Jesús Palacios (1954) lleva varias décadas ejerciendo como técnico de la Junta de Castilla y León. Comenzó a trabajar en Zamora en 1982, tras licenciarse como ingeniero de Montes, y ya en 1994 accedió al área de Especies y Espacios Protegidos y se situó al frente del Parque Natural del Lago de Sanabria. Desde 2015 dirige también el Centro del Lobo Ibérico.

–Una vez superado el mes de julio, ¿esperaban el volumen de visitantes que ha recibido el Lago de Sanabria en este contexto de pandemia?

­–Por nuestra parte y la del Ayuntamiento, que estamos trabajando coordinadamente, había una incertidumbre grande. No sabíamos si iba a venir muchísima gente o poquísima. Sí éramos conscientes de que no iba a ser como todos los años. Lo que hemos detectado es que en la zona de Sanabria, en los pueblos, hay mucha gente, pero las visitas al Lago y a las playas, hasta ahora, han sido moderadas. Los visitantes se están comportando magníficamente y, tanto con los controles que hace la Junta a través de la guardería medioambiental como con la gente que tiene el Ayuntamiento, se ha detectado que el número de gente que ha venido no ha sido excesivo. Ahora bien, agosto puede cambiarlo todo.

–¿Perciben que hay más gente en las zonas fluviales anexas?

–Tampoco han tenido una afluencia masiva durante el mes de julio. En general, la gente no ha venido en masa y, salvo pequeñísimas excepciones, ha primado la comprensión y la paciencia. El uso de los servicios ha sido ejemplar y los informes que tenemos de la guardería medioambiental dicen que la gente está colaborando muchísimo y está concienciada. No sabemos lo que durará, pero yo le pondría a la ciudadanía y a los visitantes un 9,5 o un 10 casi. Eso hasta ahora, pero quedan tres semanas.

–¿El confinamiento ha afectado al Lago o a su entorno desde el punto de vista de los ecosistemas?

–Hay que tener en cuenta que este año ha sido climatológicamente excepcional para la naturaleza, con unas lluvias buenísimas durante la primavera. No ha habido excesivo frío, el calor ha llegado en su época y el comportamiento de los ecosistemas ha sido espectacular. Si a eso se le une que, durante mucho tiempo, la gente no ha llegado a determinados sitios, lo que queda es que la fauna ha estado más tranquila y los ecosistemas se han recuperado muy bien. De todos modos, por el Lago pasaron 723.000 personas en 2019, pero concentradas en un periodo muy determinado y en una zona concreta. Entonces, durante el resto del año, quitando esos dos meses y medio, el ecosistema se recupera siempre de una forma extraordinaria.

–¿Qué grado de degradación presenta el Lago por culpa del turismo de julio y agosto?

–Ninguno. No tiene ningún grado de degradación, porque los sitios donde accede el público tienen una recuperación perfecta durante los meses siguientes. Si todo el año hubiera esa afluencia, empezaría a haber problemas, pero son dos meses y medio de ocupación intensiva y nueve meses y medio de recuperación. Es un sitio con un potencial de recuperación de los ecosistemas muy fuerte, con una climatología que hace que todo vuelva a su ser. Cada año constatamos que, antes de la temporada de afluencia, los ecosistemas están perfectos y el Lago y sus alrededores se encuentran aptos para que la gente venga a ocupar esos espacios. Lógicamente, en el momento que se ve alguna pequeña zona que tiene algún problema, se hacen acotamientos de algunos metros cuadrados para recuperar.

–¿El estado del agua sigue siendo óptimo?

–Óptimo total. Pero eso no es de ahora. En los últimos años, todos los meses se ponen en la página web de la Fundación Patrimonio Natural los resultados de los análisis mensuales que hace el laboratorio de limnología del Parque, que está dirigido por el biólogo José Carlos Vega. Allí hacen un estudio muy exhaustivo de decenas de parámetros desde hace más de 30 años. Esos resultados son de dominio público. De hecho, ha acabado o está a punto de acabar un trabajo de tres años de la Confederación Hidrográfica del Duero con la USAL, en el que se ha hecho un análisis de los ecosistemas del Lago, y la conclusión es que el estado de las aguas y de los ecosistemas es óptimo en este momento.

—En verano, la gente acude al Parque Natural del Lago de Sanabria a disfrutar de un cierto turismo de playa. ¿Falta todavía conocimiento sobre el resto de las alternativas que ofrece la zona o ya están lo suficientemente asentadas?

–Los visitantes del Lago, desde los años 50 o 60 e incluso antes, han sido de playa. No obstante, había unos cuantos que eran más forofos, como la gente de la Montañera, que ya iba a la zona alta del Lago a hacer sus rutas y sus cosas. Luego, a finales de los años 90 y a principios de este siglo hubo un intento, yo creo que bastante exitoso, de desestacionalizar el turismo del Lago ofreciendo temas alternativos. Se sistematizaron las rutas existentes y se crearon nuevas.

–¿El turismo de naturaleza sigue ganando importancia?

–De naturaleza y otro tipo de ocio y deporte. Andar, seguir rutas organizadas... Eso ha dado una oferta muy grande y hay muchísima gente que fuera de temporada ya viene a la zona del Lago. No a visitar la playa, sino a hacer rutas de senderismo. Se ha convertido en un referente para este tema.

–¿Sanabria va a llegar a ser un lugar que reciba un flujo importante de turistas todo el año?

–Se trata de desestacionalizar. El turismo en la época de verano es suficiente. Ya no cabe más en años normales. Entonces, la gente, incluso aunque venga en verano, se puede dedicar a hacer otras cosas y se encuentra con la sorpresa de que el Parque es muy grande, muy desconocido, y en el momento en el que subes a la alta sierra no ves a nadie y puedes hacer rutas muy buenas.

–Estar solo en la naturaleza ahora tiene más valor, dado el contexto.

–La “solitariedad” es uno de los mayores valores que hay en la naturaleza dentro de los países desarrollados. Encontrarse solo en medio del monte sin ver ningún símbolo de civilización y a la vez estando seguro porque tienes una ruta balizada... El objetivo es diversificar la oferta y hacerla segura.

–En lo que se refiere al Centro del Lobo, ¿funciona como uno de los elementos de atracción turística más allá del Lago?

–Por parte de la Junta se creó el recurso del Centro del Lobo Ibérico como un elemento también desestacionalizador en la zona. El motor era el Lago de Sanabria, en una época determinada sobre todo, y se pretendía tener otro foco en las proximidades y aprovechar otra cuestión que atrae a mucha gente, que es el lobo. Es una especie en la que hay mucha gente interesada, y hay un creciente turismo de naturaleza de personas que vienen, sobre todo con empresas, a ver lobos en libertad. Ahora bien, ver lobos en libertad no es siempre tan fácil. Con estas empresas hay más posibilidades, pero no se garantiza. La gente quiere ver lobos en las mejores condiciones posibles, de ahí la programación para hacer este elemento a través de la Junta, también de la mano del Ayuntamiento de Puebla.

–¿Y ha resultado?

–Al igual que la mayor parte del turismo en el Lago viene en la época de verano, también es verdad que, en julio y agosto, aquí hay más visitantes que en otros meses. Pero las 2.000 o 3.000 personas que vienen en enero y febrero a ver el Centro del Lobo son un auténtico lujo, porque esa gente come, duerme y viene a un sitio en el que en esa época antes venía muchísima menos gente. Lo que se ha notado es una desestacionalización de visitantes que vienen a ver el Centro del Lobo y luego se enteran de que está el Lago de Sanabria. Eso da mucha vida a la hostelería de la zona. De hecho, nos han dicho que para ellos son más importantes los pocos miles de invierno que los muchos miles de verano, que ya los tienen. Ha sido un motor económico muy importante. El año pasado llegamos a los 42.000 visitantes, y este año, hasta el 14 de marzo, íbamos por encima. Luego la cosa se ha complicado, pero pretendemos volver a la misma dinámica cuando esto pase.

–¿Cómo está funcionando con las restricciones?

–Tiene una limitación de aforo. Todos los días hay ocho grupos de quince personas, esa es la capacidad, y están llenos durante el verano. La gente sale muy contenta y a nosotros nos gustaría poder atender a más personas, pero no se darían las condiciones adecuadas para la seguridad de los visitantes que vienen y de los trabajadores.

–Sanabria está dentro ahora de la Reserva de la Biosfera. ¿Ese sello está siendo positivo o negativo en algún sentido para una zona que ya es un Parque Natural?

–La Reserva de la Biosfera es un sello más de calidad para una zona. Lo que pasa es que Sanabria tiene tantos que a lo mejor no es tan importante como en otros sitios. Yo creo que todas esas figuras de protección son buenas y tampoco trae peaje detrás de ningún tipo. Es una cuestión que es a mayores y que es beneficiosa.

–¿El Parque Natural trae más peajes para la gente de la zona? ¿Le compensa a los pueblos del entorno?

–Yo creo que trae peaje, pero positivo. El 90% de la legislación del Parque es igual fuera que dentro, lo que pasa es que está más vigilada la legalidad. Quizá, cuestiones que pasan desapercibidas en otros lugares llaman más la atención dentro del Parque.

–En cuanto al tema de los coches, ¿están preocupados por el tráfico en la zona del Lago? ¿Tienen previsto limitar de algún modo el acceso de vehículos?

–No lo tenemos previsto, y tengo que decir que ese es un tema que se lleva muchos años trabajando a través de una colaboración muy fuerte con el Ayuntamiento de Galende, que tiene regulación de aparcamiento en determinadas playas durante el verano. Cobra un precio muy razonable, da trabajo a gente allí y eso está totalmente controlado. Luego hay una colaboración también importante con la Guardia Civil para evitar los aparcamientos en zonas no permitidas, sobre todo en Viquiella y Custa Llago. Hace bastantes años, eso estaba descontrolado, pero ya hace tiempo, y más este año, la gente va a los aparcamientos regulados o a determinadas zonas donde la Guardia Civil opina que pueden estacionar.

–¿Se descarta la opción de los vehículos lanzadera?

–Eso se desestimó en su momento. A pesar de ello, cuando se creó la Casa del Parque, se habilitaron muchas zonas de aparcamiento y ahí se pueden dejar coches. Fue una de las alternativas que planteó este año la propia Diputación, pero no se adoptó. Son cosas que podrían hacerse en años sucesivos o no.

–¿Esperan más visitantes con la llegada del AVE?

–El tiempo nos irá poniendo en nuestro sitio. Existe una expectativa muy grande por parte sobre todo de los hosteleros de la zona, y de la gente que tiene negocios relacionados con el turismo, pero aún no sabemos nada. No tenemos clara la frecuencia de trenes, ni lo que va a generar de movimiento.