“Qué ganas de que llegue verano para irme al pueblo” era el pensamiento de muchos jóvenes en veranos anteriores. La playa, la piscina, el bar y la verbena pasaban a formar parte de la rutina diaria de la mayoría de chavales, tanto de los que vivían en el pueblo como de los que llegaban a él en los meses estivales. Sin embargo, la crisis del COVID obligó a suspender todas las fiestas populares y supuso la fijación de medidas en la mayoría de actividades de recreo.

Las restricciones, unidas a las ya escasas posibilidades de ocio que ofrecen los pueblos, han reducido al mínimo las opciones del colectivo. Además, el miedo al contagio y las dificultades para el transporte hacen que los jóvenes prefieran no ir a la capital de compras, al cine o a la piscina, actividades muy características de otros veranos.

Villardeciervos es uno de los pueblos de la provincia con una mayor afluencia de jóvenes en el periodo estival. Los veranos en este municipio carballés siempre han tenido en la playa de los Molinos su punto de encuentro por excelencia. La reducción del aforo y las medidas impuestas permitieron abrir la playa fluvial a finales de junio. Sin embargo, el temor a una posible infección hace que muchos se lo piensen antes de darse un baño. Ese es el caso de Carla, María y Laura, tres chicas del pueblo que solían frecuentar el embalse todos los días. “Este año vamos mucho menos, y cuando lo hacemos solemos ponernos en lugares apartados. Cuando hay mucha gente, preferimos dar un paseo o sentarnos en una terraza”, afirman.

El pádel es una de las alternativas que ha crecido este verano. Tanto Ferreras de Abajo como Villardeciervos inauguraron sus pistas este año. Las pocas opciones de ocio han hecho que las expectativas se hayan superado. “Como hay tan poco que hacer, hay semanas que jugamos todos los días”, declara Antonio.

La pesca ha sido otra de las actividades que ha ganado con la pandemia. Los recodos de las aguas fluviales se llenan cada día de jóvenes pescadores. Pablo y Dani siempre han sido aficionados a esta disciplina, pero ambos reconocen que “nunca la habían practicado tanto como este año”. “Los embalses están muy concurridos, y como tampoco hay muchas más posibilidades, preferimos venir aquí a pasar la tarde con la pesca.”, declaran.

Miriam, Janette y Andrea se juntan todos los veranos en Villanueva de Valrojo con el propósito de disfrutar al máximo de sus vacaciones. Sin embargo, las tres reconocen que la pandemia se lo está poniendo difícil. “Solo podemos ir al bar, a la piscina o a los pueblos de al lado”, declaran. Además, consideran que los fines de semana es donde más se nota el cambio. “Como no hay verbenas, solo nos queda estar en el bar del pueblo”, afirman.

La no disponibilidad de locales en algunos pueblos hace que el ocio nocturno se reduzca a estar en los bares hasta que echan el cierre. “No se pueden hacer verbenas, botellones ni tampoco tenemos ningún local en Villardeciervos, así que nos toca estar en la terraza hasta que cierra el bar”, manifiesta José.

Más dificultades encuentran los jóvenes de Rionegro del Puente para encontrar actividades de recreo. La clausura de la zona de baño del río Negro acabó con su opción preferida y les obligó a reinventarse para refugiarse del intenso calor. “Otros años siempre estábamos en la playa del río, y este verano nos ha tocado buscar rincones alejados donde poder darnos un chapuzón”, afirma Jesús. 

Los pueblos zamoranos son cada año albergue de cientos de muchachos. Problemas de la pandemia aparte, el abanico de posibilidades se reduce cada año y los jóvenes cada vez encuentran más dificultades para divertirse. Se necesitan alternativas.