Aunque los alimentos ecológicos aportan beneficios para la salud, también representan un gasto importante. Como en casi todos los ámbitos, la calidad se paga con la comida y, por supuesto, no es poca cosa. Sin embargo, lo que caracteriza a estos alimentos es su fácil perecibilidad.

Suelen ser productos no tratados, sin conservantes ni aditivos, por lo que no es tan fácil conservarlos adecuadamente. Incluso en este caso, hay reglas no escritas que debemos seguir para conservarlos correctamente.

Al mismo tiempo, esto supone no sólo una mayor seguridad, sino también un considerable ahorro de costes. Aunque los frigoríficos modernos funcionan con sofisticados sistemas de ahorro de energía y funcionan muy bien, siempre hay que tener cuidado.

La temperatura ideal debe fijarse, por regla general, entre 3 y 4 grados centígrados, para permitir una refrigeración eficaz. Lo que quizás poca gente sabe es que el aire frío tiende a desplazarse hacia los estantes inferiores del aparato.

Al mismo tiempo, los estantes más altos son los más cálidos. La parte más sensible es la puerta y sus estantes. Es precisamente aquí donde debemos evitar almacenar ciertos tipos de alimentos y productos, especialmente los fácilmente perecederos. Esto se debe a la escasa capacidad de conservación de los compartimentos de las puertas.

Pero, ¿qué alimentos son fácilmente perecederos? Los alimentos más perecederos son la leche fresca, el queso fresco y los productos lácteos en general. La fruta y la verdura también se encuentran entre los productos más delicados y deben almacenarse preferentemente en el cajón correspondiente. Así que elijamos sabiamente y con cuidado dónde guardamos nuestras compras.