Con la tradicional ofrenda a Rafael Casanova, máxima autoridad barcelonesa en 1714, arranca una Diada con aspiraciones de transformación... separatista. "Con la amnistía y con la autodeterminación", indicaba Pere Aragonès. Aunque parte del independentismo sigue viendo tibio al president y a su partido, anoche, al grito de traidor y vendido. "No tenemos miedo ni de aquellos que nos encarcelan ni tenemos miedo de aquellos que nos insultan", respondía Oriol Junqueras. Más tranquilo, público alejado, el acto de hoy. Con llamamiento a la unidad para la ruptura. "Para hacer un llamamiento a la movilización", apunta Jordi Cuixart, presidente de Òmnium Cultural, para recuperar músculo soberanista en la calle. "Poner urnas y decidir nuestro futuro colectivo", añade la portavoz de Esquerra, Marta Vilalta.

Movilización como argumento soberanista para la mesa de diálogo que arranca esta próxima semana, tras, dice Ada Colau, años de sufrimiento. "Con toda la confianza de no tener líneas rojas, ni prisas, ni presiones". "Desde la negociación y, obviamente, de manera bilateral", apuntala Jéssica Albiach, coordinadora general de Catalunya en Común. Pero ni entre los socios del Govern son todos igual de optimistas. "Somos profundamente escépticos con la actitud de este Gobierno español", argumenta Jordi Sànchez, presidente de Junts per Catalunya. Y pone de ejemplo la frustrada ampliación del Prat. Mensaje directo a un Gobierno de España hoy se podría decir precisamente representado por la propia ministra de Transporte, del PSC. "Que la señera vuelva a ser el símbolo que nos une a todos", indica Salvador Illa. Invitación al entendimiento en el marco constitucional del líder de la oposición en el Parlament que hace suyo el PP de Barcelona, que también ha querido homenajear a Rafael Casanova. "Y aquí cayó herido en la defensa de un rey para España y por España", dice su concejal, Josep Bou. Y que ni siquiera, subraya, fue catalanista, aunque el catalanismo lo tenga como uno de sus símbolos.