Es incuestionable que los diez Festivales Flamencos realizados en Morales pusieron a esta importantísima localidad zamorana (la cuarta en número de habitantes de la provincia) en el mapa mundial del universal arte de lo jondo. La última referencia data del pasado domingo en El Diario de Jerez, con bella semblanza a uno de los guitarristas más queridos en nuestra tierra: Alberto San Miguel. Ahora, después de una terrible travesía del desierto para nuestro querido Morales, en la que todo quedó arrasado y desolado a manos de piornos, ninis y castaños, toca recuperación. El año pasado se celebró la segunda Noche Flamenca en el Patio del insigne flamencólogo D. José Blas Vega, y hoy sábado 22, a las veintiuna treinta horas, en la Plaza del Ayuntamiento, con el permiso del coronavirus chino, la III Noche Flamenca seguirá su curso.

No están todos los que son, pero sí son todos los que están. Una de las mejores representaciones del flamenco zamorano, siete artistas que como el buen vino mejoran con el tiempo y los recipientes adecuados.

El espectáculo estará rodeado de extremas medidas de seguridad, con acceso limitado e higienización pertinente. La dinámica y eficiente corporación moralina, no dejará nada al azar.

Dos excelentes y seguras guitarras, ambas de Sanzoles: Luis González y Fermín, El Niño de la localidad de San Zoilo.

Luis representa la seguridad, conocimiento y contundencia tocaora, el resultado del trabajo continuado, la eficiencia y el saber estar flamenco y personal. Una esencial garantía para los artistas cantaores, tengan la edad que tengan. Su enorme crecimiento, fruto del compromiso diario, lo avalan como un excelente tocaor de acompañamiento,

El Niño de Sanzoles representa la juventud, a veces maravillosamente desbocada, la fuerza no domada y la motivación sin fronteras, es capaz de crecer día a día, y también de imbuirse por los ecos gitanos cuando coge la sonanta para acompañar a los romanís.

Cinco cantaores, altamente rodados, también, todos de la tierra vinatera y alrededores.

Enrique de La Juana, gitano por los cuatro cuarterones y uno de los mejores representante del flamenco zamorano. Cuajado de compás y eco flamenco. Su desenvoltura por los palos festeros, especialmente tangos y bulerías suponen un deleite para los sentidos del oído y de la vista.

Eduardo Abril, la medida extrema llevada a teorema de lo jondo. Todos sus quejidos van matemáticamente medidos, todos sus melos también, como corresponde al álgebra del compás. Representa la perfección en la ejecución de este maravilloso arte de monumental duende y ajuste numérico, su actuación musical la acompaña siempre de una cuidada coreografía sobre el escenario.

Vicente, El Campanero de Gema, tiene almíbar puro en su boca de caramelo. Su prodigiosa voz laina le permite hacer cantes casi imposibles en la estela de Chacón, Marchena, Vallejo, Carbonerillo, Escacena, Rengel, Valderrama o Niño de La Huerta, por citar sólo a unos pocos. Un gran prodigio por el cante payo.

José Madridanos es un excelente cantaor sin voz. Voz rota y perdida. Representa la esencia del cante jondo: sólo la pureza, desprovista de facultades melódicas, tienen en él un claro ejemplo. Una pena que no se centre de forma exclusiva en seguiriyas, soleares y tonás como lo hizo uno de los grandes: Juan Talega.

Avelino Hernández debutó a lo grande en la sexta edición del Festival Flamenco Aficionado José Blas Vega del pasado año en Zamora. Proviene de la canción española y otras músicas, no obstante, su irrupción en el complejo mundo del flamenco dará mucho que hablar.

A priori, noche perfecta y cuadrada para el increíble disfrute de lo jondo, y, lo que es más importante, zamorano por todos sus costados.