Dice la OMS (Organización Mundial de la Salud) que debemos dormir al menos seis horas al día para estar descansados y que los procesos cognitivos funcionen correctamente. Pero el sueño debe ser reparador, de lo contrario de nada sirve caer en los brazos de Morfeo. Y aquí es donde juegan un papel clave la alimentación, la actividad física y también la postura que adoptemos en la cama.

No adoptar una posición adecuada puede provocar problemas de salud como dolores en las articulaciones o dificultades respiratorias. Hay muchos estudios sobre cuáles son las posturas más adecuadas y las incorrectas. Hay que aclarar que no existe la posición perfecta, depende de cada individuo, de las dolencias que pueda sufrir o bien la que le resulte más cómoda. No obstante, sí que hay unas más aconsejables.

De lado o en posición fetal

Los expertos coinciden en que es la más recomendable. Evita los reflujos estomacales y los dolores cervicales y de espalda. Disminuye los ronquidos y mejora la respiración ya que el aire circula mejor por todo el cuerpo, por lo que es la ideal para aquellas personas que sufren apnea. Hay un inconveniente: si el cuerpo descansa encima de las extremidades, algo de lo que no solemos darnos cuenta, causa estrés en nervios y músculos del brazo, por lo que podemos sufrir esos molestos calambres mañaneros. Desde el punto de vista de la belleza, esta posición causa arrugas en pómulos, ojos y barbilla.

Boca arriba

También muy aconsejable. La espalda reposa recta, lo que previene los dolores de cuello y espalda. No genera arrugas porque el rostro no entra en contacto con la almohada. En el caso de las mujeres, ayuda a mantener firmes los pechos. El inconveniente es que favorece los ronquidos y las apneas del sueño porque la lengua se desplaza hacia la faringe obstruyendo el paso del aire.

Postura del misionero

Nada que ver con la postura sexual del mismo nombre. No se adopta de manera natural, pero quienes la defienden aseguran que es la mejor para conciliar el sueño porque relaja mucho los músculos. Consiste en recostarse de lado con las manos juntas delante de la cara, como si estuviésemos rezando.