Sonrientes, serenas y con el lema 'No pasarán', símbolo de la resistencia antifascista, en una de sus camisetas. Así han escuchado hoy las Pussy Riot la sentencia que las condena a dos años de cárcel. ¿El motivo? Para el tribunal, un delito de gamberrismo motivado por odio religioso. Para ellas, que nunca se han reconocido culpables, la simple expresión de una opinión política de forma artística. De estudiantes universitarias a cantantes del grupo 'punk' de moda en febrero, cuando irrumpieron con su música y su aspecto irreverente en el corazón de la Iglesia Ortodoxa.