Tras los últimos clientes se recogían mesas y sillas, se plegaban sombrillas y se subían toldos. Dejando un futuro incierto tras las puertas de sus negocios. Esta mañana unos 30.000 establecimientos de toda Cataluña debían amanecer cerrados. Aunque antes de la ratificación del TSJ encontramos algunos locales rebeldes. El desayuno, hoy, en la calle y la comida, para llevar, en los pocos restaurantes que intentarán sobrevivir reinventándose. Los hosteleros han concentrado toda su indignación frente a la Generalitat y por las calles de Barcelona. Protestando al grito de “No somos el problema”, han alertado de unas pérdidas, durante estas dos semanas, de unos mil millones de euros.