"La atracción de una ciudad cosmopolita: Castellanos y leoneses en La Habana" constituye una obra clave para profundizar en las características y la importante actividad desarrollada por la fuerte emigración de zamoranos, vallisoletanos, palentinos, burgaleses, leoneses..., entre 80.000 y 100.000, que arribaron en la capital cubana desde 1882 y hasta 1929 en busca de un futuro que la España deprimida de entonces pintaba oscuro, un recorrido que la UNED recoge en una nueva publicación. Nombres de calles, palacios levantados por los castellano-leoneses, negocios que aún perduran en la memoria de la historia más reciente de La Habana y en los edificios en los que ocuparon, explicó ayer el director de la UNED, Juan Andrés Blanco, junto a uno de sus autores, Rubén Sánchez, quienes destacan el estrecho vínculo que se mantiene todavía entre los descendientes de aquellos migrantes y sus lugares de origen, unión que se extiende a sus familiares en este lado del Atlántico. La obra ofrece una imagen del presente y del pasado de Castilla y León en La Habana, "la ciudad más prohispana de toda América", a cada paso el visitante se encuentra a Castilla y León "en cualquier punto", destacó Rubén Sánchez al presentar hoy el libro en la sede de la UNED.

El primer destino para los zamoranos fue Cuba y, de forma especial, La Habana, aunque la presencia es anterior al finales del siglo XIX, ya con el descubrimiento de América con personajes que llegan a ser históricos como el obispo Fray Juan de las Cabezas Altomirano, a cuya influencia en la ciudad remite el nombre de una de las calles más importantes. El también zamorano Diego de Ordás, quien estuvo con quien fue gobernador de La Habana, fundada en 1.519, el segoviano Diego de Velázquez, sigue siendo recordado por los cubanos, mientras que en la actualidad mantiene su gran peso en la ciudad el zamorano Manuel Uña, el actual vicario, de la orden dominicana de Fray Bartolomé de las Casas.

Ejemplos de esos lazos son la existencia de asociaciones de emigrantes, como la Casa de Zamora, situada en la calle de Matellán "en un lugar espléndido"; el centro de enseñanza; la casa de salud; y el hospital de Santa Teresa en el centro castellano-leonés, que sigue existiendo y atendiendo a individuos con dificultades neurlógicas o problemas mentales, todos ellos reflejados en el libro, cuya presentación ayer sirvió para rendir homenaje a dos de sus colaboradores cubanos, Eusebio Leal y Alejandro García, fallecidos en julio y en marzo, respectivamente.