La manicura en sí no es mala para uñas. El problema es que a veces no se hace de forma adecuada, ni tampoco con los productos apropiados. Se emplean en ocasiones sustancias agresivas para la piel, y por tanto para las uñas, que pueden favorecer a la larga alergias, dermatitis e incluso infecciones, tanto en la lámina ungueal (cuerpo duro de la uña), como en la piel que la rodea y a distancia.

Así lo advierte en una entrevista con Infosalus la doctora Lourdes Navarro, miembro de la Academia Española de Dermatología y Venerología (AEDV), quien señala a su vez que no es que sean peligrosas las lacas de uñas permanentes o semipermanentes, sino que lo que es inseguro o pernicioso es un mal uso de las mismas.

"El problema que tienen este tipo de manicuras es que pueden agredir a la uña. Primero liman toda la superficie de las uñas cuando esto no se debería hacer, porque de esta forma se pierde la capa más dura de la uña, se vuelve más porosa, y más vulnerable a los productos que se aplican, los acrilatos, que podrían provocar reacciones alérgicas. Además, en el proceso de la manicura permanente utilizan para endurecer las lacas unas lámparas de luz ultravioleta A, y ahora también LED, que a la larga sí que posiblemente supongan un problema por el tema del cáncer de piel y el de uñas", explica la especialista.

En este punto, la especialista del Hospital Beata María Ana, de Madrid, precisa que en algunos casos sí está aconsejada la manicura permanente aplicando una única capa, en lugar de varias. Así, pone de ejemplo el caso de los pacientes con uñas débiles y frágiles, ya que el recubrimiento de esmalte representa una protección frente a un lavado repetitivo de manos, o frente al contacto con sustancias nocivas, por ejemplo. "Sólo una única capa de gel, sin limar en superficie las uñas. En condiciones normales se aplican tres capas, que suponen tres exposiciones a la luz ultravioleta y todos los riesgos que ello conlleva", agrega.

La doctora Navarro, que se muestra más partidaria de los esmaltes de uñas convencionales, alerta igualmente del inconveniente del empleo reiterado de acetona, un potente disolvente que reseca y hace más débil y frágil la uña.

Por otro lado, a la hora de comprar lacas de uñas, la experta llama la atención también sobre aquellas personas alérgicas al metal, porque hay algunas que tienen bolitas metálicas para disolver el pigmento y puede ser pernicioso para éstas. Igualmente, cree que hay que atender también a la proporción de formaldehido (sustancia empleada en los esmaltes endurecedores) que contenga la laca de uñas porque si se encuentran en altas concentraciones y se utiliza de una forma reiterada puede producir el efecto contrario, debilitar las uñas.

Respecto a la retirada de pellejos con la manicura, los más conocidos como padrastros, la dermatóloga experta en uñas indica que pueden favorecer la aparición de heridas y posterior inicio de una lesión que se llama 'paroniquia' o inflamación de la piel que rodea la uña, seguida de una infección, normalmente por una bacteria que aparte de ser muy dolorosa, puede llegar a producir una pequeña alteración transitoria en la lámina ungueal.

"Lo más correcto es cortarlos y aplicar un desinfectante como el alcohol o el yodo y no morderlo. También hay que intentar durante la manicura no quitar la cutícula, cuya función es proteger la uña de los agentes externos. Evitar cortarla, quizás retirarla levemente pero no eliminarla porque sirve de protección", avisa.

Sobre el amarilleamiento de las uñas tras un pintado, la especialista sostiene que este problema se puede solucionar y ocurre con esmaltes con pigmentos disueltos de tonos rojizos y marrones. Especialmente sucede en uñas finas y porosas. Todo esto se resuelve aplicando una base protectora de uña que impide que el esmalte embellecedor lo absorba y la tiña de color amarillo", agrega la doctora Navarro. En ocasiones se ve en la superficie de la uña unas granulaciones blancas, son gránulos de queratina, son debidas a pintarse las uñas de una forma repetitiva sin retirar el esmalte.

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Por otro lado, la experta de la AEDV destaca que no varía mucho el cuidado de las manos según la estación del año. Según precisa, el único problema del invierno es la sequedad ambiental debida al frío y las calefacciones, ya que favorece la deshidratación de la piel, se seca y es más vulnerable. "Es fundamental una buena hidratación no sólo del dorso de las manos sino también del pliegue proximal de la uña. Para ello conviene emplear una crema hidratante y emoliente que se extienda en la piel de alrededor de la uña, sobre todo en aquellas personas que se lavan muchas veces las manos y además la utilización de guantes para las tareas domésticas", añade.

Sobre cortarse las uñas, tanto de las manos como de los pies, la doctora Navarro aconseja realizarlo justo después de ducharse porque es el momento en el que las uñas al ser muy porosas al agua están más blandas. "Es preferible el limar lateralmente la uña que el cortarlas. Evitar pulir en la superficie", concluye.