El sufrimiento es algo individual y personal, es decir, lo que para una persona puede ser algo tremendo para otro puede resultar estimulante. Sufrimos porque nos enseñaron a sufrir desde pequeños y a fijarnos en las cosas que nos salen mal o que crean insatisfacción, o en aquellas cosas con las que los demás se sienten decepcionados con nosotros.

"Más del 95% de las veces que sufrimos es inútil e injustificado", asegura en una entrevista con Infosalus la psicóloga María Jesús Álava, que acaba de alcanzar los 500.000 ejemplares vendidos de 'La inutilidad del sufrimiento. Claves para vivir de manera positiva' (La Esfera de los libros). Ese otro 5% se correspondería con enfermedades o pérdidas familiares, o de un amigo, por ejemplo, según indica.

Según subraya, ocurren tragedias de verdad muy pocas veces. "Sufrimos la mayor parte de veces porque por ejemplo no estamos de acuerdo con nuestra pareja y hay falta de comunicación, o por nuestro hijo rebelde. No obstante, estas situaciones son una oportunidad de ir mejorando en esa relación con nosotros mismos, en el día a día, y no tendrían que bloquearnos. Del sufrimiento al resentimiento el trecho es muy corto", advierte la especialista con más de 30 años de experiencia.

Para esas personas que, además, son "especialmente sensibles y emocionalmente más vulnerables", y que "sufren tanto", Álava les invita a asumir que en realidad las circunstancias que nos rodean no son siempre tan cruciales. "Lo importante no es lo que nos pasa sino lo que nosotros pensamos. En la Psicología el pensamiento es previo a la emoción, y éste es el que nos hace sentirnos bien o mal. Pero una sensibilidad mal entendida es como una trampa mortal que nos puede llevar a un sufrimiento inútil y prolongado, que lejos de cerrar heridas las ahonda provocando una sangría continua e imperceptible", sostiene.

Técnicas para dejar de sufrir

Por ello, defiende la necesidad de aprender a controlar esos pensamientos. "Si se controlan se controlará la propia vida, se pondrá el cerebro a nuestro favor. Está en nuestra mano dejar de sufrir. Al principio se sufre de forma automática ante determinados hechos. Se ayuda a las personas a reflexionar y cada vez que se sientan mal pensar que sí se puede cambiar ese sentimiento de sufrimiento. También es necesario ver si hay otra opción. Se darán cuenta de que sí las hay y que es un problema de interpretación. Se mejorará su respuesta emocional entonces", explica.

En este sentido, indica que las técnicas que más se utilizan son: las fisiológicas, que serían especialmente la relajación y respiración profunda; a nivel de técnicas cognitivas, se emplea la parada de pensamiento, las autoinstrucciones en positivo, y la confrontación racional de esos pensamientos, "lo que sería una combinación de la terapia racional emotiva y de la psicología cognitivo-conductual".

La psicóloga cree que es vital que cada persona analice los momentos del día y las circunstancias en las que se encuentran mal, así como las respuestas fisiológicas que los sentimientos les producen (presión en el pecho, hiperventilando, dolor de cabeza, cada persona lo manifiesta de manera distinta) . Así se da cuenta de qué le provoca ese sufrimiento inútil y puede ser más objetivo a la hora de erradicarlo. "Primero lo pasará mal, se dará cuenta. Después lo pasará mal y cuando se dé cuenta cortará ese sufrimiento. Luego, antes de pasarlo mal, ya será consciente y podrá controlarlo antes de que se desencadene ese sufrimiento inútil", sostiene Álava.

Los errores más frecuentes

En su opinión, el pasado no tiene que condicionar la vida y hay que extraer todo lo útil de lo que se está viviendo de cara a aprender a vivir el presente y conquistar el futuro. Aquí resalta la importancia de buscar ilusiones en la vida, de ser conscientes de que se puede cambiar en cualquier momento.

Entre otros errores a evitar indica: sufrir inútilmente por esa irritabilidad creciente y por el desplome de nuestro control emocional; dar vueltas a un hecho pasado; no aceptar lo inevitable; complicarnos la vida inútilmente; expresar todo lo que pensamos porque contribuimos a crear conflictos innecesarios; creer que siempre se está en posesión de la verdad, "demuestra ignorancia suprema y arrogancia intolerable"; echar la culpa de lo que nos pasa a los que nos rodean; querer arreglar las cosas con cambios drásticos en nuestra vida, cuando se está mal hay que intentar ponerse bien y después analizar la vida; vivir contrariedades, imprevistos como tragedias; pensar que nuestra situación no tiene solución; dejarnos contagiar por el pesimismo reinante; agotarnos física y mentalmente, no descansar lo suficiente; no ser conscientes de nuestros límites.

Finalmente, Álava destaca cuáles serían esas reglas de oro para poder dejar de sufrir inútilmente: creer en nosotros mismos; asumir que nos podemos equivocar, que las cosas pueden costar en llegar; ser consciente de que la felicidad está en nuestras manos, que no se compra y se puede alcanzar; seguir confiando en nosotros en momentos difíciles, "es lo que más cuesta pero una vez que se aprende se da un salto cualitativo fantástico"; coger distancia par ser más objetivo y actuar de forma racional; convertir cada día en un nuevo aprendizaje en lugar de desgaste; ante la irritación responder con autocontrol, no entrar en confrontaciones inútiles; aprender a ser realista y a conocer la responsabilidad y las debilidades; premiarnos de vez en cuando y mejor si se está en baja forma; utilizar el sentido común y fomentar el sentido del humor, intentar fomentar nuestra creatividad.