La leyenda de algunos edificios habla en muchas ocasiones por ellos mismos. Ese es el caso del antiguo laboratorio, que tras décadas de cambios y controversia dará aspecto al nuevo centro cívico de Zamora en 2021. Su estilo singular y su carácter multifuncional han marcado los cincuenta años de vida de esta peculiar construcción.

En los años setenta, el Ministerio de Vivienda emprendió la construcción del laboratorio de control de calidad de construcción y obra pública, una infraestructura en la que dar cabida al material de trabajo necesario para la provincia. El edificio se incluye dentro de la corriente arquitectónica brutalista, nombre derivado de la idea de expresar los materiales en bruto.

En la década de los ochenta, las competencias de este laboratorio pasaron a la Comunidad Autónoma. Ya en el siglo XXI, en el año 2013, la Junta de Castilla y León anunció el cierre temporal del recinto. La Junta alegó una escasa actividad de estos inmuebles debido a las circunstancias económicas, y reubicó a los trabajadores en otros puestos de la administración regional. Esta medida no fue exclusiva en la ciudad del Duero, sino que afectó a todos los laboratorios de las provincias de la comunidad, a excepción de los de Burgos y Valladolid, que sí se mantuvieron operantes.

Unos años más tarde, en 2017, Juan Vicente Herrera y Francisco Guarido acordaron levantar un centro cívico y un conservatorio profesional de música en el agujero fallido del palacio de congresos, junto a la Universidad Laboral. Sin embargo, el espacio resultó insuficiente para albergar a los dos recintos y en 2019 se determinó la reubicación del centro cívico en la confluencia de la avenida de Cardenal Cisneros con Juan Sebastián Elcano. De esta manera, la Junta se comprometía a recuperar el edificio del antiguo laboratorio para dar forma a un centro cívico, pese a los rumores de derribo con los que se había especulado.

Ya en 2020, y tras unas arduas negociaciones, el proyecto parece que llegará a buen puerto. Todo hace indicar que el antiguo laboratorio y dará forma a una biblioteca y sala de lectura para disfrute de los zamoranos.

De esta forma, la ciudad podrá contar por primera vez con un espacio de estas características que permita desarrollar diversas actividades.El edificio pertenece a la corriente arquitectónica brutalista, bautizada de esta forma por la idea de expresar los materiales en bruto. Rafael García Lozano, arquitecto experto en edificios del siglo XX, afirma que “la construcción hace un uso masivo del hormigón, casi brutal. De ahí viene la palabra que da nombre a esta tendencia”.

García Lozano considera que el principal valor de este edificio reside en su exclusividad. “Este movimiento, muy común en Europa y en Estados Unidos entre las décadas de los cincuenta y los setenta, tiene muy poca representación, tanto en Castilla y León como en Zamora. Esta construcción es uno de sus únicos ejemplares en la zona, y ahí puede residir su gran valor arquitectónico”. atestigua García Lozano. “Esta tendencia no suele gustar mucho, pero es muy interesante”, concluye. El arquitecto y empresario sanabrés Francisco Somoza es otro de los expertos que ha valorado la infraestructura. Somoza coincide con García Lozano en otorgar valor a la exclusividad de la construcción. “La tendencia brutalista apenas se atisba ni en Zamora ni en Castilla y León.Se trata de una corriente muy escasa, casi singular, lo que le da a este edificio un mayor interés”.

Además, resalta que “desde el punto de vista arquitectónico, está muy bien construido y tiene mucha calidad”.