El Zamora C. F. volvió a degustar ayer los sinsabores del fútbol y es que los rojiblancos merecieron más ante un Guijuelo que hizo lo justo para llevarse la victoria ya que solo tuvo que aprovechar el único error defensivo de los zamoranos al no despejar con contundencia un balón muerto que Nierga convirtió en el solitario gol de la tarde. Los zamoranos tuvieron más opciones para lograr un empate que hubiese sido justo, sobre todo por las ocasiones de la segunda mitad pero no pudo ser.

Para este encuentro en tierras chacineras, Aguirre estaba obligado a cambios tras las bajas de última hora de Garretas y Gavilán pero además el técnico introdujo más variaciones de las previstas. La primera y más llamativa fue la inclusión de Miguel bajo los palos. Después de muchas, muchas jornadas el portero zamorano gozaba de la titularidad. En primera línea estuvieron los previstos con Dani Mateos, Carrillo, Kurbus y Prada, mientras que en el centro del campo se ubicaron Ochoa, que también volvía a salir de inicio tras muchas semanas, y Salva Rivas. Bandas para Arkaitz y Coque, mientras que Rodri hizo pareja con Carlos de la Nava como hombres más adelantados. Cuatro cambios respecto al equipo que salió en el Reino de León, con el fin de repetir lo hecho la temporada pasada cuando se ganó por 0-2 en este campo presidido por una pancarta en homenaje a Agustín Villar. El encuentro tuvo un inicio intenso y el Zamora C. F. tomó el mando en el Municipal. Las aproximaciones a área rival no se hicieron esperar y llegaron con dos saques de esquina casi consecutivos y con disparo de Prada incluido tras el rechace de la zaga. Enfrente el Guijuelo trataba de coger la batuta pero los rojiblancos rompían cualquier jugada.

La posesión zamorana continuaba en el Municipal al igual que las ocasiones como la que creó Coque, con doble regate y disparo final que repelió el meta. Los de Aguirre estaban mostrando garra y sumaban metros tratando de encerrar a los locales, pero una vez más pagaron caros sus errores. En la primera llegada al área Nierga aprovechó la falta de contundencia de la defensa zamorana al no despejar un balón muerto y anotó casi a placer. El marcador, injusto a tenor de lo visto hasta el momento, estaba en contra pero quedaba un mundo para luchar por la remontada. Sin embargo, el gol había caído como un jarro de agua fría entre los zamoranos y a raíz de tanto, el Guijuelo mejoró su imagen. Los ayer visitantes luchaban por reaccionar a tiempo pero lo cierto es que aunque se mostraban cumplidores en todas las líneas, faltaba el remate. Muy poco se vio en la primera mitad en lo que a la ofensiva zamorana se refiere aunque sí estuvieron ávidos para impedir que el Guijuelo se hiciese dueño y señor del derbi, y es que salvo por un tiro desviado de Carlos Rubén los de Estévez tampoco aparecían arriba. Así, la asignatura del gol se dejaba para la segunda mitad y es que era lo que se podía pedir puesto que en el resto se estaba haciendo un papel digno ante el subcampeón de invierno.

Sin cambios arrancó la segunda parte pero lo hizo con un Zamora que trataba de repetir el guion de su dominio en el comienzo del duelo. A un remate de Garbán que atrapó Miguel le siguió la presión rojiblanca y una gran ocasión de Carlos de la Nava que repelió el cancerbero. Era una realidad que el Zamora estaba hablando de tú a tú al Guijuelo en su campo pero faltaba algo más que quizá tenía que salir del banquillo, esa chispa en ataque que se echaba de menos para sacar un resultado positivo y es que el plantel local no estaba haciendo mucho más en área zamorana. De hecho eran los de Aguirre los que volvían a sumar metros y rondaban el área, en jugada pero sobre todo a balón parado, y se estaban mereciendo sumar al menos un punto.

Viendo que era necesario aire fresco, Aguirre hizo su primer cambio y Rodri, que había actuado como delantero, dejó su sitio para que Sergi Mut probase suerte mientras que los locales en sus contadas llegadas se encontraban con Miguel que tuvo buenas intervenciones cuando se le necesitó.

El juego se desarrollaba en área chacinera pero el asedio no tenía respuesta aunque el Zamora no flojeaba. Era la recta final y el momento de quemar las naves con un doble cambio y dispuestos a dar el todo por el todo y aprovechar la mínima. La tuvo Arkaitz, tras un pase de Ochoa, que se fue alta y después Aarón con un disparo desviado. No parecía la tarde de los delanteros y así, aunque se intentó y se luchó hasta el último suspiro, los tres puntos volvieron a quedarse en Guijuelo.