Su última visita a la capital fue en 2012, en plena gira de su disco “Atlántico”. Después llegaron “Paramales” y “Sueños y pan”. Xoel López regresa hoy a Zamora, ocho años después y tras cruzarse de por medio una cuarentena que le obligó a él y a todo su equipo a dejar aparcada la grabación de su décimo quinto álbum, que al final verá la luz a mediados de noviembre. Mientras tanto, esta noche (22.00 horas) en la plaza de la Catedral el público zamorano podrá disfrutar de algún adelanto de su nuevo trabajo y de los grandes éxitos de sus veinte años de carrera.

–Vuelve a Zamora ocho años después. Por aquel entonces ofreció un concierto intimista, en solitario, en la sala de La Alhóndiga. Esta noche el concierto también será para un grupo reducido de personas, pero por otras circunstancias. ¿Cómo se vive esta nueva normalidad desde el escenario?

–Con una sensación muy rara. Fue extraño sobre todo el primero de los conciertos que dimos, con esa sensación de ver a la gente sentada, con mascarillas y sin poderse levantar en muchos casos. Pero, al mismo tiempo, también fue algo muy emocionante. Tenía canciones que habían salido en pleno confinamiento y que no habíamos podido presentar en directo y por fin pudimos hacerlo, aunque fuera en esas circunstancias. Creo que, sobre todo, a pesar de lo raro, estamos disfrutando incluso más de lo que pueda pensar la gente. Y sobre todo estamos muy agradecidos, porque por lo menos sabemos que el público, a pesar de las circunstancias, quiere venir y disfruta de todos modos. No deja de ser un momento muy emotivo y la música se necesita ahora más que nunca, así que sigue mereciendo la pena y siendo un momento mágico y bonito. Extraño también, pero hermoso igualmente.

–No estará solo en el escenario. ¿Fue difícil optar por hacer la gira con un cuarteto?

–Hemos apostado por algo intermedio, porque estaba con formato de banda cuando estuvimos tocando en Madrid y Barcelona con las despedidas de la gira de “Sueños y pan”, el anterior disco. Tenía la opción de hacer algo todavía más reducido, incluso nos planteamos el ir yo solo, pero hicimos un apaño intermedio y la verdad es que suena como una banda, aunque no tan amplia. Hay momentos íntimos y otros más dinámicos, pero tampoco tenemos mucho margen de fiesta porque no ha lugar para eso. Lo que sí que tenemos es desarrollo en el concierto, diferentes picos y momentos diversos.

–¿Podrá entonces ser complicado que el público pueda estarse quieto en la silla en algunos momentos?

–Creo que en Castilla y León se puede levantar del asiento, por los menos el otro día en Ponferrada, respetando su espacio, se pudo hacer. Por lo menos, aunque no se pueda dar uno vueltas a lo Fredy Mercury, se podrá bailar un poco de pie junto a la silla. De hecho, a lo mejor acabamos todos de pie.

–El público zamorano podrá escuchar por primera en directo “Alma de oro”, “Joana” y “Tigre de bengala”, los primeros singles de su último trabajo, ya el número quince. ¿Hay fecha de lanzamiento?

–Claro que sonarán los tres adelantos, que además ya van cogiendo solera, porque al irlos tocando van adaptándose y la mano y la garganta ya saben a dónde tienen que ir. El disco saldrá el 13 de noviembre. Es la fecha estipulada y espero que no sufra cambios, porque creo que no se puede alargar mucho más en el tiempo. Se estaba grabando justo cuando fue el confinamiento y lo tuvimos que parar para continuar después. Así que ya sufrió bastante y yo siento que no puedo esperar más. También por una cuestión artística, me da miedo que salga en un momento en el que sea ya demasiado tarde o en el que incluso ya no lo pueda defender de la misma manera. Por ahora todavía es un disco fresco y está para salir, así que me daría miedo retrasarlo demasiado.

–¿Cómo le afectó el confinamiento para la grabación?

–A nivel artístico fue un mazazo, aparte de a nivel personal y lo que todos hemos vivido. Fue un golpe duro, porque estábamos en pleno proceso, con un 40% del disco grabado, con mucha ilusión por un proyecto nuevo y, de repente, fue como una hostia en la cara. Nos tuvimos que ir a casa sin saber cuándo íbamos a volver.

–¿Y cómo fue esa vuelta?

–Cuando volvimos al estudio, tras esta frustración, pasó una cosa buena, porque lo pillamos con una energía casi infantil. Habría preferido seguir sin este parón, pero fue bonito retomarlo así. Recuerdo hacer tomas de voz en un estado especialmente eufórico y disfrutón, porque teníamos muchas ganas.

–Durante el confinamiento colaboró con otros muchos artistas en el single “Los abrazos prohibidos”, de Vetusta Morla, para dar las gracias a los sanitarios por su intenso trabajo. ¿La sociedad ha sabido agradecer ese esfuerzo?

–Creo que sí. Yo personalmente lo hice a título individual y la canción es también una prueba. Lo que sí puedo decir es que a mí en ese momento no me apetecía nada grabar y lo haces un poco porque crees que merece la pena ese esfuerzo, que está obviamente a años luz del que hacían los sanitarios. Pero lo hice porque pensaba que había que hacerlo y merecían nuestro aplauso y abrazo. Era un poco de aliento y ánimo, que me consta que lo recibieron agradecidos. Al final, la música está para eso también, para echar una mano en tiempos difíciles y servir de apoyo y cariño, para que no se sientan solos.

–¿La música ha demostrado ser una gran compañera durante esta época de confinamiento?

–La cultura en general. Te das cuenta de que somos seres emocionales, aunque a veces haya cierto pragmatismo en la sociedad que no te permite espacio para comunicarte con uno mismo y con el prójimo, para ver qué siente. No se habla casi nunca de sentimientos, sino solo de números. Parece que las emociones quedan relegadas a un segundo plano y en estos momentos difíciles realmente lo que tenemos que gestionar básicamente es lo emocional. Y ahí es donde aparece es la música, la literatura o el arte. No deja de ser una forma de canalizar nuestros sentimientos, que son muy importantes. Creo que la cultura es de las cosas importantes a las que menos importancia se les da.

–Otro de sus proyectos durante el confinamiento fue la publicación del libro “Conversaciones con Xoel López”, escrito por Manolo Tarancón. ¿Es una buena guía para entender su intensa carrera musical?

–Manolo lo hizo con muchísimo cariño e hicimos el esfuerzo de juntarnos muchos días a conversar, con muchas horas de entrevista. Mereció la pena ese esfuerzo y Manolo fue muy cariñoso y paciente, tiene también esa sensibilidad de músico que hace que pueda simpatizar conmigo en muchos sentidos. Creo que, sobre todo, en el libro está no solo la idea de aglutinar, si no de ordenar mi carrera, que es bastante compleja en cuanto a proyectos diferentes con nombres distintos, mi época en América, mi vuelta a España… Creo que si alguien se anima a leer el libro le ayudará a comprender mejor mis complejidades.

–Echando la vista atrás, ¿fue una buena idea ese salto al vacío que hizo cuando dejó Deluxe en su mejor momento para iniciar su carrera en solitario?

–Fue un salto mortal, pero con un resultado final maravilloso, aunque duro. Con todo lo bueno que tuvo, también tuve que remontar mi carrera en España y volver a empezar casi desde cero. Realmente, supuso un gran esfuerzo, pero como decía mi abuela, “quien algo quiere, algo le cuesta”. No puedes tomar decisiones “originales” como dejar tu carrera en el mejor momento para luego querer que todo salga a pedir de boca. Asumí esa parte de riesgo con gusto, porque entendí que estaba viviendo una etapa artística muy liberadora y me daba pie a lo que luego fue viniendo. Fue una apuesta de futuro.

–Una apuesta que parece, según los resultados, que ganó sin duda.

–A la larga creo que sí, pero a veces una decisión así se ve como una locura y realmente creo que fue dar un paso pensando en toda mi carrera, en el futuro y con la osadía de pensar que iba a poder hacerlo y a vivir todos estos años para ello y espero que muchos más. Obviamente, fue una apuesta de futuro, no algo que pensara solamente para ese momento concreto.