Los agentes se hicieron pasar por clientes y cuando entraron en el piso, se encontraron una fiesta de más de 70 personas, incumpliendo además las medidas de seguridad, sin mascarilla ni distancia de seguridad. El ruido, que alertó a los vecinos, les delató. El negocio se desarrollaba en dos apartamentos distintos. El primero funcionaba como bar. 20 euros por copa. Y en el segundo piso se cerraban las citas sexuales. La policía identificó a todos los participantes y denunció al dueño por no tener licencia.