“Hoy: Casablanca”. ¿Reabren el cine? La cartelera de la clásica película de Humphrey Bogart e Ingrid Bergman pegada a la fachada del emblemático cine Barrueco de la capital, reproducida sobre baldosas, sorprende y desconcierta al zamorano. La detallada rehabilitación de la fachada conduce casi a equívoco, dada la réplica al mínimo detalle de la primitiva construida en 1943, diseñada por el arquitecto Antonio García Sánchez Blanco, empleado del Ayuntamiento de Zamora que dejó su impronta en varios inmuebles de la capital.

El edificio vuelve a destacar en la avenida de Portugal con ese color caldera de los bajos, donde se ubicaban las taquillas y las grandes puertas de entrada de medio arco en tono gris. Todos los elementos que definían el estilo del cine más vanguardista de Zamora en la segunda mitad del siglo pasado se mantienen intactos, tal y como establece el catálogo de edificios protegidos de la capital. Remueve los recuerdos de los zamoranos que ocuparon las más de mil butacas de aquella sala que la familia Barrueco abrió con la proyección de la película “Eso que llaman amor”, en 1943, concluidas las obras que comenzaron en 1940.

Pero la gran joya de la construcción rehabilitada se encuentra oculta a la vista, aunque podrá contemplarse cuando los bajos comerciales, que ocupan el espacio donde se ubicaba la sala grande, se abra al público. Los zamoranos descubrirán 20 metros lineales de muralla que han quedado al aire al excavar para construir los garajes. “Se acristalará para incorporarla al inmueble y que los ciudadanos puedan contemplar el hallazgo, situado a siete metros de profundidad de la fachada principal”, apunta el arquitecto que ha dirigido el proyecto de construcción de 24 viviendas y 50 plazas de garaje en el solar del Barrueco, Francisco Javier Jambrina.

Promovido por los propietarios de las viviendas en régimen de cooperativa -tras 12 años de avalares ligados a la crisis del ladrillo-, el proyecto tiró para delante hace tres años y está en sus últimos remates. Entrar en el portal es encontrarse con “guiños” constantes al mundo del cine, se conserva lo que fue zona de entrada al cine tal cual era, hasta el azulejo del suelo es idéntico, “lo mandamos hacer igual”, “con la estructura de las taquillas y las puertas de medio arco”que han tenido que acomodarse como acceso a los garajes. Los “tics” al séptimo arte están en el recorrido del largo pasillo que lleva a las escaleras para entrar a los tres pisos de viviendas, salpicado de reproducciones en vinilo de carteleras que marcaron épocas diferentes. El espacio “evoca los accesos a las salas de cine de los años 50, con paredes forradas de mármol blanco y réplica del negro marquina”. El visitante camina entre carteles de “Lo que el viento se llevó a “Gilda”, “Benhur” “Con faldas y a lo loco”, “La guerra de las galaxias”, “Una noche de Ópera”, “Bienvenido Mister Marsall”, “ET” o “El padrino”. Antes, justo a la entrada, un mural de Zamora; y, más al fondo, una foto de un antiguo patio de butacas. El viejo edificio que unos catalogan como “art déco” y Jambrina define “de estilo racionalista porque juega con elementos muy básicos, círculos, cuadrados, arcos de medio punto”, vuelve a lucir con el brillo de aquel cine que acogió todo tipo de eventos, convenciones y hasta bailes.