La huella dactilar permitió a la Policía Nacional pillar in fraganti a un ciudadano de Zamora que pretendía apropiarse de la identidad de otra persona. Convencido de que podría dar el pego sin problemas, se dispuso a realizar los trámites de renovación de un DNI que no era el suyo. Sin embargo, la perspicacia del empleado público impidió que sus planes llegaran a buen puerto: le mandó esperar y llamó a la policía científica para que comprobara si el lector de huellas había fallado y el hombre era quien decía ser. El zamorano, visto que iba a ser detenido y denunciado, indicó al funcionario que salía a fumar un cigarro, se fue apresuradamente. Había acudió a la Oficina del DNI con un carné que resultó no tener nada que ver con él: era de un ciudadano que había nacido en Zumárraga (Guipúzcoa).

El funcionario que atendió al hombre ya sospechó al comprobar que la firma que figuraba en el documento no se parecía en nada a la que él rubricó. Las dudas se incrementaron al mirar con atención al supuesto titular y observar la fotografía del viejo documento que poco o nada parecido tenía con el varón que estaba ofreciendo los datos personales del titular: un hombre natural de Zumárraga (Guipúzcoa). La prueba definitiva de que el DNI no era el suyo llegó cuando introdujo el dedo en el lector de la huella dactilar: la imagen no tenía nada que ver con la de ese carné.