su necesidad por pisar el terreno para huir de la saturación las ciudades. El periodista que firmaba aquellos reportajes, Miguel Fernández, también lo tenía claro: “Aquí, en el campo, es donde mejor se entiende a Delibes”.En una entrevista concedida a El Correo de Zamora hace más de treinta años, Miguel Delibes reconoció su “cariño” por la “bella y tranquila” ciudad a orillas del Duero, y por una provincia donde cazó “todo”, especialmente en la zona de Tierra de Campos y Benavente. Más allá de esos detalles, algunos escritores y expertos culturales zamoranos analizan la influencia de un novelista que hoy habría cumplido cien años y que retrató estampas del medio rural que, en la actualidad, sirven para recordar cómo era la vida en los pueblos a partir de mediados del siglo XX. En definitiva, las personas consultadas destacan a un autor capaz de ver “antes que nadie” la amenaza que se cernía sobre muchos territorios.