Hay matrimonios que ni la muerte los separa. Eso debió pensar una mujer de Galicia cuando hizo su testamento en 1975. Le dejaba todo el dinero a su marido, siempre y cuando, no se volviera a casar. Un tipo de cláusula perfectamente válidas, según el abogado Javier Marqués del Castillo, más propia de aquellos tiempos que de los actuales. Tras fallecer la mujer, el hombre cumplió la condición a su manera. Casarse, no se casó, pero estuvo más de veinte años viviendo con otra pareja. La Audiencia Provincial de La Coruña equipara esta relación estable y afectiva con un matrimonio y, aunque el hombre asegure que era su prima, cuando ésta también falleció en la esquela él aparecía como esposo. Pruebas concluyentes para los magistrados que dan la razón a los demandantes y desheredan al hombre que solo se puede quedar con el usufructo viudal. El viudo puede apelar al Supremo. Eso sí, para que éste decida que no hay matrimonio sin boda es inevitable un recurso de casación.