Sí y no. Dependerá del modo en el que necesariamente se habrá de enfocar el futuro ante una situación como la que afrontaremos. Con un sistema de consumo como el actual, que ha venido siendo soportado hasta ahora por una disponibilidad aparentemente infinita de energía barata, la respuesta es no.

El despegue que estamos viendo de las renovables en los últimos años en todo el mundo y en especial en España, que trata ahora de recuperar su particular década perdida en este campo, es en principio un intento positivo en el sentido de encontrar nuevas fuentes de energía, pero es difícil creer y asumir que estas nuevas fuentes de energía puedan suplir la energía proporcionada por el petróleo que ha cimentado nuestras sociedades.

Basten algunas cifras para hacernos una idea del reto que enfrentamos. El petróleo supone la fuente de energía para el 94,5% del transporte mundial, mientras que la electricidad supone solo el 20% de la energía primaria que nuestra sociedad consume.

Pongamos estos datos en contexto para hacernos una idea del reto. Para alcanzar algo menos de ese 80% de energía primaria eléctrica en lugar de fósil necesitaríamos más de 3.840.000 turbinas eólicas de 2MW, 600.000 parques solares de 300MW e incrementar significativamente la producción doméstica y la hidroeléctrica. Ese grado de electrificación supondría además consumir el 70% de las reservas globales de cobre. Si todos los vehículos fueran eléctricos y hubiera 1.000 millones menos que los que circulan en la actualidad, llevaríamos al agotamiento las reservas planetarias de litio y níquel...

A la luz de las cifras, sustituir la energía fósil por energías alternativas y pretender seguir con el mismo modelo económico es, con la tecnología actual, simplemente imposible según los expertos*.

La extensión de las renovables a nivel global no solamente es necesaria, es además urgente. Pero mucho más urgente es cambiar nuestros hábitos de consumo. Consumir menos, muchísimo menos, de todo y sobre todo más local, es la clave no solamente para la lucha contra el cambio climático sino también para tener un futuro que legar a las generaciones que nos suceden.

La electrificación de la economía con renovables, junto con una fuerte reducción del consumo y la relocalización se atisban en el horizonte como las bases sobre las que se han de apuntalar las sociedades en transición. El desarrollo de redes locales de generación, distribución y consumo de energía es, en este contexto, uno de los pilares en los que tiene que descansar el reto de cambiar el modelo en el que producimos y consumimos energía, para poder garantizar una salida justa y viable de la economía del petróleo.

¿Produce Zamora suficiente energía renovable?

* Santiago Muiño, Emilio. “No es una crisis, es una estafa”. Madrid: Enclave de libros ediciones, 2015. pág. 146-166.

Jose A. Alonso (EEAZ)