La piel de los recién nacidos es muy diferente a la piel de los adultos: es hasta diez veces más fina, se seca con facilidad, todavía no es capaz de regular bien la temperatura y resulta más propensa a alergias e irritaciones.

La doctora Aurora Garre, de Cinfa, detalla que "hasta los tres años de vida, la ´barrera cutánea´ de los niños no ha terminado de desarrollarse, y no está tan preparada para defenderse de las agresiones medioambientales (frío, viento, sol, aire seco...)".

Así mismo, entre las características que diferencian la piel de los bebés de la de las personas adultas, la experta indica que "su función termorreguladora no funciona al 100%; pierde y absorbe agua con mayor rapidez; presenta una mayor reactividad vascular (se enrojece o palidece más fácilmente); y una menor capacidad de sintetizar melanina. En general, es menos resistente y mucho más frágil y delicada", apunta. Esta fragilidad resulta clave a la hora del cuidado de los más pequeños en los diferentes momentos de sus primeros meses.

En este sentido, la doctora expresa que es muy importante que "los padres no usen para los niños productos de adultos, porque según establece la legislación europea, la cosmética para bebés debe pasar unos controles muy estrictos y exigentes. Así, en la higiene diaria de los más pequeños, la regla de oro es elegir siempre productos de cuidado específicamente formulados para su piel, hipoalergénicos y probados bajo control dermatológico y pediátrico", afirma. "Además, debemos tomar una serie de precauciones en diversos momentos del día, como el baño o el cambio de pañal, para conseguir llevar una rutina que nos asegure un cuidado adecuado de su piel. Y es fundamental no exponer a nuestros bebés al sol hasta los 6 meses de edad, como mínimo", concluye la experta de Cinfa.

10 reglas de oro para cuidar la piel de tu bebé

1. Prepara el baño

Previamente al momento del baño es necesario calentar tanto el agua de la bañera, que debe estar a unos 37º, como el propio cuarto de baño, para que la temperatura ambiente esté entre los 20ºC y 22ºC. Además, te ayudará tener a mano todo lo que vayas a necesitar: productos, toallas, esponja€

2. Siempre pendiente

Una vez que metas a tu bebé en la bañera, durante los primeros meses debes sujetarlo con firmeza. A partir de los 4 ó 5 meses ya puedes emplear una hamaquita de baño. Y en ningún momento lo dejes sin vigilancia, ni dentro de la bañera ni en el cambiador.

3. Utiliza productos específicos

El jabón debe ser uno líquido infantil, hipoalergénico y con pH neutro, que respete el manto ácido cutáneo. También es importante contar con una esponja, preferiblemente que sea natural.

4. Controla el tiempo

Procura no tenerle en la bañera más de cinco minutos y lávale el pelo sólo instantes antes de sacarle del agua, porque los bebés pierden mucha temperatura por la cabeza.

5. Sécale con delicadeza

Cuando termines de bañar al bebé, sécale dándole ligeros toquecitos, sin frotarle, para no irritar su piel. Comprueba bien todos los pliegues y arruguitas para asegurarte de que no queda humedad.

6. No te olvides de hidratar

Aplícale una leche infantil hidratante, dándole un suave masaje por todo el cuerpo.

7. El cambio de pañal: zonas delicadas

Para limpiar el culito del bebé, utiliza toallitas especiales para este momento, o si lo prefieres, agua y un gel lavante o un jabón supergraso. Es fundamental realizar la limpieza desde la zona más limpia a la más sucia, de adelante hacia atrás, para no arrastrar la suciedad.

8. Barrera antibacteriana

Una vez limpio, y antes de colocar el nuevo pañal, asegúrate de que tiene totalmente secos los pliegues de las nalgas y las ingles, y aplícale una buena capa de crema protectora en el culito, cuya función es crear una barrera que prevenga las posibles irritaciones en esta zona, debido al contacto directo con la orina y las heces.

9. No te excedas con el perfume

Para perfumarle delicadamente, puedes utilizar unas gotas de agua de colonia sin alcohol, para vaporizar sobre su cuero cabelludo o sobre su ropa.

10. Cuidados también fuera de casa

Al salir de paseo con tu bebé en los meses de otoño e invierno, cubre las zonas más delicadas para protegerle tanto de resfriados como de la acción resecante del frío. En la cara, aplícale siempre una crema hidratante con protección solar, aunque haya nubes y no salga el sol.