Ya son treinta y un años los que el Festival Internacional de Títeres y Marionetas lleva arrancando carcajadas en las plazas de Zamora entre los más pequeños —y sus padres—, así que ni una pandemia podía impedir la celebración de una edición más de esta cita cultural ya consolidada. Lo único que ha conseguido el COVID es que el habitual encuentro con los guiñoles en la capital cada mes de mayo se haya trasladado a este septiembre, pero tanto la calidad de las obras como la buena organización del Principal siguen siendo sellos de identidad de estas galas, todas ellas de carácter gratuito, excepto la que se celebra dentro del teatro.

Son seis las compañías que se acercarán durante dos días a la ciudad para presentar sus propuestas en pequeño formato, como Compañía Ortiga, La Chana Teatro, Pavel Smid, Compañía Pelele, Compañía Mundo Costrini y Guiñol Zancadillas.

Los catalanes Ortiga serán los encargados de inaugurar esta edición mañana miércoles a las 17.30 horas en la Plaza Mayor con el espectáculo “Kumulunimbu”, donde trasladarán a través de sus marionetas un realidad tan complicada para los niños como es la de la inmigración y los refugiados. Una apuesta arriesgada con una historia que “bebe de la poesía y que vive de la técnica de la manipulación y de la actuación de sus intérpretes”. Esto les ha reportado varios reconocimientos, como el premio al Mejor Espectáculo de Calle, el Dragón de Oro a la Mejor Dramaturgia en la Feria de Titelles de Lleida o el premio al Mejor Espectáculo en el Festival de Títeres de Ovar.

A las 18.30 horas será el turno de Guiñol Zancadillas, en la plaza del Fresco, con tres de sus obras y una hora de espectáculo.

El escenario del Teatro Principal acoge esa misma tarde (20.00 horas), con entradas a un precio de tres euros la versión del cuento de “Blancanieves”, a cargo de La Chana Teatro. Los salmantinos vuelven una vez más a Zamora y lo hacen reinterpretando todo un clásico infantil, dirigido a un público a partir de ocho años. La obra, “cuajada de humor y poesía”, según la crítica, se estrenó en la tercera jornada de la Feria de Teatro de Castilla y León, con dirección e interpretación de Jaime Santos Mateos.

La programación del jueves comienza con “Un cuento del viento”, de Pavel Smid, con el Parador Condes de Alba y Aliste como escenario, a las 17.30 horas. Allí los niños descubrirán el misterio de por qué se ha parado el viento con un guía muy especial, el propio Smid, y una cuidada escenografía, títeres bellamente tallados, canciones y una continua interacción con el público que lo convierten en una experiencia inolvidable.

A las 18.30 horas, en el hall del Teatro Principal, los espectadores podrán disfrutar de “La muerte de don Cristóbal”, gracias a la Compañía Pelele. Este personaje avaro, feo, malo y sin escrúpulos, solo vive para seguir amasando dinero sin percatarse de que su sirvienta está urdiendo un maléfico plan para asesinarlo y hacerse con su inmensa fortuna.

Por último, la encargada de cerrar esta edición será la Compañía Mundo Costrini en la Plaza Mayor con su espectáculo “The Crazy Mozarts”, donde la música será protagonista, aunque de una manera poco habitual. Dos locos excéntricos ofrecerán un original concierto de música clásica con instrumentos insólitos. Además de música, esta compañía suma circo y mucho humor, inspirándose tanto en el cine mudo como en los dibujos animados para sumar gags, situaciones absurdas y números circenses de alto nivel.

La trayectoria de más de veinte años sobre los escenarios aseguran el éxito de esta propuesta como colofón del festival internacional en la capital.

Desde Guiñol Zancadillas, la compañía zamorana que ya es toda una veterana en esta cita anual, Luis Fernández Silva corrobora que, debido a su especial formato, las actuaciones que han realizado este verano por varios puntos de la provincia y de León, “asegura el poder mantener la distancia y la seguridad para el público infantil”, con respecto a las nuevas medidas sanitarias. Aunque presentarán obras clásicas de su amplio repertorio, estrenarán algunas marionetas para un público que “cambia cada año”. La experiencia les ha hecho desterrar de una vez por todas esos típicos nervios de artistas principiantes. “Ahora, afortunadamente, salimos a disfrutar y a mostrar nuestra parte más infantil”, asegura. Un placer que sabrán transmitir al público para que, durante dos días, se trasladen al mágico mundo del guiñol.