Toda precaución es poca para evitar que el ébola se extienda a otros pacientes en el Carlos III de Madrid. El padre Miguel y la monja Juliana permanecen ingresados en máximo aislamiento. Cada uno en una habitación individual, blindada a los microorganismos y monitorizadas con cámaras. Todo el personal que atenderán a los pacientes irá totalmente protegido como manda el protocolo. La situación de los religiosos es estable, aunque con fiebre. Ni siquiera el padre Miguel tiene hemorragias.