Era un genio en desnudar la palabra para recomponerla en el espacio y jugar con las múltiples posibilidades que permite, sin manosearla. El zamorano Tomás Salvador González, fallecido en 2019, es un poeta vanguardista que creó sus primeros versos con palabras y frases recortadas de periódicos. Y a ese imaginario poético, a esa poesía visual, fue sumando su faceta de artista plástico que ahora se difunde por primera vez en una amplia exposición que acoge la Biblioteca Pública del Estado, inaugurada ayer con la presencia de su esposa Cristina del Teso y su hijo Bruno, y de amigos, como el escritor también zamorano Tomás Sánchez Santiago o Luis Marigómez, organizador de la muestra, también escritor, ambos admiradores incondicionales del Salvador Gónzález.

La exposición nos muestra a un creador inmerso en el juego de texturas -sobres y servilletas de papel, cartones, fotografías, imágenes de publicaciones- con la palabra, unas y otras soportan su filosofía de la vida, aquella que ya dejó ver en su primer poemario, un libro en el que construye sus versos con sencillas frases. No fue profeta en su tierra, pero en realidad “creo que nunca quiso ser profeta de nada, ni estar presente en esos actos de visibilidad que exigen el arte, la cultura, la vida pública” y que se aproximan al mercantilismo, que tampoco le interesó nunca, asegura Sánchez Santiago. Su paisano era “la invisibilidad”, más apegado a la “minuciosidad”, a la que se entregó desde siempre. Su mujer confiesa que le habría encantado ver la selección que sus amigos han hecho de su obra para sacarle al mundo al que tan poco le gustaba asomarse con ostentación. Salvador González era más intimista, de regresar al origen, esa fuerza que le arrastró a vivir en Arenas de San Pedro, a dedicar retazos de su obra a ese lugar de donde el ser humano parte para crecer, “De aleda a aldea”, cierra esta exposición con creaciones en las que el azul domina. La muestra deja traslucir una mente fresca, ágil, cargada de la sencilla filosofía de la vida sin florituras.