Llevar al niño a todas partes y tener las manos libres es algo que conocen muy bien las madres africanas y las peruanas, que desde tiempos inmemoriales han porteado a sus bebés en fulares, ya sea sobre el pecho o a la espalda, mientras trabajaban en el campo o transportaban agua. El método canguro se está poniendo ahora de moda en los países occidentales y las mochilas y bandoleras de porteo proliferan en internet y en las tiendas más variadas, desde las infantiles a las de deporte.

Diversos estudios apuntan a que este sistema de porteo contribuye a reducir el estrés de madre e hijo, evita la plagiocefalia postural -deformación del cráneo en los puntos de apoyo habituales del bebé- y mejora los cólicos del lactante. Sin embargo, ni todos los modelos que están en el mercado son idóneos ni todas las posturas de porteo, aconsejables. Algunos especialistas advierten incluso de los serios riegos para la salud que algunos de estos diseños entrañan para el bebé, como la displasia de cadera.

"Estamos viendo verdaderos errores no solo en el tipo de mochilas que se utilizan, sino en la forma de llevar al bebé. Muchos papás cargan con las criaturas de frente para que vean mundo, dicen, y con una mochila bastante ortopédica, que no respeta la posición natural de la cadera", explica Leticia Durán, fisioterapeuta especialista en la corrección de la postura. En este sentido, detalla que la mochila nunca ha de ser rígida y que el niño ha de ir siempre con el pecho pegado al cuerpo del progenitor que lo lleva, y con las piernas separadas y flexionadas entre 90 y 110 grados.

"Si el niño va con las piernas colgadas en vertical, el pubis soporta toda la carga de su cuerpo. Además, al llevarlo mirando al frente, las cinchas echan sus hombros hacia atrás, provocando una postura demasiado erguida, forzando la corvatura lumbar, a lo que se suman los empujoncitos que el abdomen del adulto da sobre el sacro y la espalda del niño al caminar", explica Durán. Todo esto, advierte, puede tener graves consecuencias para el niño, como la displasia de cadera, por lo que considera que el uso incorrecto de esta práctica herramienta puede convertirse en un problema de salud pública en un futuro.

"Un mal uso del portabebés puede favorecer a la aparición de trastornos futuros de encaje en la articulación de la cadera porque al estar formada por estructuras cartilaginosas es fácil que se produzcan malformaciones o la aparición de distrofias de miembro inferior, algo que sucedía en el pasado con el uso frecuente del tacatá", añade la especialista, que advierte de que los modelos menos adecuados son precisamente los que tienen más publicidad porque son los que emplean actrices de moda.

Según Durán, el portabebés nunca puede ser rígido. "Una buena mochila nunca te permitirá llevar al niño mirando al frente, algo que neurológicamente tampoco es bueno, ya que al menos hasta los seis meses el niño no está preparado para procesar toda la información que le llega del exterior", agrega. Por todo ello, aconseja a los padres asesorarse antes de adquirir un portabebés y practicar con un muñeco antes del nacimiento del niño para adaptarse a los movimientos.

Lucía Sampedro, propietaria de una tienda infantil de productos ecológicos, afirma que la demanda de los distintos sistemas portabebés -fulares, mei-tais, bandoleras y mochilas - es mayor cada año debido a que cada vez son más las madres que conocen sus ventajas. "Además de la comodidad, el método canguro aporta seguridad y confianza al bebé. Se usa mucho con los prematuros en los hospitales", explica.

Sampedro también desaconseja llevar al bebé mirando al frente, una práctica que además de los problemas fisiológicos puede lesionar sus genitales. "La mejor forma de llevarlo es respetando la forma natural de estar del bebé, que es como una zeta", explica la responsable de este establecimiento, que imparte talleres sobre el uso del portabebés.

Las mochilas portabebés están indicadas para niños que pesen entre 3,5 y 20 kilos, mientras que los pañuelos resultan más apropiados para recién nacidos, ya que permiten que vayan acostados. "Durante las primeras semanas, la postura adecuada es ir tumbado y a partir del tercer mes, que ya sostiene erguido el cuello, puede ir ya sentado, pegado a papá o a mamá", explica.

En cuanto al sistema más demandado, asegura que tanto el fular como la mochila se venden por igual. "La mochila es más cara pero más rápida de poner y quitar, mientras que el pañuelo es más barato, pero hay que aprender a ponerlo, aunque no es complicado", explica. La preferencia por uno u otro sistema también depende del sexo. En este sentido, asegura que los padres rechazan de pleno el pañuelo.

Los pediatras no se atreven a pronunciarse sobre el uso correcto o incorrecto de esta herramienta de porteo, debido a su uso aún incipiente en la comunidad. "No tenemos constancia de problemas derivados de un posible mal uso, probablemente porque su uso es aún muy poco frecuente y no hay estudios en este sentido", reconoce el doctor Juan Manuel Sánchez-Lastres.