Salvo un giro inesperado, la investigación del asesinato de Susana Acebes está candada y prescrita. “Nos sentimos abandonados por la Justicia. La policía y la juez han tirado la toalla mucho antes que nosotros y ¿qué hacemos nosotros si quien puede no nos ayuda?”. Abatida, se echa a llorar con esa pena de saber que todo está ya perdido. Estrella Acebes, la hermana de la joven asesinada el 16 de septiembre de 2000 en su piso de San José Obrero, apenas podía pronunciar palabra ayer tras conocer que la juez del Juzgado número 5 de Zamora decidía no reabrir la investigación con las pruebas entregadas en julio, mensajes en redes sociales que apuntaban a posibles testigos. La magistrada justifica en el auto que confirma el sobreseimiento del caso que “no se aporta indicio nuevo que pueda justificar la reapertura”. El informe del Ministerio Fiscal se orienta en ese sentido al indicar que esos mensajes ya se entregaron hace un par de años. Sin embargo, la abogada de la familia, Verónica Alejandro del Río, insiste en que han vuelto a aparecer en una cuenta de Twitter en marzo y mayo pasado.

El mazazo deja sin aliento a la familia de Susana. No por esperada, la mala noticia es menos traumática, “sabía que iba a pasar esto, pero se me ha caído el mundo encima, estoy destrozada, igual que aquel día”. La rabia sigue ahí, todavía más a flor de piel porque “no va a pasar nada, nadie pagará por la muerte de mi hermana, ¿es que la vida de mi hermana no vale nada?”. Ahogada por el dolor, Estrella señala de nuevo como origen del cierre de este caso “la pésima investigación policial y judicial” de las primeras 48 horas de aquel fatídico día, cuando la policía se empeñó en que el asesino era el exmarido de Susana, único detenido en esos dos días. Mientras tanto, “el asesino estaba suelto y sigue ahí fuera, riéndose de nosotros”, manifestaba una mujer rota, a la que el crimen de su hermana le ha costado incluso la salud. “Siempre hay esperanza”, un pequeño resquicio de que no todo esté perdido, “quizás alguien que decida contar algo” porque “no puede ser que nadie viera ni oyera nada”. Ayer, sin embargo, la derrota presidía sus palabras, “es una tristeza que no se me quita, me siento como si me hubiera derrumbado otra vez”. La proximidad del aniversario del asesinato siempre supone un desgarro para la familia, ayer se amplificaba por la decisión de la juez, un portazo, sin el respaldo de la Justicia y de la policía, “es luchar contra un muro de cemento que no se puede sobrepasar”.

Estrella vuelve a la carga contra quienes llevaron a cabo las pesquisas, “no han hecho todo lo posible para resolverlo. Se ha visto claramente que no quieren hacer nada desde hace años, nada”. Estrella y la madre de Susana, Trinidad Carballés, nunca han dejado de buscar en el amplio sumario cualquier pista que pudiera haberse pasado por alto; han acudido a todos los medios de comunicación que han podido, a programas de sucesos, de entretenimiento, pero todo ha sido inútil.

La abogada de la familia lamentaba la decisión de la magistrada tras aportar una posible línea de investigación porque, aunque esas publicaciones figuraban en instrucción, proponíamos la declaración de otras personas que no han testificado. Se solicitaba que se localizaran las direcciones IP del ordenador desde el que se lanzaron los tuits para identificar al titular de la cuenta de Twitter y poder tomarle declaración. “No había habido diligencias para identificar al autor de los mensajes ni para tomarle declaración”, subraya la abogada.

El recurso del auto judicial ante la Audiencia de Zamora no mejoraría las perspectivas de reapertura del caso, ni con los dos meses y medio de ventaja que podría dar la suspensión de plazos judiciales por el COVID-19, ya que el criterio del Tribunal Supremo es muy claro. “La prueba que se presente tiene que ser nueva y de suficiente entidad como para que se produzca la reapertura del caso”, explica Verónica Alejandro del Río. Además, “por cuestión de plazos no daría tiempo a practicar la diligencia porque el delito habría prescrito antes de que se pudiera resolver y creo que la Audiencia también ratificaría la decisión de la juez porque el Supremo es tajante”.

Era el último intento para darle un impulso al caso, apunta la jurista, quien tenía pocas expectativas, “sabía que era muy difícil pero no hay otra prueba de la que se pueda tirar, todo consta en instrucción ya”. La responsabilidad penal del asesino se extingue cuando el delito prescribe, de modo que ni aunque confesara de forma voluntaria se le juzgaría ya. Tampoco se podría volver a interrogar al principal sospechoso del crimen, a la última pareja de Susana “porque ya se hizo al inicio de la investigación”. Estos delitos “no deberían prescribir nunca”, concluye Estrella Acebes.