La pandemia ha causado estragos en el sector del deporte. Los gimnasios se han esforzados en poder reabrir sus puertas tras el periodo de confinamiento, apenas llevan dos meses. El número de clientes ha bajado notablemente. Las actividades de contacto como el boxeo, kárate y entrenamientos en equipo o comunitarios se aplazan hasta nuevo aviso.

Ricardo Villar, dueño del gimnasio Crosscube de Zamora, señala que el descenso de usuarios roza casi en el 40% respecto a los meses previos de la pandemia. Por otro lado, Jose María Lobato, gerente del Gimnasio Tres Cruces, afirma que también han tenido muchas bajas, sobre todo para las actividades grupales a las que “casi no viene gente”, sin embargo la salas de máquinas sí que tienen mucha más aceptación.

Entre las consecuencias de la disminución de deportistas está el controvertido intercambio y continuo uso de materiales y maquinas, el límite de aforo permitido a causa del obligado distanciamiento social, el miedo al contagio o la difícil situación económica surgida de la pandemia. Y es que en este tipo de instalaciones el contacto físico con otros usuarios es habitual y son espacios cerrados en los que discurren numerosas personas a lo largo de un solo día.

Respecto a los problemas encontrados, los responsables de las salas dedicadas al deporte toman exigentes medidas preventivas como son la desinfección del calzado y gel desinfectante para las manos a la entrada y salida del establecimiento. Además, cada usuario debe llevar una toalla individual, el material es personalizado y no se puede compartir durante la estancia en el recinto. Al terminar con cada máquina, pesa o balón, estos son limpiados a conciencia para que otra persona pueda usarlo. Una de las alternativas que realiza Ricardo Villar para evitar estar en un espacio cerrado durante un largo periodo de tiempo es trasladar alguna de las actividades fuera, ya que “tenemos un suelo de caucho al aire libre y podemos sacar parte de las actividades y sus correspondientes materiales fuera”. También añade que, al ser actividades separadas por grupos en cada hora, “hasta que no salga un grupo, no entra otro”. El problema del aforo máximo junto con el cumplimiento de la distancia social de cada miembro es una cuestión con la que los gimnasios deben convivir. “Antes tenía grupos de entre 15 y 18 personas, con el tema del virus ahora estamos en unas 12 personas como máximo por grupo”, matiza Ricardo Villar.

El confinamiento y la nueva normalidad han golpeado duramente la reanudación de este sector, pero ha sabido adaptarse gracias a las nuevas tecnologías. Durante la etapa de cuarentena cerraron sus puertas literalmente, sin embargo quedaron abiertas a través de la web con entrenamientos on-line.

Respecto al futuro del sector, el director del Crosscube cree que “si cada persona aporta su granito de arena poco poco se irá encauzando la situación. Pero va a costar.”