Rania de Jordania y Letizia de España son comparadas hasta la saciedad. Ambas atesoran belleza y elegancia. Una es reina y otra aún princesa consorte de heredero. Se les critica una preocupación excesiva por su apariencia física y las dos comparten un origen plebeyo. Están unidas por esos fuertes lazos que crea el pertenecer al club de los reales primos; en el caso de Jordania, las relaciones son fraternales.

Además, en los últimos meses algo ha cambiado en el particular y cordial duelo de estilo que mantienen las dos celebridades. Desde que Letizia Ortiz se casó con el Príncipe Felipe, en 2004, los analistas de moda destacan las crecientes similitudes con la bella kuwaití de padres palestinos, Rania Al-Yassin. Ahora, cuando Jordania está sumida en una grave crisis arrastrada por el estallido de la Primavera Árabe y las críticas dirigidas a la familia real instigadas por las poderosas tribus de beduinos, es Rania la que parece fijarse en Letizia para "copiar" la discreción y el perfil serio que, a pesar de la alusiones a su atuendo y a su forma de vestir, adornan a la esposa del Príncipe de Asturias.

En los últimos meses, la otrora alegre y algo frívola Rania no parece la misma. Ha dejado de viajar asiduamente a París y Nueva York para estar al día de las novedades en alta costura. Limita sus apariciones públicas -dicen que vive casi recluida en su palacio de Amman- y ha abandonado su famosa cuenta de la red social Twitter con 2,4 millones de seguidores, que suma 860 opiniones reales. En ella, Rania se define como "una madre y esposa con trabajo diario realmente especial". A la princesa Letizia no se le conocen perfiles oficiales en las redes de Intenet, a pesar de las supuestas páginas que circulan por Twitter o Facebook.

Parece que la reina hachemita sigue sus pasos. El último "tuit" data del 26 de octubre. Se trata de una felicitación escrita en árabe e inglés. Hasta entonces, los comentarios eran casi continuos, casi siempre en inglés, hasta el punto de relatar la visita que los Príncipes de Asturias hicieron a Jordania en abril de 2011. Corrían otros tiempos. Tal vez en aquella ocasión tuvieron ocasión de hablar largo y tendido sobre gustos y preferencias. Y es que si a la esposa de Abdalá II le vuelven loca -o al menos le volvían- las firmas de lujo europeas, americanas y asiáticas, como Chanel, Dior, Prada o la del libanés Elie Saab, la Princesa de Asturias siempre, y casi por norma, va vestida con ropa diseñada y cosida en España para sus salidas oficiales. Además, es frecuente verla con alguna prenda de firmas de moda barata como Mango o Zara.

Las malas lenguas han llegado a afirmar que las pocas veces que la Princesa se decanta por ropa extranjera trata de disimularlo al máximo. Ni siquiera ha cedido ante el irresistible encanto del bolso 2-54 de Chanel que tanto gusta a la Reina Sofía y a su cuñada la Infanta Elena. La trayectoria de ambas -Rania de 41 años y Letizia de 40-no está tan alejada. La reina de origen palestino se casó con Abdalá II, el 10 de junio de 1993. Estudió Administración de Empresas en la American University en El Cairo y un diploma de Estudios Avanzados de la Universidad de Ginebra (Suiza). De soltera trabajó para Citigroup y Apple en la capital jordana. Antes de casarse con el Príncipe Felipe, Letizia Ortiz ejercía su carrera de periodista.

Si hasta hace poco el parecido físico, acentuado por el similar largo de pelo y una acentuada delgadez, era más que evidente, ahora las similitudes se extienden también a comportamientos y estilos.