La expresión es más común de lo que podría parecer. Una reciente investigación constata que los padres no son objetivos a la hora de evaluar el grado de obesidad de sus hijos ya que tienden a subestimarlo. Sólo en los casos en los que el exceso de peso es muy elevado los progenitores reconocen el problema. Por tanto, si quiere saber si un niño está gordo no pregunte a sus papás.

La obesidad infantil es un problema creciente en la sociedad actual, especialmente preocupante en algunos países. Los niños con sobrepeso tienen un mayor riesgo de muerte prematura y de sufrir enfermedades cuando son adultos. Algunos gobiernos han iniciado campañas para fomentar una alimentación adecuada y equilibrada entre los menores. Sin embargo, las investigaciones constatan que en numerosas ocasiones los padres son incapaces de identificar que sus hijos tienen sobrepeso, lo que puede acabar haciendo que pierdan efectividad los intentos de atajar estas situaciones.

La London School of Hygiene & Tropical Medicine y el Instituto de Salud Infantil UCL, del Great Ormond Street Hospital, han llevado a cabo una investigación para determinar la diferencia entre la percepción paternal de la obesidad y la evaluación basada en los parámetros clínicos. Para ello se elaboraron cuestionarios a padres de casi 3.000 niños londinenses y los resultados se han publicado en el “British Journal of General Practice”.

Los investigadores comprobaron que prácticamente uno de cada tres padres subestimaron el índice de masa corporal de sus hijos, un parámetro que clasifica el grado de obesidad de los niños en sobrepeso elevado, sobrepeso, peso saludable o bajo peso. Más aún, sólo cuatro padres del total describieron a sus hijos como que padecían un elevado sobrepeso (obesidad) de los 369 niños que habían sido calificados dentro de ese parámetro siguiendo las tablas oficiales.

Según los parámetros establecidos, se considera que los niños tienen sobrepeso cuando se encuentran por encima del percentil 85 y con sobrepeso elevado (obesidad) si superan el percentil 95. El equipo de investigadores comprobó que para un niño con un peso en el percentil 98 había un 80 por ciento de posibilidades de que sus progenitores considerasen que tenía un peso saludable. Sin embargo, la apreciación de esos padres cambia si el niño se encuentra con un índice de masa corporal superior al percentil 99,7.

Si los padres no son capaces de clasificar correctamente a sus hijos por el peso, no estarán lo suficientemente motivados como para efectuar los cambios en el entorno de los niños que permitan mantenerles en un peso saludable”, ha asegurado el doctor Sanjay Kinra, uno de los autores del estudio.